El cultivo del irracionalismo
El "problema valenciano" no se puede plantear en absoluto como independentismo catalanista frente a regionalismo espa?olista, de la forma que lo hace parte de la derecha. Estos sectores practican este reduccionismo bipolarizando la cuesti¨®n y simplific¨¢ndola de tal manera que parece que todo aquel que no est¨¦ de acuerdo con la denominaci¨®n de Reino de Valencia, con la senyera de la ciudad de Valencia extendida a todo el territorio y con la configuraci¨®n de una lengua considerada como un problema de voluntarismo pol¨ªtico y no como un fen¨®meno cultural, es un independentista catal¨¢n.Esto no es cierto, lo repito una vez m¨¢s, y adem¨¢s tampoco es realmente el sustrato de lo que ocurri¨® en el Congreso de los Diputados. Me explicar¨¦ en lo que concierne a esta ¨²ltima afirmaci¨®n. En el Congreso, UCD y. CD quisieron imponer un Estatuto de Autonom¨ªa que, adem¨¢s del tema de los s¨ªmbolos, supon¨ªa serios recortes con respecto al acuerdo de Benicasim y significaba, de hecho, una autonom¨ªa concebida como una mancomunidad de diputaciones provinciales. Ese Estatuto que quer¨ªa ser impuesto por la voluntad de esos grupos parlamentarios no ha conseguido afortunadamente imponerse a trav¨¦s de la votaci¨®n de la C¨¢mara, demostr¨¢ndose varias cosas, y entre ellas que el Gobierno no puede actuar contra la voluntad del primer partido de la oposici¨®n sistem¨¢ticamente. En la tem¨¢tica valenciana, lo que la derrota del Gobierno significa es que no puede existir un Estatuto contra la voluntad de los socialistas, que somos el partido m¨¢s votado en el Pa¨ªs Valenciano, y no solamente en una ocasi¨®n., sino en todas las votaciones que se han realizado desde que se inici¨® el proceso democr¨¢tico. Con esta verdad desaparecen las pretendidas reivindicaciones de la derecha sobre su gran representatividad de lo que el pueblo quiere. En democracia, los votos son los que valen, con todos los respetos a la minor¨ªa, que, en este caso, adem¨¢s, no es tampoco homog¨¦nea. No lo es porque, aparte de que el PAD ha surgido de UCD y no parece compartir las tesis oficiales de este partido en lo que se refiere al tema valenciano, hubo en UCD de Valencia un debate en torno al llamado Documento de la Concordia, en el que se ped¨ªa solidaridad con los negociadores del Estatuto de Benicassim, valorando positivamente los resultados globales de esa negociaci¨®n, aceptando el Estatuto y consider¨¢ndolo como un compromiso equilibrado y el ¨²nico tal vez viable en las circunstancias del momento. Ese documento, firmado por todos los diputados centristas de Valencia, a excepci¨®n de Fernando Abril, fue presentado por el que era presidente centrista de Valencia, Emilio Attard, a un comit¨¦ regional, y rechazado, lo que condujo a la dimisi¨®n de Attard como presidente.
En cuanto a la vehemencia y ataques personales que alguna gente alega se ha producido con motivo del problema valenciano, quisiera recordar aqu¨ª p¨²blicamente los insultos, los golpes y los desaforados ataques de todo tipo de representantes tan cualificados de instituciones democr¨¢ticas como el alcalde y el presidente de la Diputaci¨®n de Valencia, ambos socialistas, han recibido habitualmente por parte de algunos defensores del Reino.
Pocos independentistas
La dicotom¨ªa que presenta la derecha valenciana no es cierta. Los socialistas, por ejemplo, sabemos que hay muy pocos independentistas en el Pa¨ªs Valenciano, y consideramos que es incre¨ªble que se manipule este tema convirti¨¦ndolo en una real amenaza para alguien. La verdadera pol¨¦mica no est¨¢ ah¨ª. La izquierda en el Pa¨ªs Valenciano (salvo posiciones muy minoritarias) es partidaria de una autonom¨ªa concebida como un autogobierno de los valencianos en el marco de una total solidaridad con todos los pueblos que formamos Espa?a. En la ponencia auton¨®mica aprobada por el 292 Congreso del PSOE, los socialistas insistimos en que somos herederos de un Estado centralista y autoritario que hay que transformar. Para nosotros, la autonom¨ªa de los pueblos de Espa?a es consustancial a la democracia y a la libertad, y democracia y autonom¨ªa s¨®lo pueden ser defendidas y consolidadas por una alternativa pol¨ªtica que parta de esos principios, que ejerza una pol¨ªtica solidaria para todos los pueblos y que piense en Espa?a como la expresi¨®n unitaria de los pueblos que la integran. Los socialistas, dentro de la idea de Espa?a como una naci¨®n de nacionalidades y regiones, defendemos con fuerza una transformaci¨®n auton¨®mica del Estado con perspectiva federal y de profundizaci¨®n democr¨¢tica. Por ah¨ª vendr¨¢n las soluciones a los problemas tradicionales de comunidades insatisfechas con una realidad de opresi¨®n ling¨¹¨ªstica, cultural, etc¨¦tera, y adem¨¢s habr¨¢ mayor participaci¨®n ciudadana a trav¨¦s de un fen¨®meno de multiplicaci¨®n de los centros de decisi¨®n a distinto nivel y de acercamiento del poder al pueblo.
