El tribunal rechaza la lectura de un informe sobre terrorismo de 'El Alc¨¢zar' como prueba de la defensa
La s¨¦ptima sesi¨®n de la vista que se sigue contra los 33 procesados por el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, se inici¨® ayer con la presencia en la sala del director de Cambio 16, Jos¨¦ Oneto, que realizar¨¢ la cr¨®nica del juicio para Diario 16, medio al que le fue retirada la credencial el pasado martes. El momento m¨¢s tenso de la sesi¨®n de la ma?ana se produjo cuando el presidente del Tribunal deneg¨® la lectura de un informe sobre terrorismo en 1980 del diario El Alc¨¢zar que hab¨ªa sido pedida, como prueba de la defensa, por el abogado del general Torres Rojas, Gerardo de la Quintana. El abogado pidi¨® que constara en acta su protesta, actitud a la que se unieron otros doce defensores. Durante la sesi¨®n se concluy¨® la lectura de los folios pedidos por Ram¨®n Hermosilla, entre los que figuran las declaraciones de quienes estaban entonces al mando de las distintas capitan¨ªas generales, y se realiz¨® la de las partes sumariales pedidas por el abogado de Torres Rojas.
Fue le¨ªda en primer lugar, a petici¨®n de Hermosilla, la declaraci¨®n del teniente coronel Mariano Ca?as, ayudante del teniente general Lluch Colominas, quien afirma que, a su juicio, la actuaci¨®n del general Armada fue correcta en todo momento y no observ¨® en ¨¦l s¨ªntomas de nerviosismo. Recuerda que antes de salir para el Congreso, el procesado departi¨® con algunas generales y le oy¨® pronunciar la frase "... es constitucional". Mariano Ca?as precisa que, a su regreso del Palacio de las Cortes, Armada coment¨® que Tejero era irreductible.En parecidos t¨¦rminos se expresa el comandante Santiago Dur¨¢n L¨®pez, ayudante del teniente general Gabeiras el 23-F, al referirse a Armada, del que afirma es un gran jefe y un perfecto caballero. Atestigua que la noche de la ocupaci¨®n del Congreso, el comportamiento de Armada en el Cuartel General del Ej¨¦rcito fue normal y no hizo ning¨²n comentario desfavorable a la soluci¨®n del problema creado con la acci¨®n de Tejero, por lo que el testigo se?ala que su cese le produjo sorpresa. Recuerda Santiago Dur¨¢n que cuando el d¨ªa 24 de febrero Milans del Bosch fue llamado a Madrid por Gabeiras, aqu¨¦l pidi¨® hablar con Armada y que la entrevista entre ambos, que se celebr¨® en el antedespacho del ministro de Defensa, se desarroll¨® en t¨¦rminos correctos, aunque no pudo escuchar su contenido.
A petici¨®n tambi¨¦n del defensor de Armada, el relator ley¨® luego la declaraci¨®n del teniente coronel de la Guardia Civil Barrios Rueda, quien en las fechas del intento de golpe era jefe del servicio de vigilancia y seguridad del Cuartel General del Ej¨¦rcito. El mismo relata que conoci¨® a Armada en el despacho de Asuntos Generales en donde este se vi¨® normalmente con Gabeiras en varias ocasiones. Afirma que oy¨® que Armada trataba de arreglar la situaci¨®n creada por Tejero y que su conducta fue de m¨¢xima correcci¨®n y normalidad durante toda la noche.
El teniente coronel Arturo Baquero, del que se ley¨® tambi¨¦n la declaraci¨®n, afirma que le sorprendi¨® que Armada vistiera uniforinidad de diario, ya que por la ma?ana particip¨®, en compa?¨ªa de Gabeiras, en los actos de la Brigada Paracaidista.
