Urgencia de la reconversi¨®n industrial
Seg¨²n el autor, los pasos emprendidos hasta ahora por UCD para abordar la reconversi¨®n in dustrial en Espa?a han supuesto un debilitamiento continuo de la estructura del sector: 382.000 puestos de trabajo desaparecidos entre 1976 y 1979 y m¨¢s de 250.000 entre 1980 y 1981. Ante este panorama, el l¨ªder comunista convoca para un debate en profundidad sobre pol¨ªtica industrial, que propiciar¨ªa la pendiente discusi¨®n en el Parlamento de una ley sobre Reconversi¨®n Industrial dictada por el Gobierno el pasado mes de junio.
Pendiente de discusi¨®n en el plenario del Parlamento se encuentra la ley de Reconversi¨®n Industrial, dictada por el Gobierno el pasado 5 de junio en forma de decreto-ley.Este debate, si se lleva a efecto, lo ser¨¢ por iniciativa de los partidos de izquierda, especialmente el PCE, que en su momento plante¨® lo negativo que ser¨ªa hurtar al Parlamento la discusi¨®n de un decreto que pretende establecer unos criterios para la reestructuraci¨®n de empresas y sectores que se ha elaborado en la pr¨¢ctica de la peor manera y no contiene las bases de lo que ser¨ªa una aut¨¦ntica pol¨ªtica industrial.
El Gobierno de UCD present¨® en aquel momento, con gran pretenciosidad, el decreto como el instrumento en torno al que girar¨ªa su pol¨ªtica industrial; para ello cont¨® con la aquiescencia del resto de los partidos de la derecha o el centro, tanto estatales como nacionalistas, que en el debate presente siguen actuando como sus aliados incondicionales.
Nada m¨¢s lejos de la realidad que esas pretensiones gubernamentales.
Lo que dice la historia
All¨¢ por 1979, el se?or Abril Martorell inauguraba la pol¨ªtica de apoyo econ¨®mico-financiero a determinadas grandes empresas industriales, que era presentada de forma grandilocuente como la soluci¨®n para la supervivencia de ¨¦stas. Esta pol¨ªtica fue en su momento contestada por los sindicatos en t¨¦rminos globales porque no pasaba de ser una entrega de ayudas discrecionales a determinadas empresas sin ning¨²n tipo de garant¨ªas.
El tiempo ha dado la raz¨®n a los que la ten¨ªan, y ah¨ª est¨¢ Intelhorce, HYTASA, Nervacero, Aceros de Llodio, Echevarr¨ªa, La Farga Casanova, Segarra, etc¨¦tera, para demostrarlo.
El 5 de junio de 1981 se cambia de arma, pero no se modifica el ¨¢ngulo de tiro. El Gobierno publica un decreto de reconversi¨®n industrial que, entre otras cosas:
a) Posibilita la reestructuraci¨®n por decreto del Gobierno en los sectores que denomina b¨¢sicos, sin especificar cu¨¢les son ¨¦stos, y abriendo la posibilidad de reestructuraciones unilaterales sin contar con los trabajadores.
b) Ofrece apoyo privilegiado a las llamadas sociedades de reconversi¨®n, primando a las grandes empresas en detrimento de las peque?as, y con tendencia a crear monopolios apoyados en fondos p¨²blicos y sin control parlamentario.
c) Posibilita la extinci¨®n y rescisi¨®n de contratos de forma discrecional y sin creaci¨®n de empleo alternativo.
d) No especifica la participaci¨®n de los comit¨¦s en la aplicaci¨®n de los acuerdos a las empresas.
En realidad, la aplicaci¨®n pr¨¢ctica del decreto en los casos en que se ha dado (FEMSA-R. Bosch, Aceros Especiales, Construcci¨®n Naval, Ibercobre, textil) ha limitado los efectos m¨¢s negativos, como consecuencia de la presencia y presi¨®n sindical en cada una de las negociaciones. No obstante, las acciones llevadas a efecto hasta ahora no han sido sino una serie continuada de golpes parados por los sindicatos, lo que resulta l¨®gico desde su ¨®ptica, ya que ¨¦stos en estos casos lo ¨²nico que pueden hacer en las actuales circunstancias es defender los intereses de los trabajadores y evitar que haya despidos, objetivo que se ha conseguido en parte y en ciertos casos por la v¨ªa de las jubilaciones anticipadas y las bajas indemnizadas voluntarias.
Sin embargo, el Gobierno, en los ¨²ltimos tiempos, y en sectores como la gama blanca, el material para energ¨ªa y las telecomunicaciones, entre otros, no quiere aplicar reconversiones sectoriales y plantea una pol¨ªtica de ayudas empresa por empresa, es decir, que intenta de nuevo volver al punto de partida del se?or Abril Martorell.
Es evidente que los pasos emprendidos hasta ahora por UCD para abordar la reconversi¨®n industrial en Espa?a han supuesto un debilitamiento continuo de la estructura de nuestra industria, y los n¨²meros cantan: 382.000 puestos de trabajo netos desaparecidos entre 1976 y 1979, y no menos de 250.000 entre 1980 y 1981.
