?Por qu¨¦ se esconde el conde?
Entre las cuatrocientas obras de Salvador Dal¨ª que se exponen en Madrid -xilograf¨ªas, aguatintas, aguafuertes y otras t¨¦cnicas- hay una serie muy importante dedicada a Los cantos de Maldoror. El peque?o Larousse Ilustrado dedica a su autor tres l¨ªneas: "Isidoro Ducasse, llamado conde de Lautr¨¦amont, escritor franc¨¦s nacido en Montevideo (Uruguay) -18461870-, considerado como precursor del surrealismo gracias a sus Cantos de Maldoror. Como se puede apreciar, no se avizora ning¨²n peligro detr¨¢s de esa sint¨¦tica minibiograf¨ªa, pero atenci¨®n: "He visto durante toda mi vida, sin encontrar una sola excepci¨®n, a los seres humanos de hombros estrechos ejecutar actos est¨²pidos, embrutecer a sus semejantes y pervertir a las almas" (canto primero).Ah¨ª est¨¢ el maldito pretendiendo acariciar el rostro de la divinidad; el hombre que toma su tiempo para que el tiempo se cobre la revancha y lo incorpore al culto de los museos, las antolog¨ªas y las muestras. Al rito oficial de las invitaciones tipografiadas en relieve.
En la exposici¨®n de Salvador Dal¨ª la ceremonia se consuma como una mezcla tumultuosa de acto escolar, cen¨¢culo intelectual y recepci¨®n diplom¨¢tica. Lo que en Lautr¨¦amont es brasa incombustible, le?o siempre ardiente, se transforma en distra¨ªdo ejercicio para despistados visitantes y turistas aburridos. Isidoro Ducasse, en dibujos, en pinturas, en grabados, en poemas ilustrados; Lautr¨¦amont, girando y girando en ese mundo circular de tard¨ªos oropeles, no es para regocijarse, nos agrade o no.
Hasta 1969, los detalles sobre Isidore-Lucien Ducasse eran tan escasos como el inter¨¦s que le hab¨ªan prestado los compiladores de la literatura francesa. En la d¨¦cada de los setenta exist¨ªan algunas biograf¨ªas, como la de Fran?ois Caradec -Isidore Ducasse, compte de Lautr¨¦amont, editado por la Table Ronde, y Vie de Lautr¨¦amont, que public¨® Edouard Peyruzet en Editions Bernard Grasset. Existe tambi¨¦n un trabajo de Marcelin Pleynet -Lautr¨¦amont par luim¨ºme- en Editions du Seuil. En 1970, la Table Ronde sorprendi¨® con unas imprescindibles Ouvres Compl¨¨tes, que eran una reproducci¨®n en facs¨ªmil de las ediciones originales; Gallimard tambi¨¦n se acord¨® de Lautr¨¦amont y lo incluy¨® en su Biblioth¨¨que de la Pl¨¦iade (Ouvres compl¨¨tes), un denso volumen de 1.452 p¨¢ginas. Pero si sobre su obra se conoce casi todo, en relaci¨®n con la vida de Isidore pr¨¢cticamente no se sabe nada.
Lo que opina Antonin Artaud es ilustrativo: "La muerte de Lautr¨¦amont fue demasiado anodina, demasiado chata, para que tengamos deseos de observar m¨¢s de cerca el misterio de su vida". O sea que al conde no hay por d¨®nde agarrarlo. Ni tan siquiera se han hallado -ni se hallar¨¢n jam¨¢s- retratos suyos. Una deste?ida fotograf¨ªa, la ¨²nica que exist¨ªa, desapareci¨® del despacho de dos investigadores uruguayos tras una razzia policial. Sin embargo, los archivos del Quai d'Orsay alumbran gran parte de la vida diplom¨¢tica del padre de Isidore, Fran?ois Ducasse. Lo que esos legajos no despejan son las inc¨®gnitas de las relaciones entre padre e hijo. Le¨®n Genonceaux, segundo editor de Los cantos, tuvo la oportunidad de repasar de la primera a la ¨²ltima p¨¢gina el juicio que unos banqueros abrieron a Lautr¨¦amont, y tambi¨¦n otros textos literarios. Pues bien, nunca m¨¢s se supo. Se ignora d¨®nde se hallan.