Se inici¨® luego, a petici¨®n del abogado Hermosilla, la lectura de una serie de declaraciones efectuadas por sargentos y cabos primeros de la Guardia Civil presentes en el Congreso. Juan Mu?oz Morales, cabo primero del destacamento de Tr¨¢fico de Villalba, afirma en su declaraci¨®n que no entr¨® en el hemiciclo del Congreso, no efectu¨® ning¨²n disparo, ni someti¨® a coacci¨®n a persona alguna. Recuerda que fue llamado en la tarde del 23-F para pasar revista en el parque de automovilismo, donde un capit¨¢n del subsector les orden¨® seguirle, diciendo que asum¨ªa toda la responsabilidad. Llevaba cajas de leche al Congreso. Ram¨®n Hermosilla pidi¨® que se suspendiera la lectura de esta serie se declaraciones de suboficiales de la Guardia Civil, pero solicit¨® del tribunal que fueran tenidos en cuenta los folios de las declaraciones en los que, a su juicio, se acredita que ninguno de dichos suboficiales convers¨® con el comandante Bonell, ayudante de Armada, ni con ning¨²n otro comandante de Infanter¨ªa en la tarde-noche del 23 de febrero.
Declaraciones de capitanes generales
Posteriormente, el defensor del general Armada solicit¨® que se leyeran las declaraciones de varios capitanes generales, con mando de regi¨®n militar en la fecha del 23 de febrero, referidas al concepto que tienen de aqu¨¦l y de su actitud en aquella jornada. A este respecto, el capit¨¢n general de la I Regi¨®n Militar, Guillermo Quintana Lacaci, relata en su declaraci¨®n que, informado del asalto al Congreso, se puso en contacto con Gabeiras que le orden¨® que acuartelara las tropas y concentrara el grupo de operaciones especiales. Telefone¨® al general Juste, jefe de la Divisi¨®n Acorazada, quien le dijo que estaban a punto de salir unas unidades por orden del teniente general Milans. Quintana Lacaci orden¨® a Juste que mantuviera las tropas en los cuarteles, aunque reconoce en su testimonio que la unidad del comandante Pardo Zancada sali¨® de la Divisi¨®n sin permiso.
Precisa tambien en su declaraci¨®n que cuando tuvo noticia de que el general Torres Rojas se encontraba en el Cuartel General de la Divisi¨®n Acorazada, telefone¨® al capit¨¢n general de la VIII Regi¨®n Militar, quien le pidi¨® que ordenara a Torres Rojas que regresara a La Coru?a. Afirma Quintana Lacaci que supo que el Rey no apoyaba la operaci¨®n y que llam¨® a Milans, quien le asegur¨® que no hab¨ªa sacado las tropas ni los tanques a la calle. Volvi¨® a llamar al capit¨¢n general de Valencia cuando conoci¨® la difusi¨®n de su bando y aqu¨¦l le dijo que lo hab¨ªa publicado para cuidar el orden en aquella provincia. Quintana Lacaci recuerda que pidi¨® a Milans que ordenara a Tejero y a Pardo Zancada que depusieran su actitud, y aqu¨¦l le comunic¨® que no pod¨ªa hacerlo porque no ten¨ªa jurisdicci¨®n sobre ellos.
El abogado Hermosilla renunci¨® a la lectura del resto de la declaraci¨®n de Quintana Lacaci y solicit¨® se relatara el testimonio de Pedro Merry Gordon, que el 23-F era capit¨¢n gener¨¢l de la II Regi¨®n Militar (Sevilla). Este manifiesta que, a partir de las siete menos cuarto de la tarde de ese d¨ªa, de acuerdo con la JUJEM, orden¨® el acuartelamiento de las tropas, la Alerta 2 y la operaci¨®n Diana. Declara Merry Gordon que a las 18,40 le llam¨® por tel¨¦fono Milans para comunicarle las medidas que hab¨ªa adoptado en su regi¨®n militar, y que ¨¦l respondi¨® que quedaba enterado del tema. Tambi¨¦n recuerda que recibi¨® el t¨¦lex del Rey orden¨¢ndole que mantuviera el orden constitucional y que para cualquier medida militar deb¨ªa contar con la aprobaci¨®n de la JUJEM.
Se?ala, as¨ª mismo, Merry Gordon c¨®mo en varias ocasiones habl¨® con el Rey quien, seg¨²n afirma, le agradeci¨® la actuaci¨®n de la II Regi¨®n Militar. A preguntas del juez instructor, Merry Gordon dice que tiene un concepto inmejorable del general Armada como profesional y como persona.
