De monarqu¨ªas
Alguna vez tenemos dicho que lo de las ?soberan¨ªas oblicuas?, escrito por el Alighieri en su tratado De Monarchia, se hace aplicable a la espa?ola actual, pues que no quiere ser verticalista ni fara¨®nica, sino democr¨¢tica y, efectivamente, sesgada de parlamentarismo y sindicalismo. Aqu¨ª lo que pasa es que don Juan Carlos ha empalmado con el XVIII y Carlos III, salt¨¢ndose el XIX, que es el siglo de los pronunciamientos, motines y asonadas, que pasan por Villacampa y Sanjurjo y llegan hasta nuestros d¨ªas. El siglo XIX termina el d¨ªa en que don Manuel Aza?a coge del perchero su sombrero duro para irse al exilio.El perchero sigue vac¨ªo. La transici¨®n est¨¢ siendo una guerra civil fr¨ªa y recalentada entre el siglo XVIII y el XIX. Lo m¨¢s que queremos conquistar los espa?oles, con las elecciones, la transici¨®n, la democracia, la libertad y la buena voluntad es el reinado de Carlos III. Nuestro futuro es el siglo XVIII. Pero hay que pasar por el XIX, claro, y eso quien mejor lo sabe es el Rey, como buen Borb¨®n. Todos los d¨ªas vivimos incidentes decimon¨®nicos, y si entonces se calumniaba a la monarqu¨ªa desde la izquierda, ahora se la calumnia desde la derecha. Anoche, cenando en Joy/Eslava, entre Pitita y Marisa Borb¨®n, me dec¨ªa ¨¦sta:
-Cada d¨ªa me encuentro m¨¢s ida y como distante.
Se le ve en los bellos ojos claros de un color que todav¨ªa no tiene nombre. Y es que la her¨¢ldica desciende confusa sobre la Historia. O la historia sobre la her¨¢ldica. Ya ni s¨¦. Nos ha salido un Rey del XVIII, que quiere la Ilustraci¨®n, el progreso y la cultura para el pueblo espa?ol, o sea lo in¨²til, o sea lo que nos hace hombres, y esto no lo entienden o no quieren entenderlo quienes viven acuartelados en el siglo XIX. Me entrevista un joven periodista gallego:
-?C¨®mo ve usted el presente pol¨ªtico?
-No tenemos presente. Ni pol¨ªtico ni nada.
Aqu¨ª hay que elegir entre el XVIII ilustrado y carlotercista que nos trae este Rey o el XIX amotinado, conspiratorio, anovelado y reaccionario. Para instalarnos en el siglo XX, los espa?oles, a la altura de 1982, me parece un poco pronto. Me entrevista en el mismo d¨ªa Pepe Ca?averas, en Radio Madrid:
-El mejor pol¨ªtico del momento.
-El Rey.
El mayor y mejor salto que podemos dar hacia el presente, tan dif¨ªcil de conquistar, es un salto atr¨¢s al XVIII. Hay que retomar la mejor tradici¨®n espa?ola, puesto que otros se remiten a la peor y nos la presentan como la ¨²nica. Contra el legitimismo absolutista, los legitimistas del relativismo dernocr¨¢tico, parlamentario, pol¨ªtico, en que la verdad se reparte eucar¨ªsticamente entre todos, incluso entre quienes rechazan la verdad como una afrenta personal. Se lo dec¨ªa Jos¨¦ Bergam¨ªn a Antonio Gades en una cena/disputa: ?Ellos tienen la raz¨®n, pero t¨² tienes la verdad?. La verdad, aparte de mi querido Antonio, puede que no la tenga nadie, ya que es cosa abstracta y escapadiza, pero la raz¨®n la tiene toda una Monarqu¨ªa racionalista que ha venido a empalmar con el legado de sus abuelos, que son los abuelos del racionalismo. Nunca una Monarqu¨ªa, desde la carolina, se ha vaciado tanto en lo c¨ªvico y lo social.
Marsillach y toda la pomada, como Nieva y as¨ª, renuncia hoy a los barrios funcionales y anda buscando piso por el Madrid donde a¨²n agoniza Escobedo. Sisita Pastega, nacida Milans del Bosch, se viste algunas noches de Diderot. Contra el juancarlotercismo europeizante se agazapa el romanticismo de derechas, embozado de tramas civiles. Para llegar al XVIII hay que salvar el emborronado XIX. Est¨¢n echando El barberillo de Lavapi¨¦s, del hijo de Larra. Qu¨¦ jaleo de siglos y de sables.
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