La maestr¨ªa de Fosforito y la gran noche de Chaquet¨®n en Vallecas
La pe?a Fosforito celebr¨® el pasado fin de semana en el Puente de Vallecas su tercera reuni¨®n anual de cante, naturalmente con actuaci¨®n del cantaor titular y de otros, profesionales y aficionados.La gran firmeza era, por supuesto, Fosforito. A estas alturas, tras un cuarto de siglo largo de ser primera figura del cante, sobre Fosforito est¨¢ dicho todo. Estuvo brillante, como siempre, en los estilos que toc¨®: alegr¨ªas, soleares, tarantos, tientos y tangos, buler¨ªas.
Hac¨ªa alg¨²n tiempo que no o¨ªamos a Fosforito, y nos parece que el cantaor se encuentra donde estaba. Esto puede valorarse como un elogio o como un reproche. Como un elogio, por cuanto supone permanencia en una l¨ªnea de indiscutible calidad formal, la voz siempre flamenca y poderosa, con todos los recursos de una larga y sabia experiencia; como un reproche, por cuanto Fosforito pone todo esto al servicio de un estereotipo personal que se repite a s¨ª mismo una y otra vez, no s¨®lo en la modulaci¨®n de la voz, sino en el gesto, en los tics, en el aparente sentimiento, de tal manera que la emoci¨®n nos queda distante en algo que parece ensayado hasta en sus nimios detalles.
Para Carmen Linares, el arte del jip¨ªo est¨¢ en el grito. Su voz rauca, que con frecuencia rompe de manera inmisericorde, es de una tremenda eficacia para ese cante del desmelenamiento y la exasperaci¨®n. Ella lo hace con enorme eficacia, sin perder nunca los papeles y con una formidable capacidad de arrastre hacia el p¨²blico. Despu¨¦s, cuando el ¨¢nimo se enfr¨ªa y uno medita serenamente sobre lo que oy¨®, se pregunta si el cante de esta mujer es tan grande como oy¨¦ndola nos ha parecido.
Chaquet¨®n es, para m¨ª, el joven maestro actual de los estilos de C¨¢diz. Cada nueva actuaci¨®n suya me confirma en esta creencia. La noche del s¨¢bado, su grana¨ªna y la malague?a del Mellizo y las alegr¨ªas fueron ejemplares. No creo que haya hoy un cantaor que pueda ofrecer un repertorio tan amplio y con tal variedad de matices por alegr¨ªas como este hombre de ancha humanidad y una voz natural, redonda, capaz de pasar casi del susurro al grito sin una ruptura, sin un quiebro no querido.
Salako de C¨®rdoba mont¨® un triste n¨²mero en el escenario, sin saber estar, buscando hacerse el gracioso a toda costa. Trivializ¨® un poema de Miguel Hern¨¢ndez en unas buler¨ªas cupletizadas, caracter¨ªstica que marc¨® todo su cante, salvo quiz¨¢ unas soleares en que se mostr¨® m¨¢s contenido.
Cantaron tambi¨¦n, con mayor o menor suerte, pero todos con una gran voluntad de agradar, varios aficionados pertenecientes a la pe?a Fosforito. Noche variopinta, en fin, de la que, si nos pidieran unos rasgos sint¨¦ticos, dir¨ªamos: la maravilla de la malague?a y las alegr¨ªas de Chaquet¨®n, el grito de Carmen Linares y la maestr¨ªa encorsetada en tics de gran efectismo de Fosforito. Y la portentosa guitarra de Enrique de Melchor.
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