El relator ley¨® m¨¢s tarde la declaraci¨®n del teniente general Arozarena, que el 23-F era director del Centro de Estudios Superiores de la Defensa Nacional (CESEDEN), quien manifiesta que consideraba al general Armada un profesional muy preparado e incapaz de llevar a cabo ninguna acci¨®n en contra del Rey o de Espa?a.
Ram¨®n Hermos¨ªlla, defensor de Armada, solicit¨® luego la lectura de la declaraci¨®n del teniente general El¨ªcegui Prieto, que el 23-F estaba al mando de la V Regi¨®n Militar (Zaragoza), quien indica que, poco despu¨¦s de conocer el asalto al Congreso, recibi¨® una llamada telef¨®nica de Milans que le dijo que se iba a producir una masacre en el mismo y que ¨¦l iba a difundir un manifiesto. El¨ªcegui Prieto declara que ¨¦l prefiri¨® informar se antes y por ello telefone¨® a Gabeiras, quien le manifest¨® que la orden de acuartelamiento estaba bien dada.
El Rey: "Se utiliza mi nombre en falso"
El entonces capit¨¢n general de la V Regi¨®n Militar revela que a las 20 horas de la noche del 23 de febrero recibi¨® una llamada telef¨®nica del Rey, quien le dijo: "El¨ªc¨¦gui, se est¨¢ utilizando mi nombre en falso. Trabaja con los gobernadores civiles y si tienes alguna duda ll¨¢mame". Tambi¨¦n recuerda que, en la noche del 23-F, La¨ªna le explic¨® que que estaba dispuesto a llevar a cabo el asalto del Congreso con GEOS, y le pidi¨® que hablara con Milans para convencerle de que retirara el bando. Este le contest¨® por tel¨¦fono que s¨®lo lo retirar¨ªa si el general Armada se hac¨ªa cargo del gobierno.
En una segunda declaraci¨®n de Elic¨¦gui Prieto, que se ley¨® a continuaci¨®n, ¨¦ste indica que conoci¨® a Armada cuando ambos eran alumnos de la Escuela de Estado Mayor y que le consideraba un caballero y un buen compa?ero. Coment¨® a este respecto que mientras Armada fue secretario del pr¨ªncipe y luego Rey, Juan Carlos, fue leal al mismo y nunca, ni siquiera despu¨¦s de dejar su cargo en la Zarzuela, hizo comentarios jocosos respecto a la familia real ni desvel¨® nada relacionado con su destino. Revela que durante la noche del 23-F mantuvo varios contactos con Armada en quien vi¨® una actitud favorable a solucionar la situaci¨®n creada por el asalto al Congreso de los Diputados.
El entonces capit¨¢n general de Valladolid, teniente general Angel Campano, afirma en su declaraci¨®n que Armada ten¨ªa una. gran preparaci¨®n y era leal al Rey. A las once de la noche del 23 de febrero, habl¨® con Armada, que estaba en el despacho de Gabeiras y ¨¦ste le dijo que no hab¨ªa recibido ning¨²n encargo del Rey y que, en caso de que se produjera, lo recibir¨ªa a trav¨¦s del entonces Jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito.
Por su parte, el teniente general Luis Polanco, capit¨¢n general de la VI Regi¨®n Militar (Burgos) afirma conocer a Armada, con quien tuvo un trato continuo y del que afirma que tiene una gran capacidad. Seg¨²n el testimonio del teniente general Polanco, Armada es incapaz de hacer ning¨²n mal.
El teniente general Jes¨²s Gonz¨¢lez del Yerro, capit¨¢n general de Canarias, testimoni¨® ante el juez instructor, seg¨²n consta en su declaraci¨®n, que una vez que tuvo noticia del asalto al Congreso orden¨® la puesta en marcha de la operaci¨®n Diana y el acuartelamiento de las tropas. A las 19,10, hora peninsular, telefone¨® a Gabeiras. Cogi¨®, recuerda, el tel¨¦fono Armada, quien le puso en contacto con Gabeiras a quien comunic¨® que no hab¨ªa novedades en Canarias. Indica que tambi¨¦n llam¨® al Palacio de la Zarzuela y a la JUJEM para dar novedades y que a las 10 de la noche, hora canaria, recibiouna llamada de Milans que le dijo que tem¨ªa una masacre en el Congreso, que se deb¨ªa evitar.
