Un encuentro con la inteligencia
La muerte de Gershom Scholem, uno de los m¨¢s grandes nombres del pensamiento jud¨ªo contempor¨¢neo, es un golpe duro para quienes lo hemos admirado y querido silenciosamente, para los que hemos aprendido con ¨¦l y nos hemos dejado sorprender por su erudici¨®n, su inteligencia y su capacidad de trabajo. Cuando escrib¨ª mi primera novela, en 1971, me sent¨ª obligado a dedic¨¢rsela sin haberle visto nunca, ¨¦l me lo agradeci¨® con unas l¨ªneas escuetas que predec¨ªan un encuentro bajo esos ¨¢rboles olorosos que dan su sombre al barrio de Rehavia, en la Jerusal¨¦n moderna que se mira en las cercanas murallas otomanas.El encuentro lleg¨® al a?o siguiente, y toda una tarde la pas¨¦ en su biblioteca, bajo el peso de miles de vol¨²menes encuadernados en negro, la presencia constante de su gran amigo Walter Benjam¨ªn y ese viejo profesor que salv¨® la k¨¢bala de su laber¨ªntica ocultaci¨®n, la orden¨® y trat¨® de ponerla al alcance de los estudiosos modernos desde los par¨¢metros de la historia y de la filosof¨ªa, con la oposici¨®n alguna vez militante de los religiosos ortodoxos, que ve¨ªan en Scholem un verdadero hereje.
La historia de Scholem tiene sin embargo algo m¨¢gico; alumno aventajado en la Universidad de Berna, matem¨¢tico interesado en la human¨ªstica, amigo de Adorno, de Benjamin, de Mart¨ªn Buber, decide abandonarlo todo, abandonar un brillante futuro en Europa para dedicar su vida al estudio de la k¨¢bala y de la m¨ªstica jud¨ªa. Scholem me dijo: "Tuve una revelaci¨®n, una revelaci¨®n que no era m¨ªstica ni pol¨ªtica. Lo dej¨¦ todo y a los veinticinco a?os me instal¨¦ en Jerusal¨¦n". Scholem desarrolla durante sesenta a?os una actividad asombrosa que rebasa la c¨¢tedra, la investigaci¨®n y la interpretaci¨®n de textos olvidados o manipulados para ser un intelectual progresista, ide¨®logo incluso de un estado binacional jud¨ªo y ¨¢rabe. Aunque recuperar la k¨¢bala de manos confusionistas, y recuperarla tambi¨¦n de manos de los santones ortodoxos que la guardaban bajo siete llaves fue la gran tarea de su vida.
Cuando yo lo visit¨¦, hace diez a?os, era presidente de la Academia de Ciencias de Israel, hab¨ªa traducido su nombre, que significaba paz en yidish, por Shalom, que significa paz en hebreo, y hablamos de Borges, al que defini¨® como "una extra?a mezcla de na?f y sofisticado"; de Gustav Meyrik, el c¨¦lebre autor de El golem, y de Walter Benjam¨ªn. Uno de sus libros m¨¢s difundidos, Grandes corrientes de la m¨ªstica jud¨ªa, est¨¢ dedicado a Benjamin: "Yo hubiera querido dedic¨¢rselo en vida", me dijo, "pero desgraciadamente el libro se concluy¨® meses despu¨¦s de su muerte". Las palabras de la dedicatoria son estas: "A la memoria de Walter Benjam¨ªn (1892-1940). El amigo de toda la vida, en el que el genio estaba unido a la penetraci¨®n del metafisico, al talento ex¨¦geta del cr¨ªtico y a la erudici¨®n del sabio. Muerto en Port-Bou (Espa?a), en el camino de la libertad". Palabras que pueden valernos para definir al propio Scholem, quien defendi¨® siempre la influencia de la m¨ªstica jud¨ªa en su amigo, incluso cuando ¨¦ste pasaba por su etapa m¨¢s marxista. "Benjam¨ªn fue siempre hostil a perder su identidad". Quiz¨¢ Scholem s¨®lo admiraba a Benjamin. Quiz¨¢ Benjamin s¨®lo admiraba a Scholem.
es escritor, autor de La k¨¢bala, una m¨ªstica del lenguaje.
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