Nerviosismo y final feliz
Tras la aparatosa sesi¨®n alcista del mi¨¦rcoles, los inversores individuales llegaron ayer a las salas de contrataci¨®n burs¨¢tiles dispuestos a no perder la oportunidad de vender a buen precio lo que hab¨ªan adquirido pocos d¨ªas antes, conforme las subidas de las jornadas precedentes parec¨ªan permitirles.As¨ª, en los primeros corros se vio una mayor presencia de ¨®rdenes de venta que de demandas compradoras, por lo que cundi¨® la intranquilidad entre los asistentes a la reuni¨®n, y sus efectos comenzaron a dejarse sentir en los primeros valores que se negociaban, que apuntaron intenciones de flexionar a la baja.
No obstante, y a pesar de ser muchos los vendedores, el n¨²mero de t¨ªtulos puestos a la venta no resultaba excesivo, y las propias ¨®rdenes de compra que generaba el mercado en unos casos, y en otros la demanda que restaba por cumplimentar de las sesiones anteriores, fueron suficientes para frenar la tendencia inicial hasta alcanzarse unas posiciones de equilibrio. Este paulatino renacimiento de la demanda provoc¨® que, despu¨¦s de terminadas las operaciones, repuntase alg¨²n dinero para valores concretos.
La explicaci¨®n que daban los especialistas a este peculiar comportamiento del mercado part¨ªa del hecho de que eran los operadores a corto plazo quienes hab¨ªan generado pr¨¢cticamente todas las ¨®rdenes vendedoras iniciales, y ¨¦stos, al observar que su iniciativa no era seguida por los inversores institucionales, intentaron recomponer a toda prisa la figura, contuvieron sus ¨ªmpetus vendedores e incluso, cuando pudieron comprobar la resistencia a la baja de las cotizaciones, desviaron el signo de sus instrucciones iniciales y comenzaron a solicitar nuevamente t¨ªtulos.
La situaci¨®n de ayer ha venido a poner de manifiesto la profunda desconfianza que observan los inversores privados por el futuro inmediato de las bolsas nacionales. Las inc¨®gnitas sobre la posible evoluci¨®n de los tipos de inter¨¦s en los mercados interiores y las inquietantes novedades sobre las subidas de estos indicadores en los mercados norteamericanos no han sido suficientemente asumidas por estos ahorradores individuales, en aparente contraste con la tranquilidad que manifiestan las instituciones.
El hecho de que las voluntades de los inversores con mayor peso espec¨ªfico en nuestras bolsas parezcan bastante concitadas en torno a conseguir un balance burs¨¢til positivo de los primeros meses del a?o no consiguen tranquilizar los ¨¢nimos de los especuladores que acuden a diario a los parqu¨¦s. Aqu¨¦llos, que habitualmente no son muy dados a plantear sus operaciones a largo plazo, con la actual situaci¨®n del mercado han extremado sus precauciones y normalmente sus expectativas las fijan en plazos inferiores a una semana.
Y ello en base a dos razones: la primera es que con las actuales incertidumbres y cambios bruscos de tendencia consiguen no verse excesivamente sorprendidos. La segunda es que aprovechan el actual sistema de liquidaci¨®n de operaciones y, siempre que se lo permiten, en vez de pagar sus compras y cobrar el importe de sus ventas, suelen utilizar el sistema de liquidar las diferencias, tanto las positivas como las negativas, con lo que los desembolses son mucho menores, e incluso, en el caso de existir beneficios, llegan a no producirse.
Evidentemente, a este sistema operativo no tienen acceso los inversores que no acuden a diario a los parqu¨¦s, lo que representa una nueva desventaja para ellos.
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