Declara Gonz¨¢lez del Yerro que Milans le manifest¨®, a este respecto, que la soluci¨®n podr¨ªa ser un gobierno presidido por Arrmada y le pregunt¨® su opini¨®n sobre la iniciativa. El capit¨¢n general de Canarias precisa que le contest¨® que consideraba una locura la formaci¨®n de un gobierno Armada con el Congreso dominado por las metralletas. A la una y cuarto de la madrugada del d¨ªa 24 de febrero, hora canaria, Gonz¨¢lez del Yerro recibi¨® una llamada de Quintana Lacaci para pedirle que tratara de convencer a Milans de que depusiera su actitud y que ¨¦l le contesto que sobre el capit¨¢n general de Valencia quien mejor podr¨ªa influir era el Rey.
El entonces capit¨¢n general de Baleares, teniente general Manuel de la Torre Pascual, afirma en su declaraci¨®n que al escuchar por la radio el bando dictado por Milans le telefone¨® y le pregunt¨® por la situaci¨®n en su regi¨®n. Milans le in form¨® del bando con la declaraci¨®n del estado de excepci¨®n y le dijo que ello era conocido por el Rey. Manuel de la Torre Pascual relat¨® luego los contactos telef¨®nicos y por medio del t¨¦lex que mantuvo con el Rey en la noche del 23-F.
La hoja de servicios de Torres Rojas
A las once y media de la ma?ana, y una vez concluida la lectura de las partes del sumario pedida por el defensor del general Armada, el abogado Gerardo de la Quintana, defensor del general Torres Rojas, gobernador militar de La Coru?a cuando el intento de golpe y ex jefe de la Divisi¨®n Acozarada, pidi¨® en primer lugar que se leyeran algunos pasajes de la hoja de servicios del citado general.
Solicit¨® luego el abogado que se leyeran las declaraciones del teniente general Fern¨¢ndez Posse, a la. saz¨®n capit¨¢n general de la VIII Regi¨®n Militar (La Coru?a). Indica ¨¦ste en su testimonio que el general Torres Rojas se encontraba la ma?ana del 23 de febrero en Madrid debidamente autorizado y para resolver asuntos particulares y que regres¨® la noche del mismo d¨ªa a su despacho oficial.
La pasividad de Juste
Gerardo de la Quintana pidi¨® entonces que se leyeran las declaraciones del general Juste, jefe de la Divisi¨®n Acorazada el 23 de febrero, lo que fue rechazado por el tribunal debido a que ese testimonio ya fue le¨ªdo a petici¨®n del fiscal en las primeras sesiones de la vista. Aleg¨® el defensor de Torres Rojas que en aquella ocasi¨®n la declaraci¨®n fue le¨ªda sin que se dejara constancia de las preguntas, pero el presidente del tribunal sigui¨® denegando la petici¨®n.
S¨ª accedi¨® el tribunal a que se leyeran, a petici¨®n del mismo abogado, las declaraciones del general Fernando Ortiz Cal, que mandaba unas de las brigadas de la Acorazada en el momento de la intentona. Se?ala este general que, a las tres de la tarde del 23 de febrero, recibi¨® en su casa una llamada telef¨®nica del procesado comandante Pardo Zancada, quien le anunci¨® que se iba a celebrar una reuni¨®n en el cuartel general de la divisi¨®n, a la que concurrir¨ªan los generales Juste y Torres Rojas, as¨ª como otros jefes y oficiales de la Acorazada. Ortiz declara que llego all¨ª sobre las seis de la tarde y que le extra?¨® que estuviera presente el general Juste, al que supon¨ªa en visita de inspecci¨®n en Zaragoza, donde se encontraban de maniobras algunas unidades de la divisi¨®n.
