?Quien gobierna en Polonia: el Ej¨¦rcito o el partido?
La burocracia del partido comunista, y no el Ej¨¦rcito, es quien manda realmente en Polonia, afirma el autor de este art¨ªculo, profesor de la universidad de Varsovia. Lamentowicz abandon¨® el Partido Obrero Unificado Polaco (POUP, comunista)- en el que intent¨® una profunda renovaci¨®n a trav¨¦s de las denominadas Estructuras Horizontales- el 14 de diciembre, veinticuatro horas despu¨¦s del golpe de Jaruzelski. Bajo la protecci¨®n de los militares y la Polic¨ªa, la burocracia pol¨ªtica va recuperando la influencia pol¨ªtica que en el fondo salvo breves per¨ªodos, nunca hab¨ªa perdido, explica el profesor polaco en esta tribuna.
La existencia del Consejo Militar y la presencia permanente del Ej¨¦rcito y de la polic¨ªa en la vida p¨²blica de Polonia han cambiado s¨®lo aparentemente la estructura del poder. Despu¨¦s de dos meses de lucha contra su propia sociedad, la elite del poder est¨¢ cada vez m¨¢s dominada por las fuerzas conservadoras comunistas. Bajo la protecci¨®n del Ej¨¦rcito, los golpes a los obreros en huelga los dio primero la milicia, despu¨¦s sali¨® de la sombra el aparato del partido comunista (POUP). El Ej¨¦rcito es a¨²n visible, pero el poder invisible, oculto y real, ya est¨¢ en manos del "partido interno", como ha estado siempre despu¨¦s del a?o 1945, excepto los breves per¨ªodos de las rebeliones obreras en los a?os 1956, 1970, 1976 y 19801981."El partido interno" es el c¨ªrculo de los mejor informados, un verdadero fort¨ªn de los bur¨®cratas aislados de la sociedad. Los puestos clave en este club los detentan los funcionarios profesionales del partido comunista, el aparato de seguridad (polic¨ªa secreta) y las camarillas del aparato central del Estado.
Estos tres grupos quieren conservar su monopolio del poder, que no es el resultado de elecciones democr¨¢ticas, no est¨¢ controlado por los ciudadanos y no tiene validez pol¨ªtica. Por ello, su prop¨®sito com¨²n, independientemente de las diferencias doctrinales, es aplastar la aspiraci¨®n de la mayor¨ªa de la naci¨®n a vivir en un pa¨ªs soberano, donde las libertades pol¨ªticas est¨¦n garantizadas a trav¨¦s de la democracia parlamentaria pluralista. Para lograr este prop¨®sito destruyen el movimiento de Solidaridad, utilizando la polic¨ªa y la burocracia y, de manera menos vengativa, el movimiento de las "estructuras horizontales" en el seno del mismo partido gobernante.
El general Jaruzelski, 'Primer ministro y jefe del partido, dijo el pasado 25 de enero que, "detr¨¢s de la fachada del estado de guerra intentan reaparecer tambi¨¦n los que despu¨¦s. de agosto de 1980 hab¨ªan sido privados justamente de sus cargos. No hay permiso para ello. El Ej¨¦rcito no es, ni ser¨¢, la protecci¨®n para quienes por mala voluntad o por incapacidad han contribuido a la crisis actual, no han entendido la lecci¨®n o quieren actuar como en los viejos tiempos". Quiz¨¢ las intenciones sean sinceras, pero no han sido llevadas a la pr¨¢ctica. El jefe del partido y del Estado, en realidad un dictador, se denomina "dogm¨¢tico ilustrado" y no reformador democr¨¢tico. Lo dijo ¨¦l mismo cuando rechaz¨® las propuestas de un grupo de reformadores del POUP que le fueron presentadas un par de d¨ªas despu¨¦s de la proclamaci¨®n del estado de guerra.
