El Papa pide a la Iglesia de China que reanude sus lazos con Roma

Con motivo del nuevo a?o chino, que se celebra el 25 de enero, el Papa ha enviado a todos los obispos del mundo una carta en lat¨ªn pidiendo oraciones por la Iglesia en China, y presentando su punto de vista sobre este delicado problema. Pide Juan Pablo II que se rece por los cat¨®licos que viven en China "con los cuales no existe desde hace muchos a?os una relaci¨®n visible", y hace votos para que la misericordia divina "asegure a la Iglesia de China las condiciones indispensables para que pueda gozar de una uni¨®n con Jesucristo tambi¨¦n visible".El punto central de esta carta consiste en la afirmaci¨®n de que la Iglesia china puede gozar leg¨ªtimamente de sus particularidades propias, de su cultura y de su historia, de su clero aut¨®ctono y de sus responsabilidades como comunidad religiosa, con una sola condici¨®n: que no renuncie a la comuni¨®n con la Iglesia romana de san Pedro, ya que, afirma el Papa, "la uni¨®n con la sede de Pedro y con su ministerio apost¨®lico es condici¨®n indispensable para participar en la uni¨®n con la gran familia cristiana" .

Pero la autonom¨ªa que el papa Wojtyla ofrece a la Iglesia de China no es la que muchos cat¨®licos y obispos chinos han pedido, en el sentido de poder ser un patriarcado propio, como las iglesias de Alejandr¨ªa, de Constantinopla, de Antioqu¨ªa o de Mosc¨², sino la de una simple conferencia episcopal con su vida propia. El Papa afirma que ?la presencia cada vez mayor de obispos aut¨®ctonos en las conferencias episcopales de todo el mundo, y lo mismo de prelados y obispos en la curia romana demuestra elocuentemente la preocupaci¨®n de la Iglesia de valorizar la obra de sus hijos sin distinci¨®n de origen ni deseos de hegemon¨ªa".

Es este el espacio que el Papa ofrece a la Iglesia de China: la libertad de la que gozan hoy las otras conferencias episcopales del mundo, las cuales, dice el Papa, "mantienen con la Iglesia de Roma la comuni¨®n de la fe y la disciplina com¨²n que de ella deriva". Pero es precisamente la autonom¨ªa en matena de disciplina la que gozan los patriarcados que poseen su rito propio y sobre todo su propio Derecho can¨®nico. El Papa concluye su carta recordando a los obispos "las pruebas dif¨ªciles y largas" que han tenido que soportar los cat¨®licos chinos en los ¨²ltimos treinta a?os, y llega a afirmar que ?se puede parangonar su testimonio al de los cristianos de los primeros siglos de la Iglesia?.