El general Ortiz Cal afirma en su declaraci¨®n que, como iba de paisano, le indicaron que vistiera el uniforme, al tiempo que le dijeron que cumpliera unos objetivos que1e entregar¨ªan por escrito. Asegura tambi¨¦n que le explicaron que toda la operaci¨®n estaba mandada por el Rey. Cuando estaba en su casa poni¨¦ndose el uniforme, a?ade el general, se enter¨® de los que estaba sucediendo en el Congreso. Luego, ya en la sede de su brigada, recibi¨® una llamada del capit¨¢n general de Madrid, teniente general Quintana, quien le orden¨® que acuartelara a sus tropas. Comunic¨® entonces con el cuartel general de la divisi¨®n y el general Juste le confirm¨® que quedaban suspendidas todas las ¨®rdenes dadas con anterioridad. Afirma asimismo que las ¨®rdenes se las dieron los jefes y oficiales del estado mayor de la divisi¨®n y que el general Juste no dio ninguna y permaneci¨® en estado pasivo, lo que, a su juicio, "era contrario a la actitud habitual".
En torno a la reuni¨®n celebrada en el cuartel general de la Divisi¨®n Acorazada y a las ¨®rdenes impartidas para poner en movimiento algunas de sus unidades versaron igualmente las declaraciones, cuya lectura sigui¨® pidiendo el defensor de Torres Rojas, de jefes entonces destinados en la Brunete.
El general Arn¨¢iz Torres, entonces coronel jefe del regimiento mixto de Ingenieros de la divisi¨®n, se?ala que fue llamado tambi¨¦n por Pardo, quien le dijo que Torres Rojas se encontraba en el cuartel general y que quer¨ªa saludarle. Cuando lleg¨® all¨ª, se dio cuenta de la presencia de Juste e indica que, en la reuni¨®n que tuvo lugar a continuaci¨®n, Pardo afirm¨® que se iban a producir una serie de hechos graves, de los que estaban in formados el Rey y, el general Armada. Seg¨²n las versi¨®n del general Arn¨¢iz, Torres Rojas a?adi¨® que incluso la Reina estaba al tanto.
Incorporado a su regimiento, Arn¨¢iz recibi¨® la llamada del capit¨¢n Tamarit, del estado mayor de la divisi¨®n, quien le comunic¨® la clave lunes, a partir de la cual deb¨ªa ejecutar las ¨®rdenes cursadas y que, en su caso, consist¨ªan en la ocupaci¨®n de cinco emisoras. Una de sus unidades ocup¨® efectivamente Radio Popular de Madrid, pero fue retirada cuando el estado mayor de la Acorazada suspendi¨® las ¨®rdenes enviadas anteriormente. En una segunda declaraci¨®n el mismo general asegura que Juste mand¨® en todo momento la divisi¨®n, aunque las ¨®rdenes fueron transmitidas por su estado mayor, y que el general Torres Rojas, durante la reuni¨®n, se puso a las ¨®rdenes del general jefe de la Brunete.
El coronel Manuel Cervantes, que mandaba la Agrupaci¨®n Log¨ªstica n¨²mero 1 de la divisi¨®n, cuenta en su testimonio c¨®mo recibi¨® una llamada del cuartel general para que acudiera a saludar a Torres Rojas. Cuando lleg¨® all¨ª, Pardo Zancada estaba ya narrando su visita a Milans del Bosch. Relata entonces el coronel Cervantes la distribuci¨®n y posterior suspensi¨®n de ¨®rdenes y subraya que el general Torres Rojas no dio explicaci¨®n alguna de su presencia en el cuartel general de la divisi¨®n ni hizo alusi¨®n a su regreso a La Coru?a.
"Primero al aire, luego al suelo y despu¨¦s a dar"
En una segunda declaraci¨®n, el mismo coronel afirma que cre¨ªa, sin poder asegurarlo, que en aquella reuni¨®n el general Torres Rojas confirm¨® todo lo dicho por Pardo Zancada y que no recordaba si el coronel San Mart¨ªn, jefe de estado mayor de la Acozarada, dijo algo. En todo caso, asegura que el general Juste no fue suplantado en ning¨²n momento.