La purga en el partido
La purga dentro del partido est¨¢ dirigida por los conservadores vengativos, que piensan de manera bastante primitiva. Se expulsa del POUP, de los puestos directivos, e incluso del trabajo, a los que quer¨ªan una reforma democr¨¢tica, a los que de manera muy activa hab¨ªan criticado a la burocracia pol¨ªtica. Se les bautiza de "revisionistas" y "traidores". Mientras, los que han conducido al pa¨ªs a la crisis no son molestados. Ellos tienen otra vez el tim¨®n. Frecuentemente, los vulgares delincuentes pol¨ªticos son hoy los inquisidores. Persiguen el control de lo que supuestamente les corresponde: el monopolio del poder y la informaci¨®n y los privilegios econ¨®micos. En la d¨¦cada de los setenta estos mismos personajes corromp¨ªan a otros, distribu¨ªan bienes y dinero para ser tolerados y obedecidos. Hoy, bajo la protecci¨®n del Ej¨¦rcito y la polic¨ªa, estos mismos c¨ªrculos de la burocracia pol¨ªtica van recuperando sus influencias; esta vez no tienen con qu¨¦ sobornar y por ello utilizan la porra ideol¨®gica contra las masas del partido y contra la inteligencia, y la porra de la polic¨ªa, contra los obreros.
En este fort¨ªn de la burocracia renace la mitolog¨ªa estalinista. Otra vez se habla del "compl¨® de sionistas, del imperialismo mundial, de los revisionistas y de la contrarrevoluci¨®n". Dicen que no puede haber un "modelo polaco de socialismo", porque la doctrina prev¨¦ solamente "los principios universales del socialismo". Se insta a copiar el fatal modelo del comunismo en la URSS. Otra vez se repite que hay que "fortalecer el papel dirigente del partido", lo que en la pr¨¢ctica significa la dictadura del aparato en el POUP, en los sindicatos y en toda la sociedad.
Probablemente, estas opiniones dominan el actual pleno del Comit¨¦ Central del POUP, aunque estas frases m¨¢gicas solamente sirven para desanimar a la sociedad. El marxismo-leninismol- como ideolog¨ªa oficial de la burocracia, provoca ¨²nicamente la hostilidad de la poblaci¨®n, y los que siguen utilizando este lenguaje frecuentemente no creen en estas ideas. Son m¨¢s bien unos conservadores con la imaginaci¨®n bloqueada o manipuladores c¨ªnicos y no dogm¨¢ticos. Quieren gobernar al estilo neoestalinista, aunque frecuentemente no conocen siquiera la doctrina de Lenin y Stalin. La doctrina est¨¢ muerta, constituye solamente la hoja de parra que oculta la violencia pura y el culto al poder sin l¨ªmites.
Los reformadores en la elite del poder tampoco son hombres de ideales. Son m¨¢s bien tecn¨®cratas pragm¨¢ticos que gente convencida de que la democracia parlamentaria, las libertades ciudadanas y la autogesti¨®n de los trabajadores constituyen unos valores por s¨ª solos. Los que intentan dirigir a Polonia hacia la kadarizaci¨®n quieren simplemente evitar los costes de la total reestalinizaci¨®n del sistema del poder. As¨ª, pues, los que est¨¢n luchando son los conservadores contra los reformistas, y no, como fue el caso del a?o 1956, los dogm¨¢ticos contra los revisionistas.
Cuando estamos buscando analog¨ªas se nota con sorpresa que el partido comunista polaco no ha tenido en su seno ni al personaje tipo Dubcek, ni al "Kadar polaco". En cambio, hay varios candidatos para desempe?ar el papel del "Bilak polaco" (uno de los m¨¢ximos dirigentes actuales checoslovacos) -unos doctrinarios duros, fieles a la Uni¨®n Sovi¨¦tica hasta tales l¨ªmites que ni siquiera intentan lograr el apoyo de la sociedad polaca-. Cuando uno sabe que no tiene y no va a tener el apoyo de su naci¨®n, no tiene remordimientos para destruir desp¨®ticamente la econom¨ªa y la cultura nacionales. Has,ta ahora, el general Jaruzelski no ha convencido a la sociedad que quiere y que sabe ser el "Kadar polaco". Desgraciadamente, ha logrado ya abrir el camino hacia el poder para muchos "bilaks polacos".
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