Negoci¨¢ci¨®n de precios para el campo
Iniciada la fase de negociaci¨®n de precios agrarios para 1982, vuelven a aparecer los argumentos habituales de peligro de inflaci¨®n, proteccionismo exagerado, agravio con otros sectores de la sociedad espa?ola, etc¨¦tera.Los sindicatos, con las diferencias l¨®gicas derivadas de su particular tratamiento de la realidad agraria del pa¨ªs, consideran necesaria una subida de precios para 1982 pr¨®xima a la tasa de inflaci¨®n de 1981 o, en alg¨²n caso, sensiblemente superior. Y esto requiere una explicaci¨®n a la sociedad espa?ola.
Si los sindicatos agrarios piden un 14,15% y el aumento de producci¨®n se estima en un 2,5%, resulta que las rentas nominales subir¨ªan un 17,4%, cifra superior a los incrementos previstos en el ANE.
Pero claro es que faltar¨ªa a?adir que en 1981 las disponibilidades empresariales (suma de las rentas del trabajo no asalariado y los beneficios empresariales) bajaron a 562,7 miles de millones de pesetas, cifra inferior en un 12,7% a la correspondiente de 1980 (644,7 miles de millones). Cosa que no ha sucedido en otros sectores.
Por ello, si se subiesen los precios, el hipot¨¦tico 17,4% entre los dos a?os 1981 y 1982, la subida global habr¨ªa sido del 4,7%, porcentaje inferior al ANE.
La relaci¨®n Producto Interior Bruto y persona ocupada era, en 1980, de 461,8 miles de pesetas, cifra inferior a la del resto de la econom¨ªa, que fue del orden de 1.353,8 miles de pesetas, con lo que el trato de favor que reciben los agricultores podr¨ªa ser puesto en duda rotundamente.
La inflaci¨®n y la Seguridad Social
Desde otro enfoque, puede decirse que en 1981 la rentabilidad de las actividades agr¨ªcolas no super¨® el 0,5% de los recursos invertidos. En 1980, un a?o climatol¨®gicamente bueno, no se super¨® el 2,5%. Y s¨®lo la vocaci¨®n de los agricultores o su falta de alternativas mantienen al sector en explotaci¨®n. Es m¨¢s, a finales de 1981 las deudas de? sector con bancos e instituciones de cr¨¦dito oscilaban entre 830-865 miles de millones de pesetas. Y lo preocupante no es la cifra en s¨ª, que ya supone la mitad del valor estimado de la maquinaria, ganado y construcciones, es decir, todo lo que no es el propio valor de la tierra y las plantaciones. Esa cifra supone los beneficios de m¨¢s de treinta a?os iguales a 1981 y casi el doble de los ingresos netos de los agricultores.
En s¨ªntesis: lo preocupante es saber c¨®mo van a poder atenderse estos cr¨¦ditos agr¨ªcolas.
La temida reacci¨®n en cadena que desencadenar¨ªa la subida de precios agrarios, dispar¨¢ndose las tasas inflacionistas del pa¨ªs, es, te¨®ricamente, posible, aunque habr¨ªa que matizar que el PIB agrario, a precios corrientes, es en 1980 s¨®lo el 6,9% del P113 nacional.
De todas formas, una serie de datos puede ser significativa:
1. En 1980 los precios de garant¨ªa subieron un 12,5%. Sin embargo, los precios realmente percibidos por los agricultores aumentaron realmente un 3,1%.
2. Ese mismo a?o el subgrupo alimentaci¨®n del Indice de Precios al Consumo (IPC) subi¨® un 9,1 %. Es decir, si los agricultores s¨®lo percibieron un 3,1%, ?cu¨¢nto subieron los dem¨¢s subsectores que contribuyen a la transformaci¨®n de los productos y a las dem¨¢s fases que constituyen la cesta de la compra?
3. En conjunto, el IPC subi¨® un 15,5%.
Parece claro que en ese a?o los precios agrarios contribuyeron a frenar el IPC, sacrificio no compartido.
Por otro lado, el d¨¦ficit de la Seguridad Social Agraria alcanzar¨¢ probablemente los 420.000 millones de pesetas, lo que puede enfocarse como una transferencia de renta al sector.
Sin embargo, habr¨ªa que a?adir que la pir¨¢mide de poblaci¨®n en el sector es marcadamente re gresiva, con la mayor parte de sus miembros en los altos tramos de edad, lo que provoca que no se alcance el necesario equilibrio entre la parte del colectivo que trabaja y la parte no activa (pensionistas, jubilados, etc¨¦tera). En todo caso, la situaci¨®n real es que los hijos de los agricultores han abandonado el campo, cotizan a los reg¨ªmenes no agrarios y han quedado en el sector esos tramos de la poblaci¨®n que, en todo sistema de mutualismo deben ser atendidos con los miembros j¨®venes del colectivo.
Los sindicatos agrarios son conscientes de que, aun cuando sean justas, no pueden mantenerse reivindicaciones muy altas en materia de precios.
No obstante, es indudable que s¨®lo la pol¨ªtica de precios no basta, y por eso lo m¨¢s importante para los sindicatos agrarios es el destino que vaya a darse a las medidas complementarias y a los programas de actuaci¨®n, y qu¨¦ dinero se va a dedicar a ello.. Pues si se pretende que el sector sea competitivo en relaci¨®n con la CEE, debe reestructurarse y desarrollarse tecnol¨®gicamente.
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