Otros de los asistentes a la reuni¨®n, el coronel Joaqu¨ªn Valencia, jefe del regimiento Villaviciosa, cuya declaraci¨®n fue le¨ªda a continuaci¨®n, relata c¨®mo acudi¨® tarde al cuartel general de la divisi¨®n porque estaba almorzando fuera de casa y tard¨® en ser localizado. Cuando lleg¨® le explicaron que su misi¨®n era ocupar Prado del Rey, ante. lo cual regres¨® a su despacho y orden¨® que salieran tres escuadrones, uno de los cuales, mandado por el capit¨¢n Mart¨ªnez Merlo penetr¨® en las instalaciones de radio y televisi¨®n mientras otros dos permanec¨ªan en las inmediaciones. Explica el coronel Valencia que no recibi¨® orden de interferir en la progamaci¨®n, sino de evitar que se difundiera cualquier informaci¨®n, y que sus tropas regresaron cuando el capit¨¢n general de Madrid y el general Juste le ordenaron la suspensi¨®n de las ¨®rdenes.
Sobre la reuni¨®n, el coronel Valencia afirma que cree que fue San Mart¨ªn quien dijo que lo que iba a ocurrir lo conoc¨ªa el Rey.
En su declaraci¨®n, el coronel Antonio Centeno, jefe entonces de uno de los regimientos mecanizados de la divisi¨®n, repite, m¨¢s o menos en id¨¦nticos t¨¦rminos que los anteriores, c¨®mo fue citado por tel¨¦fono por Pardo y c¨®mo encontr¨® en el cuartel general de El Pardo a Torres Rojas. De acuerdo con su relato, tras la intervenci¨®n de Pardo en la tantas veces citada reuni¨®n, el general Torres Rojas dijo que se trataba de una acci¨®n por el bien de Espa?a y que los Reyes lo sab¨ªan. En cuanto al general Juste, el coronel Centeno se?ala que, durante toda la reuni¨®n, estuvo pensativo y preocupado y que, a su juicio, eso no era norma habitual en ¨¦l.
Finaliz¨® esta sucesi¨®n de declaraciones con la lectura de la del coronel Jos¨¦ Pontija, jefe el 23 de febrero de otro de los regimientos de la Divisi¨®n Acorazada. Se?ala el coronel que, en la reuni¨®n, San Mart¨ªn pidi¨® que dejaran hablar a Pardo para exponer los detalles de una operaci¨®n que, seg¨²n ¨¦ste, apoyaban el Rey y el general Armada y que estar¨ªa motivada por un hecho grave, pero nadie concret¨® de qu¨¦ hecho se trataba. Pontija a?ade que, seg¨²n su impresi¨®n personal, Torres Rojas no dio orden alguna y que el general Juste mand¨® en todo momento la divisi¨®n, aunque dej¨® hacer a su estado mayor, por lo que su actitud fue m¨¢s bien de aquiesciencia.
Asegura en su declaraci¨®n el general Pontija que en las ¨®rdenes recibidas del estado mayor de la Acorazada se indicaba que, si las unidades que salieran a la calle eran hostigadas por grupos civiles, se disparara "primero al aire, luego al suelo y despu¨¦s a dar".
Denegada la lectura de un informe de 'El Alc¨¢zar'
Gerardo de la Quintana pidi¨® a continuaci¨®n que de leyese, como prueba de la defensa, el informe sobre terrorismo en 1980 publicado por el diario El Alc¨¢zar, que est¨¢ incluido en el sumario. El tribunal deneg¨® la prueba, ante lo cual el defensor de Torres Rojas pidi¨® que constara en acta su protesta a efectos de casaci¨®n. Se unieron a la protesta los abogados L¨®pez Montero (de Tejero), Zugasti (del capit¨¢n Batista), Mu?oz Perea (del capit¨¢n Pascual), de Miguel (de Camilo Men¨¦ndez, Pardo Zancada y Garc¨ªa Carr¨¦s), Segura (del capit¨¢n Mu?ecas), de Meer (del capit¨¢n Dusmet), Ortiz (del teniente Izquierdo), Li?¨¢n (del capit¨¢n Rom¨¢n), Salva Paradela (del teniente Alvarez Fern¨¢ndez), Novalvos (del teniente Boza), G¨®mez Garc¨ªa (del capit¨¢n Alvarez Arenas) y Hern¨¢ndez Gri?o (del teniente Ramos).
