Olga Manzano y Manuel Pic¨®n reencarnados
En el madrile?o teatro Espronceda, hasta el pr¨®ximo d¨ªa 28, Olga Manzano y Manuel Pic¨®n ofrecen un espect¨¢culo, En directo, compuesto de sus m¨¢s conocidas canciones y otras pertenecientes a su ¨²ltimo elep¨¦, titulado Canci¨®n de esquina. A un ritmo de dos recitales por d¨ªa, es dif¨ªcil llenar una sala durante un per¨ªodo de tiempo prolongado. Pero estos dos cantantes, por la dignidad de cuanto presentan, merecer¨ªan una afluencia de p¨²blico enormemente mayor de la que est¨¢n consiguiendo. Quede dicho de entrada, al margen de la valoraci¨®n subjetiva que pueda desprenderse de este comentario cr¨ªtico.Ella, pelo suelto y ojos entornados, va de rojo y negro. Lleva ¨¦l pantal¨®n de pana y brillante marr¨®n en la camisa. Les han precedido, con pisadas graves en la oscuridad, los cuatro m¨²sicos acompa?antes: Jos¨¦ Luis Pe?amar¨ªa, Sebasti¨¢n Fuenzalida, Faustino Jos¨¦ Porras y Armando Lorente. Y empiezan por el t¨¦rmino: Canci¨®n de esquina. Ese tema, m¨¢s otros dos (Ag¨¢rrate, Macoco y Caraballo mat¨® un gallo), junto a una versi¨®n arriesgada de Construcci¨®n, original del compositor brasile?o Chico Buarque, constituyen lo m¨¢s cuajado de la primera parte del recital. No se es tampoco insensible a la teatralizaci¨®n de La reencarnada, as¨ª como a la gracia de ciertas coplas populares, pero la desconexi¨®n es total cuando la moralina engorda, lo solemne asoma la oreja y se despliega la ret¨®rica nerudiana.
En la segunda parte se reencarna el vaiv¨¦n inicial. Funciona la iron¨ªa en Rel¨¢fica del negro, de Aquiles Nasau, al igual que la gracia en Prontuario popular de un uruguayo y Coplas montevideanas. Vale la pena destacar, asimismo, el tema instrumental que se marca a, la guitarra Jose Luis Pe?amar¨ªa. Y que la matr¨ªcula de honor quede adherida a la evocaci¨®n picaresca que hace Manuel Pic¨®n de los bailongos uruguayos de anta?o, donde para bailar tranquilo hab¨ªa que pedir tres pu?aladas de ventaja. El resto se halla amenazado, en mayor o menor medida, por la fiebre transcendental.
Otro cantar es la manera que tiene la pareja de escenificar sus temas. La seriedad no les sienta bien. Tienden a lo g¨¦lido, soso y macabro. Parecen sostener un teorema afilado en las manos. Dependen en exceso de las piruetas sonoras, cuando lo suyo, por talento entrevisto en las composiciones y en la forma de interpretarlas, ser¨ªa abandonarse, permitir que aflorase la risa y cambiar el tiroteo por el alboroto.
Uno es sensible a lo que Aute proclama: "Se es como se es". Pero ello no impide que aparezca el divorcio deformador entre lo que se canta y el m¨¦todo elegido para cantarlo. Por esa especie de tenebrismo de imagen, Olga Manzano y Manuel Pic¨®n pueden dar la sensaci¨®n de que, en lugar de actuar en directo, act¨²an en diferido. Tal vez si el p¨²blico abarrotase el teatro fuese todo muy distinto en la escena. Vayan a ver qu¨¦ pasa.
Babelia
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