Los Revillos, 'pop' de pl¨¢stico en Madrid
Un grupo escoc¨¦s en Madrid. Los Revillos, en Rock-Ola, el viernes y el s¨¢bado, por la noche. Por alguna extra?a raz¨®n el p¨²blico acudi¨® masivamente al reclamo, hasta el punto de que la sala debi¨® cerrar su puertas en el sano convencimiento de que m¨¢s vale ganar un poco menos de dinero que matar a los clientes de asfixia y aplastamiento. Los Revillos vienen a ser algo as¨ª como los hijos espirituales de los Rezillos, uno de los grupos mas divertidos y estrafalarios que se formaron en la oleada punkie de finales de los setenta.Eugene Reynolds (voces y saxo) y Fay Five (voces) sacaron de la Escuela de Moda y Dise?o de Edimburgo una est¨¦tica basada en el pl¨¢stico, la irreverencia y el movimiento espasm¨®dico. Cuando Eugene y Fay decidieron hace un par de a?os separarse de sus antiguos compa?eros, explicaban c¨®mo ¨¦stos se lo estaban tomando todo demasiado en serio, que ellos deseaban hacer m¨²sica para ni?os, algo divertido, animado y sin ninguna pretensi¨®n culturalista o revolucionaria. Y eso es lo que vinieron a mostrar frente a los ojos algo sorprendidos (pero no demasiado) del respetable madrile?o.
Fay Five ven¨ªa con uno de sus habituales atuendos de falda corta, aberturas a la altura de los ri?ones y una gama de movimientos excelente. Eugene, por su parte, llevaba una zamarra de pl¨¢stico con bombillas en las hombreras.
El viernes comenz¨® sonando mal y as¨ª continu¨® todo el tiempo. Entre eso y los esfuerzos ¨ªmprobos que hab¨ªan de realizarse para tratar de visualizar algo de lo que all¨ª se coc¨ªa. Por suerte siempre pod¨ªa uno percatarse de la presencia de unas go-go girls que realizaban sus trinos y agitaban.
El concierto en s¨ª fue sorprendente. Por all¨ª aparec¨ªan canciones nuevas junto a otras de su etapa anterior y versiones tan inesperadas como el Hungry For Love de los Searchers.
Todo ello a un ritmo desenfrenado que la gente decidi¨® seguir con entrega. El s¨¢bado la cosa fue mejor. El sonido hab¨ªa mejorado y el grupo, conociendo que muchos hab¨ªan acudido a las dos sesiones, ofreci¨® un repertorio distinto al del d¨ªa anterior. Eso hasta que alguien tuvo el detalle de escupirles, momento en el cual Eugene Reynolds explic¨® que no estaban dispuestos a aguantar impertinencias. Despu¨¦s de lo cual se fueron. S¨®lo para volver unos instantes despu¨¦s y recibir otro regalo al que esta vez hicieron caso omiso. Uno de los encargados del orden recibi¨® un chicle en plena pelambre, la gente llegaba al paroxismo de la juerga y los Revillos se retiraron sudados, contentos y enfandados. Fieles a su estilo.
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