El proyecto socialista para el Pa¨ªs Valenciano es coherente con lo dicho. Se trata de establecer un Estatuto con el m¨¢ximo posible de competencias para la Generalidad valenciana y que no sea, como quiere la derecha, una yuxtaposici¨®n de diputaciones, proyecto este en el que es l¨ªcito sospechar influyen razones electorales tan sorprendentes como para que UCD tenga mayor¨ªa en dos de las tres diputaciones provinciales, pese a que la gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n vive en municipios gobernados por la izquierda y, dentro de ella, por los socialistas. El proyecto habla del Pa¨ªs Valenciano porque ¨¦ste es el nombre bajo el cual se congreg¨® la oposici¨®n democr¨¢tica valenciana en su lucha por la democracia; porque es el que reconoc¨ªa el decreto-ley que constituy¨® el Consell como ¨®rgano preauton¨®mico (decreto-ley emanado de un Gobierno en el que figuraba el se?or Abril Martorell en un puesto especialmente importante); porque tiene tambi¨¦n una raigambre hist¨®rica respetable; porque no es tan anacr¨®nico como el de Reino de Valencia y porque las actuales provincias de Alicante, Castell¨®n y Valencia abarcan un territorio diferente al del antiguo Reino. Casi ni vale la pena discutir la argumentaci¨®n seg¨²n la cual tras la expresi¨®n pa¨ªs vienen los Paisos Catalans, porque ser¨ªa tanto como decir que el Pa¨ªs Vasco, por ser as¨ª generalmente llamado, adem¨¢s de oficialmente, forma tambi¨¦n parte de los Pa¨ªses Catalanes.
En temas como lengua y bandera, la posici¨®n de los socialistas ha sido recoger lo que parece verdad hist¨®rica (en el caso de la bandera), y en el tema de la lengua se trata de aceptar lo que dicen los cient¨ªficos, los m¨¢s cualificados para fijar estas cuestiones. En esto, como en tantos otros problemas, los socialistas operamos en el sentido de atender a la ciencia, a la consideraci¨®n desapasionada y tambi¨¦n en el sentido de impulsar el progreso. No podemos aceptar que se diga, como se hizo en la Comisi¨®n Constitucional por el se?or Carro, que la lengua es un fen¨®meno de voluntariedad pol¨ªtica. Esto es algo as¨ª como decir que lo que hablan los andaluces es o no castellano seg¨²n lo que les apetezca a ellos. La irracionalidad campea en estas posiciones, y con ello vamos a algo que a m¨ª me parece muy preocupante, y es el cultivo sistem¨¢tico de la irracionalidad y del sentimentalismo mal orientado que gentes de la derecha valenciana est¨¢n llevando a cabo. Es un fen¨®meno alarmante, porque curiosamente se est¨¢ propiciando un nacionalismo localista y chauvinista, irracional, con serios ribetes de agresividad y fascismo. El peor nacionalismo posible es aquel que intenta poner como meta de la aspiraci¨®n de un pueblo la exclusi¨®n de los dem¨¢s, el ataque sistem¨¢tico a otros pueblos, el cultivo de lo irracional, de la raza, etc¨¦tera. En suma, el nacionalismo fascista. Creo que en el Pa¨ªs Valenciano ha habido aprendices de brujo que, buscando votos, han desencadenado fuerzas peligrosas y desestabilizadoras.
No hay dos posiciones solamente en el caso valenciano. Hay m¨¢s. Hay una postura minoritaria que puede calificarse de particularista y que cultiva un nacionalismo eventualmente separatista, en unos, y un nacionalismo no separatista, pero que se alimenta de una tensi¨®n pol¨ªtica permanente entre comunidades y poder central, en otros. Hay otra posici¨®n minoritaria, que es la que abarca a aquellos que quieren desarrollar un proyecto de inmovilismo, de desprecio hacia la ciencia, con el riesgo de llegar a cultivar un cierto fascismo, y algunos est¨¢n ya situados en ¨¦l. En esta posici¨®n hay una parte de la derecha valenciana. Por ¨²ltimo, hay una mayor¨ªa de valencianos que creemos en el progreso, en la democracia y en la autonom¨ªa, y que queremos un proyecto que recoja esos valores y que hoy pasa por aceptar en sus l¨ªneas b¨¢sicas el Estatuto de Benicassim como Estatuto de la Concordia y del acuerdo entre valencianos.
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