La historia conocidaAl margen de detalles, la historia conocida puede resumirse as¨ª. Fran?ois es hijo de Jean-Luis Ducasse y Marthe d'Amar¨¦, cuarto v¨¢stago de una familia compuesta por ocho hermanos. El apellido Ducasse es corriente en Bazet, esa zona de la Bigorre, en donde nace; quiere decir roble en la lengua d'oc. Se trata de campesinos m¨¢s o menos acomodados -35 hect¨¢reas en ese pueblo, bien explotadas, permiten un buen pasar-, pero es gente que sue?a con Eldorado, y esa utop¨ªa s¨®lo puede estar en Am¨¦rica.
Despu¨¦s de algunos trabajos eventuales -pasante de abogado, maestro de escuela, secretario del municipio-, Fran?ois logra, con mucha suerte, el cargo de comisionado en Montevideo: pocos francos y algo de lustre. El viaje genera el traslado de parte de la familia, que m¨¢s tarde se extiende a Argentina en algunas ramas.
La vida de Celestine-Jacquette Davezac, la madre del poeta, tambi¨¦n es un intr¨ªngulis. Los analistas m¨¢s sensatos -y con menos ganas de trabajar- dan por cierto que ella conoce a Fran?ois en un viaje que realiza a Francia. Celestine-Jacquette era sirvienta de los Ducasse, y el reci¨¦n llegado deslumbra a la muchacha y la seduce. A los siete meses, como el embarazo era indisimulable, se casan y se trasladan de inmediato al Uruguay. Fran?ois lleva en su cartera el nombramiento de canciller delegado del consulado de Francia, lo que significaba un ascenso. En Montevideo nace Lautr¨¦amont, al que se le bautiza el 16 de noviembre de 1847 como Isidore-Lucien. La madre, sin que nadie supiera c¨®mo, hab¨ªa muerto tres semanas antes.
Resulta imposible comprender la inexistencia de rastros habiendo estudiado Isidore en tantos colegios: Liceo Imperial de Tarbes -hoy lleva el nombre de Th¨¦ofile Gautier por haber nacido all¨ª el poeta-, Liceo Imperial de Pau, hoy Liceo Louis-Barthou, m¨¢s otros colegios e instituciones en Francia y Montevideo; estudios cient¨ªficos en Par¨ªs, etc¨¦tera. Los investigadores se desconciertan al comprobar que las pistas se les escapan de las manos como la arena. Sabemos que se instala en el Quartier Latin, Rue Notre Dame des Victories, 23; que acude a los caf¨¦s de moda, como el V¨¦ron, el Madrid, de Su¨¨de, des Vari¨¦tes y, aunque los contertulios recuerdan hasta los temas de conversaci¨®n, no existe el m¨¢s m¨ªnimo trozo de papel ni objeto alguno relacionado con Isidore Ducasse. Es extra?¨ªsimo.
Lautr¨¦arnont -incidentalmente recordar¨¦ que este seud¨®nimo es un personaje que aparece en una novela de Eugenio Su¨¦muere en Par¨ªs el 24 de noviembre de 1924. Los ej¨¦rcitos alemanes ten¨ªan sitiada a la ciudad y ese d¨ªa las cotizaciones eran las siguientes: ratas, 1,25 francos; un gato de buen tama?o, doce francos; los perros trepaban a 2,50 francos la libra. Enterrado de prisa y corriendo en la tierra que conquistaba el Kaiser, se ignora d¨®nde descansan los huesos del poeta.Coraz¨®n aniquilado
En 1868, en la revista Le Jeunesse, editada por Alfred Sircos, ¨ªntimo amigo y admirador de Ducasse, aparece firmado con tres asteriscos -otra man¨ªa de Isidore puesta en pr¨¢ctica en la primera y segunda edici¨®n del Canto I, un trabajo que Curt Muller, un buen bibli¨®grafo, atribuye a Isidore. Lo titul¨® Cosas halladas en un pupitre. Un fragmento nos lo muestra de cuerpo entero: "Por momentos, en mi soledad, mis amores, mis entusiasmos concentrados se expand¨ªan hacia afuera en ondas y discursos; mis camaradas re¨ªan y me se?alaban con el dedo, como a un loco. Sufr¨ª, dud¨¦, maldije, y nadie me crey¨® sincero. M¨ª coraz¨®n, antes tan lleno de fuerza y amor, est¨¢ ahora aniquilado". Si alguien encuentra en este poema la posterior rabia y la tremenda desolaci¨®n de Arthur Rimbaud, no ser¨¦ yo quien le contradiga. El encuentro que se nos ofrece ahora entre el siempre visible Salvador Dal¨ª y el invisible conde uruguayo franc¨¦s es una pura delicia. Un regalo que no debe rechazarse.
Babelia
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