Gibraltar: conversaciones en peligro
EL PROXIMO d¨ªa 20, y en cumplimiento de lo acordado en Londres el pasado 8 de enero entre los jefes de Gobierno de Espa?a y Reino Unido, Leopoldo Calvo Sotelo y Margaret Thatcher, deber¨ªan reunirse en el hist¨®rico Palacio dos Seteais, en la localidad portuguesa de Sintra, los titulares de Asuntos Exteriores de los dos pa¨ªses, Jos¨¦ Pedro P¨¦rez-Llorca y lord Carrington, para iniciar las primeras negociaciones oficiales entre Londres y Madrid sobre el futuro de Gibraltar. Coincidiendo con la apertura de las negociaciones, otra apertura, hist¨®rica para los habitantes del Campo de Gibraltar, deber¨ªa, igualmente, producirse: la de la verja que separa al Pe?¨®n de su ¨¢rea circundante, cerrada en 1969 por el r¨¦gimen franquista como m¨¦todo de presi¨®n para obligar al Reino Unido a iniciar una negociaci¨®n que nunca se produjo.El Gobierno Calvo Sotelo acept¨® en Londres, el pasado enero, un reto hist¨®rico, que, como toda clase de envites, puede salir bien o puede terminar en un fracaso, sobre todo si las cuestiones de pol¨ªtica interior espa?ola frenan la presi¨®n continua que todo proceso descolonizador necesita. Pero es evidente que, por primera vez en trece a?os, el proceso de Gibraltar hab¨ªa conseguido un principio de desbloqueo.
As¨ª las cosas, el pasado fin de semana la Junta Militar argentina, presionada, de una parte, por una situaci¨®n pol¨ªtica interior y econ¨®mica cada vez m¨¢s insostenible, y cansada, de otra, por las continuas largas dadas por la experimentada diplomacia del Foreigri Office a la reclamaci¨®n argentina sobre las Malvinas, da un paso al frente y ocupa militarmente los tres archipi¨¦lagos en litigio, las Malvinas, las Georgia y las Sandwibh.
La noticia cae como una bomba en la capital brit¨¢nica. Por primera vez desde la crisis de Suez, en 1956, la C¨¢mara de los Comunes se re¨²ne un s¨¢bado. La primera ministra, the iron lady, Margaret Thatcher, anuncia urbi et orbe la decisi¨®n del Gobierno de S. M. de liberar las Falkland. Las dimisiones se suceden. Curiosamente, se acepta la dimisi¨®n del secretario del Foreign Office, lord Carrington, y la de su equipo pol¨ªtico, y, sin embargo, se mantiene al secretario de Defensa, John Nott, en su puesto. Entre tanto, Fleet Street pone el grito en el cielo. "It's war" ("Es la guerra"), exclama hist¨¦rico el multimillonario en circulaci¨®n Sun.
Hasta aqu¨ª los hechos. La pregunta que sigue a los mismos es obvia: ?se puede o se debe, con un clima como el rese?ado, acudir el pr¨®ximo d¨ªa 20 a Sintra y abrir la verja, para negociar con un nuevo equipo del Foreign Office -por cierto, encabezado por un duro como el anterior ministro de Defensa, Francys Pym-, y tratar de establecer una agenda para futuras conversaciones en las que, sin duda, debe figurar en lugar prominente el tema de la soberan¨ªa espa?ola sobre el Pe?¨®n? O, por el contrario, ?no ser¨ªa m¨¢s aconsejable una suspensi¨®n temporal hasta que las aguas volvieran a su cauce, o, en este caso m¨¢s concreto, hasta saber la actitud que va a tomar la flota brit¨¢nica del Atl¨¢ntico cuando llegue frente a las islas australes?
Unas conversaciones como las de Sintra, y una medida de buena voluntad, de levantar las restricciones en la frontera, iniciadas bajo un clima de crispaci¨®n por una de las partes, no puede conducir m¨¢s que a un fracaso que no conviene ni es deseable para los Gobiernos ni para los pueblos espa?ol y brit¨¢nico.
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