Prudencia e inquietud

CON LA inevitable excepci¨®n de la Prensa ultraderechista, la vista oral del proceso por los hechos del 23 de febrero de 1981 est¨¢ siendo seguida por la sociedad espa?ola con una combinaci¨®n de prudencia e inquietud, de tranquilidad y de temor, de cierta aburrida impaciencia ante un final que no parece haya de llegar nunca. S¨®lo la provocaci¨®n de los encapuchados de ETA ha tensado, fuera de los c¨ªrculo del poder, la situaci¨®n. Pero ese clima social de serenidad no se ve favorecido -antes al contrario- mediante la simulaci¨®n de una cotidianidad rutinaria en la gesti¨®n de los asuntos del Estado o con la instalaci¨®n en primer plano de las peleas y conflictos dentro de la clase pol¨ªtica al grito de aqu¨ª no pasa nada.

Mientras los espa?oles se enteran, por las declaraciones de los procesados en el juicio de Campamento, de la existencia de grupos violentos clandestinos dentro de las Fuerzas Armadas y de jefes y oficiales -no sentados en el banquillo y de identidad desconocida- dispuestos a derribar mediante la fuerza la Monarqu¨ªa parlamentaria, no resulta f¨¢cil aceptar algunos juegos de esgrima entre el Gobierno y la oposici¨®n o entre los diferentes partidos para sacar peque?as ventajas en una carrera electoral iniciada desde hace varias semanas, pero que puede todav¨ªa quedar bruscamente interrumpida, y para muchos a?os, por un acto de fuerza, si la gobernaci¨®n del pa¨ªs no se rige con mayor energ¨ªa y menos hamletiana dubitaci¨®n.

Ejemplos de ello pueden encontrarse en casi todos los terrenos. Se dice ya que la ley de Autonom¨ªa Universitaria podr¨ªa ser retirada como consecuencia de los intereses corporativistas de los numerarios y de las presiones de las universidades de la Iglesia. Tambi¨¦n se difunde la noticia de las in¨²tiles diligencias previas de la jurisdicci¨®n militar contra Alfonso Guerra, mientras desconocemos que el Ministerio de Defensa haya emprendido investigaci¨®n oficial ni diligencia alguna respecto a esos misteriosos grupos violentos comandados por coroneles y oficiales que a diario salen a relucir en las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos. Los comunistas retiran del Congreso una proposici¨®n de ley sobre el abort¨®, pero sus concejales, de acuerdo con sus compa?eros socialistas, presentan una moci¨®n sobre el tema destinada a pedir agilidad en la resoluci¨®n del mismo. Para ello, seg¨²n dicta el sentido com¨²n, bastar¨ªa quiz¨¢s con no haber retirado la proposici¨®n. El Gobierno del Principado de Asturias se convierte, asimismo, en motivo de un sordo forcejeo entre el PSOE y el PCE, probablemente incomprensible para sus votantes. Sin embargo, es con seguridad la pol¨¦mica sobre la autonom¨ªa valenciana la que ha batido todas las marcas de estupor en unos momentos en que la atenci¨®n del pa¨ªs se centra en el juicio de Campamento.

El debate en el Pleno del Congreso sobre el Estatuto de Benicasim ya fue un c¨²mulo de desprop¨®sitos. Pero la resaca de la derrota del Gobierno est¨¢ dando todav¨ªa mayores sorpresas. Fern¨¢ndez Ord¨®?ez se enreda en sutilezas bizantinas para justificar el voto negativo de su grupo al art¨ªculo uno del proyecto, despu¨¦s de que dijera, como dijo, que apoyar¨ªa el proyecto gubernamental, de infausta memoria. El secretario general de UCD lanza una patosa broma sobre el ex ministro de Justicia y la festividad de los Santos Inocentes. Fernando Abril Martorell, responsable en gran medida de la hecatombe del Estatuto por su obstinaci¨®n en imponer a golpe de mayor¨ªas raspadas un texto insuficientemente negociado, sigue haciendo demagogia gruesa con los s¨ªmbolos y atizando las emociones de la derecha valenciana para ganar posiciones electorales... Parece evidente que la derrota del Gobierno no se hubiera producido con un m¨ªnimo de preparaci¨®n del Pleno y con la presencia en el hemiciclo de todos los diputados de UCD y Coalici¨®n Democr¨¢tica comprometidos a un voto favorable. Y tambi¨¦n es obvio que, si Fern¨¢ndez Ord¨®?ez hab¨ªa asegurado que su grupo apoyar¨ªa el Estatuto en su totalidad, resulta poco ¨¦tico que votaran en contra del primer art¨ªculo concreto del texto cuando incluso pod¨ªan haber elegido como alternativa menos mala el camino de la abstenci¨®n. Quiz¨¢s el ex ministro de Justicia no deb¨ªa haber prometido nunca a Calvo Sotelo el s¨ª para una ley que resultaba con evidencia conflictiva e inoportuna en sus planteamientos. Pero, puesto que lo hizo, debi¨® cumplir con ello o pudo al menos avisar de su arrepentimiento. Las notas y declaraciones posteriormente cruzadas entre el l¨ªder de Acci¨®n Democr¨¢tica y el presidente del Gobierno no han hecho sino empeorar las cosas. La pol¨ªtica es un digno y hermoso espect¨¢culo. No se convierta en un patio de monipodio, que bastante hay ya con lo que se est¨¢ diciendo y oyendo en el Servicio Geogr¨¢fico del Ej¨¦rcito.