La apuesta de Buenos Aires
El tono ha cambiado r¨¢pidamente en Buenos Aires. Despu¨¦s de la explosi¨®n de fiebre nacionalista suscitada por el anuncio de la reconquista de las islas Malvinas por una impresionante armada argentina, ahora es la consternaci¨®n y la inquietud que invade a los dirigentes y a una opini¨®n que comienza a interrogarse cu¨¢les ser¨¢n las consecuencias de esta aberrante aventura.La victoria sin gloria y sin peligros, lograda por varios miles de soldados argentinos sobre un centenar de pastores brit¨¢nicos sorprendidos en sue?os en Port-Stanley, ha provocado el entusiasmo de un pueblo emotivo, hipernacionalista y que tiene un agudo sentido nacional, porque Argentina no es todav¨ªa verdaderamente una naci¨®n. (...)
El grave rev¨¦s diplom¨¢tico sufrido por Argentina en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha hecho el efecto de una ducha fr¨ªa en el r¨ªo de la Plata. El general Galtieri, jefe de Estado recientemente designado y que ha programado esta operaci¨®n de las islas Malv¨ªnas para intentar solucionar de una vez todas las dificultades econ¨®micas, pol¨ªticas y sociales que se acumulan, no ha querido tener en cuenta las advertencias de Reagan antes del desembarco. Despu¨¦s de la votaci¨®n de Nueva York se declar¨® dispuesto a dialogar con Londres. ( ... ) Deben encarar la realidad. Argentina se encuentra aislada. La abstenci¨®n en el Consejo de Seguridad de la URSS, con la cual el Gobierno argentino sostiene las mejores relaciones econ¨®micas, ha decepcionado a los dirigentes de Buenos Aires, que esperaban el apoyo masivo del bloque comunista y de los pa¨ªses no alineados. Sus pretensiones para hacer valer sus derechos hist¨®ricos sobre las Malvinas son, sin duda alguna, respetables. Su acci¨®n armada unilateral es condenada un¨¢nimemente aun por pa¨ªses latinoamericanos, que tienen igualmente problemas de reivindicaciones territoriales.
, 6 de abril
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