El defensor de Torres declar¨® entonces que no solicitar¨ªa ninguna lectura m¨¢s, pero que se reservaba la facultad de pedir otras m¨¢s adelante. En ese momento, el abogado de Armada, Ram¨®n Hermosilla, pidi¨® a Quintana que concretara los folios cuya lectura se reservaba, ante lo que ¨¦ste respondi¨® que se trataba de los folios que considerara m¨¢s oportuno para el desarrollo de su defensa. El presidente del tribunal indic¨® entonces que se reservaba tambi¨¦n el derecho de aceptar o denegar la lectura de esos folios.
Camilo Men¨¦ndez en el Congreso
Eran las dos menos veinte de la tarde cuando el presidente del tribunal indic¨® al abogado Adolfo de Miguel, defensor del capit¨¢n de nav¨ªo Camilo Men¨¦ndez, del comandante Pardo Zancada y del civil Juan Garc¨ªa Carr¨¦s, que pod¨ªa solicitar la lectura de las diligencias del sumario que considerara oportuno. El letrado pidi¨® se leyera el t¨¦lex remitido por el Rey a Milans en la madrugada del 24 de febrero. En el mismo el Monarca le comunicaba que ten¨ªa la decisi¨®n de mantener el orden constitucional y que cualquier golpe de Estado ser¨ªa contra ¨¦l. El Rey ped¨ªa tambi¨¦n a Milans que retirara las unidades de Valencia, que con-
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venciera a Tejero para que depusiera su actitud y le aseguraba que no abdicar¨ªa de la corona.
A peticici¨®n de Adolfo de Miguel, se ley¨® luego la declaraci¨®n certificada del teniente general Ignacio Alfaro Arregui, que el 23-F era presidente de la JUJEM. El mismo indica que, al tener conocimiento de la ocupaci¨®n del Congreso, decidi¨® que el organismo que presid¨ªa se constituyera en sesi¨®n permanente. Revela que el director general de la Guardia Civil le hab¨ªa comunicado que Tejero le hab¨ªa dicho que no recibir¨ªa m¨¢s ¨®rdenes que las procedentes de Milans. Precisa que la JUJEM estuvo en contacto permanente con la comisi¨®n de subsecretarios y que al conocer la postura de Tejero de no negociar m¨¢s que con Armada, se llam¨¦ a ¨¦ste para que negociara con aquel las condiciones de su rendici¨®n, condiciones que ser¨ªan aceptadas por el teniente coronel y por la JUJEM.
Afirma tambi¨¦n el teniente general Ararriburu que sobre las cero horas del d¨ªa 24 de febrero lleg¨® al hotel Palace donde se encontraba el capit¨¢n de nav¨ªo Camilo Men¨¦ndez, quien se puso a sus ¨®rdenes y le pidi¨® autorizaci¨®n para entrar en el Congreso y dar un abrazo a su amigo Tejero. Aramburu, seg¨²n consta en su declaraci¨®n, le dijo que se fuera a su casa y no complicara m¨¢s las cosas, pero que el capit¨¢n de nav¨ªo, seg¨²n supo despu¨¦s, hab¨ªa entrado en el Congreso.
Declara as¨ª mismo Aramburu que, cuando supo que hab¨ªa entrado en el Congreso una unidad de la Polic¨ªa Militar al mando del comandante Pardo Zancada, envi¨® all¨ª a su ayudante para que ordenara la salida ole la misma del edificio. A su regreso, el ayudante de Aramburu, el comandante Moreno, relat¨® que el capit¨¢n Alvarez Arenas le hab¨ªa dicho que ¨²nicamente obedecer¨ªa ¨®rdenes de Pardo Zancada y que, por ello, no retirar¨ªa la unidad. Con respecto a este ¨²ltimo oficial, recuerda Aramburu que en la madrugada del d¨ªa 24 comunic¨® que negociar¨ªa, pero que antes deb¨ªa hablar con sus oficiales.
El general Aramburu Topete indica tambi¨¦n en su testimonio que Armada volvi¨® del Congreso a las once de la ma?ana con la orden del presidente de la JUJEM para negociar la rendici¨®n de Tejero, cuyo pliego de condiciones, una vez consultada la JUJEM, fue firmado en los pasadizos de la c¨¢mara legisltiva.
Minutos antes de las dos de la tarde, el presidente del tribunal levant¨® la sesi¨®n hasta las cuatro de la tarde.
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