Las t¨¦cnicas de la defensa
La jornada de ayer ha servido para medir el contraste profesional entre el letrado Ram¨®n Hermosilla, defensor del general Armada, y los treinta abogados de los restantes encausados, convertidos en otros tantos acusadores del que fue segundo jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito. El defensor del general Torres Rojas, Gerardo Quintana, ha vuelto a seguir la errada senda del coronel Escandell en cuanto a la solicitud de lectura de la hoja de servicios y de las distinciones concedidas a su patrocinado. De veinticinco en veinticinco, la sala ha podido seguir, por ejemplo, los saltos que ha dado en paraca¨ªdas el general Torres Rojas, con la autorizaci¨®n sucesiva de llevar sobre el uniforme el correspondiente distintivo rojo o dorado, seg¨²n la acumulaci¨®n marcada.Hermosilla ha lanzado sobre la sala declaraciones con elogios al general Armada capaces de ruborizar al m¨¢s fr¨ªo. El viernes quiso demostrar que su patrocinado tuvo un comportamiento irreprochable durante su larga trayectoria militar y tambi¨¦n en las horas cr¨ªticas del 23 y 24-F, e intent¨® probar que si se excedi¨®, al ofrecerse como presidente del Gobierno, fue a propuesta del general Milans, no sin expresar antes su parecer de que era un disparate al que solo, acced¨ªa sacrific¨¢ndose por Espa?a. El letrado Hermosilla inund¨® ayer la sala de declaraciones de los entonces capitanes generales de Zaragoza, Barcelona, Baleares, Burgos, La Coru?a y Canarias que se?alan a Milans como valedor, mediante llamadas telef¨®nicas, de la soluci¨®n Armada para lograr la liberaci¨®n de los rehenes.
El presidente del Tribunal, general Luis Alvarez Rodr¨ªguez, ha se?alado ayer, con dos intervenciones en¨¦rgicas que merecieron la aprobaci¨®n y el elogio de los observadores jur¨ªdicos m¨¢s rigurosos, los caminos por los que no est¨¢ dispuesto a que discurra la vista. La sala no va a servir de auditorio para esas novelas, que lanza Antonio Izquierdo, donde se trata de describir el ambiente de aquellos d¨ªas como configurador de un estado de necesidad, y tampoco va a permitirse en las argumentaciones de nadie un uso reversible del C¨®digo de Justicia Militar, capaz de situar a los procesados como jueces de quienes no secundaron la rebeli¨®n. Al terminar la vista de ayer alguien recordaba que el general Franco juzg¨® como reos del delito de rebeli¨®n militar precisamente a quienes no se hab¨ªan sublevado. Para hacerlo no necesit¨® modificar el C¨®digo.
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