La amenaza de los medicamentos
Tomando como base el dato de que gran parte de las 18.000 presentaciones farmac¨¦uticas existentes en el mercado espa?ol est¨¢n obsoletas, parece razonable la petici¨®n de una revisi¨®n a fondo del registro de medicamentos para retirar del mercado aquellos que sean ineficaces. El sistema espa?ol de farmacovigilancia no est¨¢ a tono con las necesidades reales de la sociedad espa?ola.
En las ¨²ltimas semanas, el tema del consumo de medicamentos ha ocupado m¨¢s espacio del habitual en la Prensa escrita. El caso de especialidades farmac¨¦uticas particulares, como el Frenadol; la lista de medicamentos esenciales de la OMS; en general, el fuerte consumo de farmacia de nuestro sistema sanitario, son temas que preocupan al ciudadano. Las autoridades sanitarias encargadas del tema declaran una y otra vez que no hay problema, que no hay por qu¨¦ alarmarse y que quien denuncia algo a la Prensa ?busca promoci¨®n, publicidad, esc¨¢ndalo? (declaraciones de Gonz¨¢lez Oti, director general de Farmacia y Medicamentos, en EL PAIS del 13 de diciembre de 1981).Espa?a es el pa¨ªs europeo que m¨¢s gasta por persona en medicamentos en relaci¨®n a su renta per c¨¢pita. Las causas de este consumo elevado hay que buscarlas en las deficiencias de nuestra asistencia m¨¦dica primaria, pues m¨¢s del 80% de los medicamentos es consumido a trav¨¦s de la Seguridad Social. En el mercado farmac¨¦utico espa?ol existen m¨¢s de 8.000 especialidades farmac¨¦uticas (marcas comerciales), con casi 18.000 presentaciones. Estas especialidades est¨¢n constituidas por m¨¢s de 4.000 principios activos diferentes. Diversos estudios indican que no m¨¢s de un 55% a un 60%, seg¨²n los autores, de estas especialidades tendr¨ªan un valor terap¨¦utico elevado o relativo, es decir, sirven para algo. Cada autor da tambi¨¦n sus cifras sobre las especialidades farmac¨¦uticas de valor nulo (es decir, que no sirven para nada, pero al menos no hacen da?o) o intolerables (es decir, que pueden producir m¨¢s perjuicios que beneficios). Estas cifras oscilan entre el 20% y el 40%, seg¨²n los estudios.
Especialidades obsoletas
Una gran parte de las especialidades farmac¨¦uticas existentes en nuestro mercado farmac¨¦utico son obsoletas. Mientras en Espa?a hay 8.107 especialidades en el mercado, en Dinamarca hay 1.622, en Noruega 1.040 y en Suecia 1.620. En los ¨²ltimos a?os, la Organizaci¨®n Mundial de la Salud ha publicado una lista modelo, denominada selecci¨®n de medicamentos esenciales, que incluye unos 250 productos considerados modelos de grupos farmacol¨®gicos. La lista de la OMS ha sido calificada de tercermundista por la industria farmac¨¦utica. Curiosamente, Gonz¨¢lez Oti, en las citadas declaraciones a EL PAIS, coincid¨ªa con esta opini¨®n. Debemos hacer notar, sin embargo, que los pa¨ªses de econom¨ªa libre, en los que la oferta de medicamentos se acerca m¨¢s a los criterios de la OMS son los pa¨ªses escandinavos. Por el contrario, en algunos pa¨ªses europeos, entre los que se encuentra Espa?a, y sobre todo en pa¨ªses como Arabia Saud¨ª, Ghana, Guatemala o Bangladesh, en donde. el n¨²mero de especialidades en el comercio es m¨¢s elevado. Adem¨¢s, no se ha demostrado nunca que la circulaci¨®n de un n¨²mero elevado de f¨¢rmacos d¨¦ lugar a beneficios superiores para la salud del p¨²blico que una oferta m¨¢s razonable. Al contrario, un n¨²mero elevado de f¨¢rmacos puede producir m¨¢s confusi¨®n a todos los niveles de la cadena terap¨¦utica (m¨¦dico, farmac¨¦utico, usuario) y constituir un malgasto de recursos humanos y econ¨®micos. Es, por tanto, urgentemente necesaria una revisi¨®n a fondo del registro de medicamentos en nuestro pa¨ªs que retire los productos obsoletos, ineficaces e irracionales.
