La promesa de acatar la Constituci¨®n
"?Jura o promete acatar la Constituci¨®n?" "S¨ª, prometo". Est¨¢ ser¨¢ la respuesta que dar¨¢n los diputados del Partido Nacionalista Vasco el 9 de marzo, cuando el presidente del Congreso, Landelino Lavilla, formule la mencionada pregunta.Supondr¨¢ un acto de total y absoluta coherencia con lo que siempre ha manifestado este partido: que el desacuerdo profundo con importantes aspectos de la norma fundamental, que la abstenci¨®n en su refrendo el 6 de diciembre de 1978 y que la voluntad de reformarla democr¨¢ticamente por los cauces apropiados y leg¨ªtimos no es obst¨¢culo para acatarla. As¨ª lo expresaba el presidente del Euskadi Buru Batzar, del Partido Nacionalista Vasco, Xabier Arzallus, en los debates constitucionales: "Trabajaremos -y no digo lucharemospara que no haya ni siquiera un matiz de violencia f¨ªsica- para que se pueda, a partir de lo que ofrece la Constituci¨®n, llegar a una foralidad plena. Nuestra voluntad democr¨¢tica es de paz, de seguir con el respeto y la verdad dentro de las reglas del juego", as¨ª lo ha mantenido en repetidas ocasiones el presidente del Gobierno vasco, Carlos Garaikoetxea, y as¨ª lo ha venido demostrando d¨ªa a d¨ªa el PNV con sus hechos y con su conducta en las instituciones democr¨¢ticas.
A nadie se le oculta que el texto constitucional no es de nuestro entero agrado y que durante su debate en las Cortes, el nacionalismo vasco sufri¨® una gran decepci¨®n al ver caer sus postulados en la m¨¢s absoluta de las incomprensiones. Quiz¨¢ el rumbo de los acontecimientos en Euskadi hubiese sido otro si en aquel verano de 1978, la intransigencia y desconocimiento respecto al llamado problema vasco se hubiera tornado en flexibilidad y visi¨®n hist¨®rica haciendo con ello viable uno de los principales objetos de los que nos llevaron en 1977 a Madrid: que la Constituci¨®n consagrase en una disposici¨®n adicional, la ya famosa del reconocimiento de los derechos hist¨®ricos o tambi¨¦n llamada de "reintegraci¨®n foral plena", la total reconciliaci¨®n con el pueblo vasco, despu¨¦s de m¨¢s de un siglo de incomprensiones, recelos, conflictos e incluso guerras.
Pero no fue as¨ª, pues la cerraz¨®n se impuso a la cordura, los ¨¢rboles no dejaron ver el bosque a los, cortos de miras y no fue posible el pacto, aquel pacto con la Corona tan denostado por quienes ahora se deshacen en alabanzas para con el titular de la misma. Para el PNV, ya entonces, la clave de todo el proceso de reforma democr¨¢tica era la Corona, el Rey y a ¨¦l quisimos acudir, sin que nos lo permitiesen los que s¨®lo el 23-F se acordaron de que exist¨ªa. ?Qu¨¦ paradoja!
Aquella Constituci¨®n, debidamente interpretada y tras no pocos obst¨¢culos y sacrificios, dejando todos muchos pelos en la gatera, hizo posible un aceptable nivel de autogobierno a trav¨¦s de un texto, el Estatuto, que supon¨ªa un compromiso de indudable valor hist¨®rico. Acept¨¢ndolo, el PNV estaba ya dando pruebas inequ¨ªvocas de acatamiento a las reglas del juego democr¨¢tico, a la Constituci¨®n.
Pero el tiempo pasa, los compromisos se olvidan y los pactos se incumplen y as¨ª el esp¨ªritu de conciliaci¨®n que anim¨® la discusi¨®n y aprobaci¨®n del Estatuto hoy se ha convertido, por parte de algunos, en esp¨ªritu de revancha frente a lo que nunca llegaron a aceptar de buena gana: la aut¨¦ntica autonom¨ªa pol¨ªtica.
Las innumerables lecturas de la Constituci¨®n son instrumento h¨¢bilmente manejado por quienes en forma de arma arrojadiza usan de la Constituci¨®n con Fines meramente partidistas. En el PNV somos perfectamente conscientes de que la ley de leyes est¨¢ sujeta a un aut¨¦ntico proceso de desnaturalizaci¨®n a trav¨¦s de ciertas normas de desarrollo que, sin respetarla en muchas ocasiones, la modifican, revisan y traicionan, en su esp¨ªritu o en su letra lo mismo da, acudiendo incluso al fraude de ley, al fraude de la ley fundamental. Me pregunto qu¨¦ sentido tendr¨¢ el acto del pr¨®ximo d¨ªa para quienes queriendo reformarla, pero careciendo del valor necesario para hacerlo por el procedimiento en ella establecido, utilizan alevosamente v¨ªas indirectas que de hecho la conculcan.
Hoy resulta, parad¨®jicamente, que el PNV manteniendo abierta y honradamente sus discrepancias, y siendo uno de sus principales cr¨ªticos, tiene que constituirse repetidas veces en valedor del esp¨ªritu de libertad y democracia que la insufl¨® y en censor de acciones u omisiones que de frente o por la espalda la amenazan. El acatamiento del Partido Nacionalista Vasco a la Constituci¨®n no lo es tanto, o al menos no lo es s¨®lo a un texto criticable, interpretable, cambiante, utilizable con buena o mala fe, sino que lo es sobre todo al compromiso con la libertad, la democracia, la justicia y el progreso que en ella y en el Estatuto se materializ¨® con m¨¢s o menos fortuna. Si algo despreciamos, en pol¨ªtica, los vascos por encima de todo es el fariseismo, la traici¨®n a la palabra; y es el respeto a la palabra dada, el cumplimiento del compromiso contra¨ªdo nuestro principal aval en los avatares de la pol¨ªtica. La historia as¨ª lo ha demostrado y lo demostrar¨¢.
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