Ante esta situaci¨®n, lo m¨¢s l¨®gico es pensar que no existe en Espa?a una pol¨ªtica industrial definida. No obstante, no conviene enga?arse, pues la inexistencia de pol¨ªtica industrial es de por s¨ª una pol¨ªtica que sintoniza perfectamente con el neoliberalismo econ¨®mico tan en boga entre las mentes pensantes de nuestra derecha. Aunque es sabido que esta teor¨ªa y su pr¨¢ctica resultan contradictorias porque, mientras se proclama el liberalismo, se reclama continuamente la ayuda financiera y la intervenci¨®n legal, por v¨ªa de desgravaciones fiscales o medidas proteccionistas del sector p¨²blico.
Esta nueva aplicaci¨®n del viejo laissez faire se traduce en los planteamientos impl¨ªcitos de nuestros gobernantes y de los poderes patronales f¨¢cticos en limpiar las peque?as y medianas empresas en una primera etapa, lo que de alguna forma han conseguido, aligerar las plantillas de las grandes en una segunda etapa, para llegar a una tercera en la que, como dice la cita evang¨¦lica, "lo dem¨¢s nos vendr¨ªa dado por a?adidura".
Esta pol¨ªtica, que consiste en no definir una pol¨ªtica para la industria espa?ola, acabar¨ªa necesariamente, y caso de no enmendarse a tiempo, en el desastre.
En un momento como el que estamos viviendo, en el que la divisi¨®n internacional del trabajo se est¨¢ modificando aceleradamente , en el que las multinacionales dirigen una buena parte de sus producciones hacia pa¨ªses con menores costes de mano de obra, en el que la introducci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas procedentes del campo electr¨®nico e inform¨¢tico pueden trastocar estructuras y procesos productivos enteros, en el que la Europa a la que queremos dirigirnos est¨¢ programando estrategias de defensa com¨²n para su industria, en este momento el esperar a ver qu¨¦ pasa es un suicidio.
Ser¨ªa una pena que el necesario debate en el pleno del Parlamento sobre el decreto de reconversi¨®n industrial pasase sin pena ni gloria. Los comunistas no queremos que esto sea as¨ª; queremos que el decreto se modifique, pero tambi¨¦n pretendemos que ese debate sea el punto de partida de una discusi¨®n m¨¢s global sobre la pol¨ªtica industrial a aplicar en nuestro pa¨ªs para salir de la crisis.
Consideramos que los puntos m¨ªnimos a incluir en este debate deber¨ªan tener en cuenta:
- La definici¨®n de un modelo tecnol¨®gico.
- La perspectiva de entrada en la CEE.
- El papel de la empresa p¨²blica.
- La pol¨ªtica de negociaci¨®n con las multinacionales desde posiciones de defensa del inter¨¦s nacional.
- La definici¨®n de sectores industriales a potenciar.
- El crecimiento del mercado espa?ol y la necesaria pol¨ªtica de reactivaci¨®n.
- La pol¨ªtica de gasto p¨²blico y fundamentalmente de inversi¨®n.
- La relaci¨®n de la estructura del sistema financiero espa?ol con las dificultades de las empresas, y fundamentalmente de las pymes.
- La pol¨ªtica hacias las pymes, como sector empresarial generador de empleo.
- El modelo fiscal necesario para el desarrollo de la industria espa?ola.
- La situaci¨®n deprimida de determinadas ¨¢reas territoriales (Andaluc¨ªa, Galicia, Extremadura, Castilla, Arag¨®n, etc¨¦tera).
- La pol¨ªtica de distribuci¨®n de trabajo (descenso de las edades de jubilaci¨®n, disminuciones de jornada, etc¨¦tera) compatible con los incrementos de productividad que se est¨¢n produciendo y que se van a acrecentar como consecuencia de la introducci¨®n de nuevas tecnolog¨ªas.
Es evidente que una pol¨ªtica industrial de estas caracter¨ªsticas exige la concertaci¨®n social, el acuerdo de las fuerzas implicadas y, de alguna forma, la participaci¨®n de la izquierda en la administraci¨®n del Estado.
Este es el reto al que se enfrenta la industria espa?ola y al que, debemos responder. El PCE tiene una pol¨ªtica industrial y la dar¨¢ a conocer en breve, haya o no haya debate, aunque insistimos en que es fundamental que ¨¦ste tenga lugar.
Este es el reto al que hasta ahora no han querido hacer frente nuestros gobernantes, y es una tragedia, porque el camino por el que parece que nos quieren llevar conduce directamente al subdesarrollo industrial, con las secuelas sociales que conlleva: mayor dependencia exterior, paro, empobrecimiento, etc¨¦tera.
Pero lo que es m¨¢s grave es, que todas estas secuelas llevan a un deterioro continuo de la convivencia, a que se malinterprete lo que realmente es la reconversi¨®n industrial y a que cada vez m¨¢s trabajadores, que no ven m¨¢s que los efectos negativos del procesco, digan, sin pararse a pensar m¨¢s y sin ser conscientes de que esa tampoco es la salida: "?Reconversi¨®n industrial?: no, gracias".
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