Es bien sabido que los medicamentos son productos extra?os al organismo, y como tales pueden producir efectos indeseables o reacciones adversas; por fortuna, para muchos de ellos los efectos beneficiosos son muy superiores a los efectos indeseables. Pero tambi¨¦n es cierto que cualquier medicamento que posea verdaderamente actividad farmacol¨®gica puede dar lugar a efectos t¨®xicos de mayor o menor gravedad. Ello implica que la toma de cualquier medicamento, en cualquier situaci¨®n, conlleva un riesgo que debe ser comparado con los beneficios que se pueden obtener con su ingesti¨®n. As¨ª, ser¨ªa l¨®gico correr un riesgo mayor en el tratamiento de una enfermedad grave, potencialmente mortal, que en el control de s¨ªntomas menores asociados a una gripe o a un resfriado.
Cuantificar los efectos adversos
Puesto que se han descrito muchas reacciones adversas diferentes atribuidas a la pr¨¢ctica totalidad de los medios, es f¨¢cil encontrar en libros y revistas m¨¦dicas frases sueltas que citan estos efectos indeseables y que, dadas en su contexto, pierden el sentido que originalmente ten¨ªan. Pero la mejor manera de evitar la demagogia o el alarmismo innecesarios, del esc¨¢ndalo, o lo que Gonz¨¢lez Oti llama insultos, es contar con un sistema que cuantifique de manera adecuada los efectos adversos. Dice el citado que en este pa¨ªs hay una normativa de farmacovigilancia seg¨²n la cual los sanitarios ?tienen la obligaci¨®n de denunciar cualquier efecto nocivo de un producto?, y m¨¢s adelante, que ?no se produce, en cambio, ning¨²n tipo de denuncia?, lo que equivale a decir que en Espa?a no hay efectos indeseables por medicamentos, lo que equivale, en definitiva, a negar la evidencia y a favorecer el alarmismo. La lectura de estas declaraciones a un grupo de cuarenta m¨¦dicos en un curso sobre farmacovigilancia organizado por nosotros dio lugar a una carcajada general, que se troc¨® despu¨¦s en comentarios de amargura. Es incomprensible que cuando un art¨ªculo en la Prensa ha criticado un medicamento de elevado volumen de ventas, el subdirector general de Control Farmac¨¦utico, Nazario D¨ªaz L¨®pez, manifieste que ?no existe el menor atisbo en nuestro sistema de farmacovigilancia que haya suscitado alguna comprobaci¨®n sobre efectos secundarios?, cuando el sistema de farmacovigilancia espa?ol s¨®lo existe sobre el papel del Bolet¨ªn Oficial del Estado desde 1973, pero no se ha realizado hasta ahora una sola actividad pr¨¢ctica de detecci¨®n de efectos adversos producidos por medicamentos.
Defectos en la oferta
La oferta de medicamentos en Espa?a tiene graves defectos y debe mejorar por una revisi¨®n del registro. La informaci¨®n sobre medicamentos debe ser puesta en manos de grupos independientes por parte de la Administraci¨®n, si lo que se desea es que los m¨¦dicos prescriban mejor, los farmac¨¦uticos dispensen mejor, y los usuarios se automediquen mejor. Los programas de farmacovigilancia deben ser estimulados y apoyados por la Administraci¨®n. Los que trabajan en este campo deben dejar de ser considerados como unos instigadores de esc¨¢ndalos o, en el mejor de los casos, como investigadores idealistas. Si todo esto no cambia, siempre se podr¨¢ alarmar al ciudadano con un art¨ªculo relativamente indocumentado, con una informaci¨®n sobre hechos anecd¨®ticos, que en ¨²ltimo t¨¦rmino crean la desconfianza en unos productos que, bien utilizados, pueden ser convertidos en verdaderas herramientas para la salud.
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