Merde
Un fr¨ªo de los demonios en Campamento. Como si reci¨¦n pasados sin maldad los siempre peligrosos idus de marzo, quisieran hacer notar su aparici¨®n los de abril -de menor tradici¨®n cesarista- pero, a lo que se padece, de igual crueldad climatol¨®gica y agorera. En los carromatos de intendencia tres j¨®venes prohombres con gabardina y guanteletes negros preguntan a una se?ora que "donde comen los periodistas". El pasado fin de semana estuvo de visita en Campamento "el hombre de la gabardina", el ex-militar que supuestamente asesin¨® en Montejurra (9-V-76) al ciudadano Aniano Jim¨¦nez Santo de un tiro seco de pistola. Supuestamente, por cuanto una de las amnist¨ªas de la transici¨®n democr¨¢tica -que ampararon a todos, contra lo que se olvida, y no s¨®lo a terroristas de ultraizquierda- arrambl¨® con su expediente y no pudo ser juzgado.Pasan las visitas de tres en tres, pero en ocasiones alg¨²n procesado tiene hasta seis invitados; se apunta uno en la cola para cualquiera y despu¨¦s se va pasando seg¨²n el grado de atenci¨®n amistosa, familiar o pol¨ªtica de cada implicado. Dif¨ªcil de saber a quien fue a visitar este hombre de la gabardina.
Juan Garc¨ªa Carr¨¦s, ex-presidente del sindicato vertical de Actividades Diversas, el juanito de las actividades inmensas como se cantaba en el r¨¦gimen anterior, hijo preclaro de Garc¨ªa Ribes, factotum del transporte en el franquismo, implicado sumarialmente en la matanza de abogados laboralistas del bufete de Atocha, avanza embutido a duras penas en un terno gris claro, que le cubre como una tienda de campa?a, hacia la mesa de interrogados, con el paso equ¨ªvocamente inseguro que le da su obesidad. Pero dar¨¢ una lecci¨®n de soberbia procesal y personal este hombre cuyo cuadro cl¨ªnico parece antes atribuible a la gula que a deficiencias org¨¢nicas incontrolables. De entre los que le atienden en Covesa pocos le tienen por enfermo, como no sea de voracidad de ostras y pasteler¨ªa, pero se le dispensan las sesiones y ¨¦l no olvida recordar de vez en vez que "se le impidi¨®" presentarse en la vista, as¨ª como sus duelos y quebrantos padecidos en Carabanchel. No pierde una entre la atribulaci¨®n y la amenaza apenas velada.
Este ¨¦mulo l¨²dico de John Redick -aquel hombre elefante que fue un inteligente hombre de bien, castigado por la vida y la neurofribomatosis- reparti¨® soflamas tan amplias e inelegantes como las sisas de su chaqueta. A saber:
-Gran amistad con Tejero; gran concepto de ¨¦l, "es un gran espa?ol, cuya mayor obsesi¨®n es la Guardia Civil y Espa?a".
-"La dif¨ªcil situaci¨®n de Espa?a desde la muerte del general Franco".
-"He sido y soy falangista. Entiendo la Falange como idea de servicio a Espa?a".
-"Yo no he cambiado de camisa en estos a?os, mi general".
-No habr¨¢ cambiado de camisa pol¨ªtica (aduce el fiscal).
-Como procurador en Cortes apoy¨¦ todos los proyectos militares y termin¨¦ recibiendo, precisamente de Su Majestad el Rey, la Gran Cruz del M¨¦rito Militar".
-"?Hay alg¨²n espa?ol no preocupado por la situaci¨®n de este pa¨ªs, por los cr¨ªmenes de ETA, por las autonom¨ªas que nos llevan a un Estado separatista? (Ante una pregunta del fiscal sobre sus conversaciones con otros presuntos golpistas).
El fiscal (por primera y no ¨²lti ma vez).- Las preguntas las hago yo y no usted.
Otra vez el fiscal:- "Pero es que usted aparece constantemente en esta historia y en sus momentos culminantes como (palabras de otro encausado) si cayera en paraca¨ªdas sobre este sumario".
-Necesitar¨ªa un paraca¨ªdas muy grande.
Y orondo y satisfecho, dominador del escenario, el se?or Carr¨¦s estima que el vaso del agua de su mesita de interrogado ha sido usado, reclama recado de beber y es atendido: un ujier con guantes blancos cruza la sala y sirve agua mineral. Todos esperamos y la gran esperanza blanca del sindicalismo espa?ol se digna proseguir tras enjugar l¨ªmpidamente sus labios:
-"Yo lo que le dije a Milans (conversaci¨®n candente en la reuni¨®n conspirativa de la madrile?a calle de General Cabrera) es que, qu¨¦ dir¨ªa tu abuelo, asesinado en Paracuellos, cuando su asesino anda suelto por las tierras de Espa?a. Se ha desmontado el Estado del 18 de julio: cuarenta a?os de paz y progreso se han tirado por la borda y ahora los vencedores sois los vencidos. Si viniera una victoria socialista todos los generales triunfadores de aquella guerra os ver¨ªais ahora sentados en el banquillo de los acusados". -"Habl¨¦ a Milans de la ruina de Espa?a".
-'?Pero c¨®mo usted (habla el fiscal) acaba teniendo tantos lazos con los protagonistas de esta historia?"'.
-"Esto es el destino, mi general".
