El futuro es comunista
Nadie ha de poner en duda que el comunismo se encuentra en crisis, y que esta crisis trasciende el ¨¢rea de los pa¨ªses donde rige el llamado "socialismo real" para afectar a casi la totalidad de los partidos comunistas del mundo. Que esta situaci¨®n cr¨ªtica sea el presagio de su decadencia irreversible o un punto de inflexi¨®n en el movimiento, separa a los autores que participan en el debate. La p¨¦rdida de influencia del marxismo en . Occidente, y el evidente desmayo en la afecci¨®n doctrinaria que conlleva, configuran un panorama de declinaci¨®n al que se suma el desprestigio pol¨ªtico de la URSS - antiguo paradigma- despu¨¦s de acciones como la primavera checoslovaca o el invierno polaco, y tras la revelaci¨®n de sus "gulags" internos. Pero aceptadas estas circunstancias que inciden hoy sobre el comunismo, ?cu¨¢l es el an¨¢lisis de su crisis? y ?cu¨¢l el diagn¨®stico sobre su porvenir? Los juicios que aqu¨ª se emiten muestran el fuerte grado de disensi¨®n sobre su presente y su futuro.Despu¨¦s de lo ocurrido, preguntar y preguntarse sobre la actual situaci¨®n y el futuro probable del movimiento comunista en el inundo es no s¨®lo leg¨ªtimo, sino m¨¢s bien necesario. Sin embargo, tambi¨¦n es leg¨ªtimo se?alar que la pregunta es harto ambiciosa y que su respuesta est¨¢ necesariamente confiada al mismo desenvolvimiento de la historia. En un art¨ªculo s¨®lo pueden intentarse algunos sondeos para el an¨¢lisis de la situaci¨®n y aventurar hip¨®tesis.La pregunta es ambiciosa, puesto que lo que ha ocurrido y est¨¢ ocurriendo es trascendente. La reciente ruptura entre el Partido Comunista italiano y el PCUS, pero tambi¨¦n las actuales vicisitudes del PCE y, en cierto sentido, tambi¨¦n del Partido Comunista franc¨¦s, parecen indicar, ante todo, la disoluci¨®n definitiva y concreta de la III Internacional, que ya hab¨ªa sufrido los embates de la ruptura yugoslava y china. Lo que se ha consumado en estos d¨ªas es mucho m¨¢s material y sustancial que la decisi¨®n de la disoluci¨®n de la Internacional en 1943: no se trata de una cuesti¨®n de organizaci¨®n, sino de la liquidaci¨®n de la forma hist¨®ricamente determinada en la cual hab¨ªa encontrado significado el llamamiento de Marx: "Proletarios de todo el mundo, un¨ªos".
Sin embargo, no se trata solamente de la Internac¨ªonal y de una determinada concepci¨®n del internacionalismo proletario, sino de otros fundamentos decisivos de la cultura y de la pol¨ªtica del movimiento comunista: la dictadura del proletariado, el centralismo democr¨¢tico y el mismo concepto de partido. Y profundizando m¨¢s a¨²n, la idea del plan econ¨®mico y de la dial¨¦ctica progresiva entre fuerza productiva y relaciones de producci¨®n. Da la impresi¨®n de que nos encontramos en un punto bajo (pero que casi con certeza no es todav¨ªa el punto m¨ªnimo de la curva inferior, de un largo ciclo, un ciclo secular iniciado en 1848. Y creo que ser¨ªa precisamente un error preguntarse sobre el futuro del comunismo (sobre su s¨ª y su c¨®mo) sin volver a recorrer todo el pasado, sin volver a escribir su historia y, sobre todo, sin hacerlo dentro de una perspectiva a largo plazo. Precisamente. por esta raz¨®n, tambi¨¦n quienes piensan -como yo me inclino a hacerlo- que nos encontramos todav¨ªa en la fase descendente del cielo tienen que concentrar su atenci¨®n sobre el nexo entre fen¨®menos nuevos y contradic:ciones antiguas, con la firme coiivici¨®n de que no estamos al final de la historia y de que no hay posibilidad de retorno a la Eise anterior, como muchos se inclinan a pensar, bien porque est¨¦n imbuidos de la idea del reflujo o bien porque consideren la actual crisis del comunismo y la revalorizaci¨®n de los conceptos de naci¨®n y de las t¨¦cnicas abstractas de democracia y de gobierno como el final de un par¨¦ntesis y una vuelta a la normalidad. Como si el comunismo hubiera sido una desviaci¨®n respecto a la fisiolog¨ªa de una evoluci¨®n circular de la sociedad capitalista-burguesa.
Dos preguntas primordiales
As¨ª, en esta situaci¨®n de crisis abierta del comunismo de la III Internacional, quiz¨¢ sean dos las principales preguntas que debamos plantearnos; sobre ellas podremos operar despu¨¦s, dejando el mayor margen a la investigaci¨®n emp¨ªrica, liberando nuestras mentes -sobre todo las de aquellos de nosotros que, por alguna razbn particular, seguimos sin pensar que el comunismo sea una desviaci¨®n- de los mecanismos deductivos que las han dominado. Estas preguntas son:
1. ?Se advierten en las sociedades actuales deseos de liberaci¨®n de grupos sociales y de individuos que sean incompatibles con los actuales dispositivos y mecanisinos de movilidad y que impulsen hacia soluciones de inspiraci¨®n comunista?
2. ?Qu¨¦ formas concretas cabe suponer que adopten estos deseos a corto y medio plazo?
