Hay que seguir negociando
En un per¨ªodo de crisis como el actual, y bajo el principio de solidaridad que exige el tratamiento de sus consecuencias sociales, no pueden abordarse los problemas de la Seguridad Social (SS) bajo la idea simple de reducir y limitar prestaciones, como tampoco se puede insistir en disminuir las cuotas empresariales sin precisar otros mecanismos de financiaci¨®n socialmente justos.La crisis, al aumentar el paro, anticipar para ciertos colectivos la edad de jubilaci¨®n, incrementar las necesidades sanitarias y de protecci¨®n, etc¨¦tera, determina un crecimiento de la demanda sobre la Seguridad Social.
Pero no es una demanda cualquiera. Las coberturas de la SS comprenden derechos fundamentales de la persona. De ah¨ª que el nivel ¨®ptimo ser¨ªa una protecci¨®n universal, suficiente, garantizada y financiada por el Estado. Y por su misma naturaleza, lo id¨®neo es que la gesti¨®n sea p¨²blica y con la mayor participaci¨®n social, para hacerla eficaz, transparente y democr¨¢tica.
Utilizaci¨®n racional de los recursos
Ese ideal de Seguridad Social est¨¢ lejos de alcanzarse en nuestra sociedad. De ah¨ª que hayamos, en primer t¨¦rmino, de partir de lo que tenemos para intentar mejorarlo, superando su mala organizaci¨®n, utilizando m¨¢s racionalmente los recursos existentes, corrigiendo sus serios defectos de gesti¨®n y administraci¨®n, luchando contra fraudes y corruptelas y ofreciendo, en suma, unos mejores servicios sanitarios, y, dentro de lo posible, prestaciones econ¨®micas y de asistencia social m¨¢s adecuadas. Precisamente ese es el esp¨ªritu del punto V.2 del ANE. No por casualidad hablamos de mejorar y racionalizar. La idea de la reforma es algo de mayor alcance, que somos partidarios de tratar, pero que requiere m¨¢s tiempo y un proceso gradual en la adopci¨®n de medidas.
El que los trabajos de la comisi¨®n tripartita concluyeran sin acuerdos comunes est¨¢ ligado no s¨®lo a las l¨®gicas diferencias de intereses representados por las partes. La raz¨®n profunda hay que buscarla en que la idea de mejorar y racionalizar la SS existente pugna con el prop¨®sito de ciertos sectores de poder econ¨®mico-financiero que quieren otra Seguridad Social. No es casual que la poca participaci¨®n de CEOE en la fase en que se discut¨ªa el desafortunado proyecto de la Administraci¨®n se convirtiera en abierta beligerancia y oposici¨®n al documento elaborado bajo las directrices de Fuentes Quintana y Barea. Porque este segundo documento trataba eso: la mejora y racionalizaci¨®n. Aunque sobre ¨¦l, CC OO tiene serias reservas tanto por algunos de sus contenidos como por una serie de carencias -resulta notable que no mencione la participaci¨®n en el control de la gesti¨®n por parte de los sindicatos, reconocida en el mismo ANE-, lo cierto es que aceptamos que, como base de trabajo para debatir en la comisi¨®n, era m¨¢s apropiado que el de la Administraci¨®n.
Intransigencia de la CEOE
Dig¨¢moslo claramente. A esos sectores del capital que determinan la intransigencia de CEOE parece que no les interesa que mejore y se racionalice la actual Seguridad Social, quiz¨¢ porque de conseguirse se retrasar¨ªa la puesta en marcha de ese tipo de Seguridad Social que ellos preconizan. El prop¨®sito es conocido. Si la depauperaci¨®n de las prestaciones econ¨®micas contin¨²a y se acelera, sobre todo en las jubilaciones, se abrir¨¢ un mercado de seguros privados, se producir¨¢ un ahorro forzoso de los trabajadores, se capitalizar¨¢n las nuevas cuotas libres y se administrar¨¢n tales fondos financieros por los intereses privados. El resultado ser¨ªa que los trabajadores pagar¨ªamos mucho m¨¢s y los empresarios menos, produci¨¦ndose una redistribuci¨®n regresiva de la riqueza, en una etapa donde decrece el poder adquisitivo de los salarios, con el agravante de que para los trabajadores con menores rentas salariales se acentuar¨ªan las desigualdades. Algo similar puede decirse del ¨¢rea sanitaria, donde se trata de ampliar el mercado para las sociedades privadas. Lo m¨¢s grave en este caso es que la desastrosa atenci¨®n que en este campo ofrece la Seguridad Social, especialmente en la medicina ambulatoria, es no s¨®lo terreno abonado para esos fines, sino que, por extensi¨®n, contribuye m¨¢s que ninguna otra causa a su descr¨¦dito.
En definitiva, lo que la CEOE demag¨®gicamente presenta como una Seguridad Social complementaria libre, ampar¨¢ndose en el art¨ªculo 41 de la Constituci¨®n, tender¨ªa a ser una Seguridad Social b¨¢sica, obligatoria y, adem¨¢s, privada, lo que supondr¨ªa una aut¨¦ntica vulneraci¨®n del esp¨ªritu y la letra de la Constituci¨®n.
Sin duda, es general el deseo de los empresarios de que bajen las cuotas. Esa aspiraci¨®n da apoyo de base a las iniciativas de la c¨²pula patronal. Pero el empresariado debe comprender que si en otros pa¨ªses, no todos, las cuotas son m¨¢s bajas es porque el Estado aporta mucho m¨¢s que aqu¨ª a la financiaci¨®n de la Seguridad Social. Y pueden hacerlo porque la presi¨®n fiscal es mucho m¨¢s alta y progresiva. Quiere decirse que sin una profundizaci¨®n en el desarrollo de la reforma fiscal no es viable, so pena de una aut¨¦ntica involuci¨®n social dif¨ªcil de asumir en nuestro pa¨ªs, tomar medidas unilaterales que disminuyan apreciablemente las cuotas
Todo esto y mucho m¨¢s exige, repetimos, un tratamiento ponderado de la reforma de la SS, que debe ir precedida del m¨¢s amplio debate p¨²blico y negociada con todas las fuerzas sociales, entre ellas, como protagonistas de primer orden, los sindicatos y las organizaciones empresariales. Mientras tanto, debe abordarse con urgencia esa mejora y racionalizaci¨®n, para lo que es preciso revitalizar un instrumento parecido a la comisi¨®n tripartita.
El debate no ha hecho m¨¢s que comenzar
Para CC OO, el debate no ha hecho m¨¢s que empezar. Estamos tomando ya las medidas necesarias para que se extienda y profundice, con especial ¨¦nfasis de cara a la clarificaci¨®n del problema entre los trabajadores y, en general, ante la opini¨®n p¨²blica, tendente a crear las condiciones necesarias para evitar la regresi¨®n que se pretende.
El Gobierno debe cuidar tratar el asunto bajo influencias electoralistas, por mucha campa?a propia que realice CEOE, organizaci¨®n que, tarde o temprano, definir¨¢ mejor sus propios l¨ªmites, abandonando ese papel de tercer partido estatal de la derecha, encargado de presionar sobre UCD para asentarla en opciones netamente reaccionarias.
CC OO reitera su firme voluntad negociadora que ya mantuvo en la comisi¨®n tripartita hasta el final, y que adem¨¢s se tradujo en un proyecto alternativo de car¨¢cter m¨¢s abierto.
Juli¨¢n Ariza es secretario de relaciones unitarias y pol¨ªticas de CC OO.
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