Y tras aludir repetidamente a los malos tratos recibidos en la prisi¨®n provincial de Carabanchel, Carr¨¦s pone peana a su soberbia: no sabe nada de la conspiraci¨®n y lo lamenta. "Si me hubieran invitado habr¨ªa participado con toda mi buena voluntad. Milans no me habl¨® de estos temas; y lo lamento. Deploro no haber participado en esto m¨¢s activamente". Y alguna contestaci¨®n de esquinero a las preguntas del fiscal:
-"Ah, ?pero esto (por el juicio) estaba funcionando el 17 de marzo?".
Y repreguntas al ministerio:"? Usted aquella noche -por el 23 de febrero- acaso no llam¨® a nadie?".
Y sospechas salpicadas: "Media hora antes de que la polic¨ªa viniera por mi, alguien me llam¨® por tel¨¦ fono para avisarme,'te van a detener, vete a una embajada'. Lo tom¨¦ a broma". -
Y chulesco y agresivo: "Que se lo pregunten al alcalde de Madrid yo s¨®lo les di salarios y seguridad social" (a preguntas de su propio letrado sobre si la noche de auto dispon¨ªa de serenos a mano para organizar una fuerza armada de guardorrop¨ªa).
Este es el resumen de todo lo que ha empujado con su vientre prom¨ªnente este hacedor de home najes retribuidos a Franco que ahora, se ofrece como salvador del pa¨ªs. Sorprendentemente, el Presidente de la Sala le toler¨® explayarse a voluntad y devenir el Servicio Geogr¨¢fico Militar en campo de Agramante de este at¨ªpico caballero andante del falangismo del general Franco. (En un momento de la vista de ayer el Presidente, sin duda desbordado pero a¨²n l¨²cido, le llam¨® al orden: "Est¨¢ usted haciendo pol¨ªtica y no contribuyendo al momento procesal de esta causa". "Perdone usted, yo soy m¨¢s pol¨ªtico que profesional").
En suma: derrumbe del presidente que ayer permiti¨® una arenga en regla en la Sala que, precisamente, preside; deshinchamiento del fiscal ante un encausado que todo lo niega, pero a quien ni siquiera presiona psicol¨®gicamente con las cintas grabadas de sus conversaciones con Tejero en el Congreso. Y una barra de respeto, condescendencia y vaselina hasta ahora ins¨®lita entre los abogados: o no hay preguntas o las que se formulan se prologan de "mi querido amigo y compa?ero" (Carr¨¦s, aunque no ejerciente, es abogado), "excelent¨ªsimo se?or Garc¨ªa Carr¨¦s", y dem¨¢s alifafes verbales. Versalles en Campamento.
Ram¨®n Hermosilla, defensor del general Armada, apenas hace preguntas en las vistas desde hace dos d¨ªas. Se le escucha -cuando tiene venia- seco y absentista. S¨®lo de la reputaci¨®n de este abogado puede extraerse la conclusi¨®n de que no han sido ni ¨¦l ni su cliente objeto de amenazas fisicas sugerentes de disminuir responsabilidades, al menos de "tenientes para abajo". Cabe estimar que no lo hubieran tolerado. Sigamos pensando bien e ingenuamente.
Hoy los testigos, empezando por el general Gabeiras, ante cuya comparecencia bastantes defensores afilan los colmillos. Ayer, entre el fr¨ªo y las trasnochadas del sindicalista de las actividades diversas, la asunci¨®n del b¨ªblico lamento de la desolaci¨®n campesina: "Nos han robado el caballo y se ha derramado la leche". Una muchacha apartidista y tenida por sensata comentaba a la salida: "Los de esta banda, la pr¨®xima vez nos matan a todos." El fiscal ha tenido finalmente que violentar su esquema procesal para recordarle a es masa humana que todo lo niega que, curiosamente, aparece en esa causa como el hombre que facilita a Tejero un abogado para adquirir autobuses, es quien presenta al teniente coronel M¨¢s (ayudante de Milans) y a Tejero, transporta a Tejero hasta el hotel Cuzco para entrevistarse con Cortina, accede al piso de General Cabrera don est¨¢n reunidos Milans, Tejero, Torres Rojas, M¨¢s y otros dos, s¨®lo para discutir con Milans los males de la Espa?a democr¨¢tica y con M¨¢s un listado de artistas a intervenir en un festival valenciano en pro de la Guardia Civil. Por ¨²ltimo se pasa la noche del 23 de febrero hablando con Tejero de asuntos familiares. Lo que aduce Carr¨¦s: el destino.
Acaso peor destino sea el de quienes tuvieron ayer que escuchar la elegancia pol¨ªtica y personal, de acera, de este hombre tuvo la sesi¨®n por mitin franquista ante la pasividad presidencial sum¨¢ndose al fr¨ªo, la depresi¨®n hasta la desesperaci¨®n -explicable- de quienes recordaban frase del general Cambronne, un jefe militar con agallas que en Waterloo, mandando la "Guardia" neg¨® a rendirse cuando todo estaba perdido. "?Hab¨¦is peleado con honor!", gritaba un oficial ingl¨¦s "?Merde!" replic¨® el general napole¨®nico, entre sangre y banderas desgarradas. As¨ª los galos le¨ªos sueltan el ep¨ªteto "?merde!" alivi¨¢ndolo con la explicaci¨®n: "C'est le mot historique!.". Sea o no sea una palabra hist¨®rica, ayer Carr¨¦s nos la puso en la Mesa. Su deposici¨®n judicial -los grandes vientos del franquismo- se rebaj¨® ayer hasta la tercera acepci¨®n del diccionario.
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