Estas dos preguntas deben obviamente responderse dentro del escenario actual de un mundo enormemente m¨¢s intercomunicante que en el pasado y en el cual se registran ya grandes cambios, pero que todav¨ªa no son totalmente evidentes, en Estados Unidos y en Europa, lo mismo que en China, en A,frica y en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. (?Puede aventurarse la hip¨®tesis de que la crisis de este pa¨ªs-continente vaya a desembocar en una restauraci¨®n de tipo capitalista e), por el contrario, en una revoluci¨®n pol¨ªtica y t¨¦cnico-cient¨ªfica?)
A la primera pregunta respondo, muy esquem¨¢ticamente, que s¨ª. Este mundo, al Este y al Oeste, al Sur y al Norte, no se siente a sus anchas en sus moldes actuales. El derroche humano, que se observa en el Sahel lo mismo que en Detroit, procede en progresi¨®n geom¨¦trica: en sus efectos es ya una guerra, y tal vez sea el camino que nos prepara y nos acerca a la guerra de verdad.
La cuesti¨®n ecol¨®gica m¨¢s grave es la humana. Precisamente, desde esta ¨®ptica, tanto si se considerase la cuesti¨®n de la acumulaci¨®n y del uso de los recursos como la del tiempo de trabajo o del tiempo de vida, de la familia o de las relaciones interpersonales, el comunismo, m¨¢s que como ideal, se presenta como necesidad; casi tanto como la libertad de comercio y la conquista de la condici¨®n de ciudadano en v¨ªsperas de las grandes revoluciones burguesas. Y no tiene nada de parad¨®jico que este impulso resulte de la m¨¢xima evidencia ante las crisis paralelas del estado del bienestar o del llamado socialismo real. En ambos casos nadie cree que se pueda volver atr¨¢s en uno y otro el l¨ªmite; el muro que hay que derribar vuelve a definirse como ese complejo nudo de mutaciones que sigue llam¨¢ndose comunismo.
Por tanto, a partir de la total identificaci¨®n de los nudos cr¨ªticos de las sociedades actuales y tambi¨¦n de las relaciones entre los grupos ¨¦tnicos y los Estados podemos llegar a la conclusi¨®n de que el movimiento hacia el comunismo no se agota con el actual desmoronamiento definitivo de la III Internacional, sino que se inserta en todos los flujos de mutaciones de una historia que contin¨²a y que no responde a los modelos del eterno retorno.
La tercera v¨ªa
Qu¨¦ formas asumir¨¢ este movimiento es la segunda pregunta; es el problema que se les plantea a todas las fuerzas pol¨ªticas y todas las personas que se encuentran involucradas en las tensiones del cambio social. Haciendo una referencia a Italia, este es el problema que se est¨¢ planteando el PCI bajo el nombre de "tercera v¨ªa", definici¨®n hecha todav¨ªa de exclusiones, que casi repite los versos famosos del poeta Eugenio Montale: "S¨®lo esto podemos decir, lo que no somos, lo que no queremos".
Sin embargo, nos parece una hip¨®tesis dotada de un alto grado de probabilidades la de considerar que la definici¨®n de esta forma se anuncia en la crisis de los partidos pol¨ªticos actuales, de los modelos decimon¨®nicos y productivistas y, al mismo tiempo, totalizadores.
En Europa occidental, el epicentro para esta refundici¨®n de fuerzas para el comunismo estar¨¢, obviamente, en la crisis paralela de los partidos comunistas y socialistas o socialdem¨®cratas. Estar¨¢ en la crisis de los movimientos sindicales, cuyo l¨ªmite reformista ya no ser¨¢ ideol¨®gico, como en los tiempos de Lenin, sino material. Es decir, hist¨®ricamente determinado por una sociedad cada vez m¨¢s informatizada y cada vez m¨¢s sacudida por las decisiones pol¨ªticas: y no solamente del estado centralizado (que ha sido el verdadero deus ex machina del leninismo y de la socialdemocracia), sino de los diversos centros de poder y de gesti¨®n que surgir¨¢n, no s¨®lo debido a los imperativos de la inform¨¢tica, sino tambi¨¦n a causa de la extrema diversificaci¨®n de los intereses; estar¨¢ en las modificaciones de los procesos productivos, no tanto a consecuencia de las innovaciones tecnol¨®gicas, sino m¨¢s bien porque las modificaciones subjetivas, la nueva historicidad de las necesidades, estimular¨¢ o permitir¨¢ el uso de las innovaciones t¨¦cnicas.
Mutaci¨®n comunista
En mayor escala, a nivel internacional, se trata nada m¨¢s de la l¨ªnea de una mutaci¨®n en sentido comunista capaz de evitar la cat¨¢strofe de una gran guerra, que parece inherente al proceso de disgregaci¨®n del imperio sovi¨¦tico, cuyo s¨ªntoma m¨¢s elocuente es la crisis polaca.
Decir que existe un futuro tambi¨¦n para el comunismo, o que el futuro es del comunismo, tal vez parezca la conclusi¨®n de un serm¨®n. Sin embargo, creo que es el diagn¨®stico que puede extraerse de los actuales sobresaltos y estados febriles de las diversas sociedades de este mundo. Ya se dejan sentir presiones materiales en este sentido, en la fase actual, que todav¨ªa es de descenso, y en la cual se intenta defenderse de la crisis del comunismo restaurando las antiguas religiones. Por otra parte, tambi¨¦n Juliano el Ap¨®stata trat¨® de remediar la crisis del imperio romano restaurando el paganismo.
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