Acci¨®n Republicana, ?antecedente de Acci¨®n Democr¨¢tica?
El periodista Raimundo Garc¨ªa Dom¨ªnguez, conocido por el seud¨®nimo de Borob¨®, se plantea en este art¨ªculo la cuesti¨®n de si es posible establecer una relaci¨®n, pese al salto hist¨®rico, entre el Partido de Acci¨®n Democr¨¢tica, que lidera Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, y Acci¨®n Republicana, el partido de Manuel Aza?a. El autor cree encontrar coincidencias de objetivos, m¨¢s all¨¢ de las existentes en la denominaci¨®n de ambas agrupaciones pol¨ªticas. El republicanismo de los aza?istas no es considerado un inconveniente para establecer el paralelismo.
En uno de los coloquios de la Fundaci¨®n para el Progreso y la Democracia, aludi¨® Luis G¨®mez Llorente a la conveniencia de que el pensamiento de Aza?a fuese el que inspirara el quehacer de alguno de los grupos que intenten ocupar el espacio pol¨ªtico de eso que ahora llamamos bisagrismo. Por el entusiasmo que puso en sus palabras el excelente orador socialista, parecer¨ªa que el m¨¢s cotizado valor de la izquierda del PSOE y, por ello pablista y marxista se sent¨ªa en su fuero interno hondamente aza?ista.
Estaba discuti¨¦ndose el tema de los partidos en la actual democracia, en el pulcro teatrillo del Montep¨ªo Comercial, que desde el I Congreso del PSOE hist¨®rico viene siendo escenario de interesant¨ªsimos debates. Y G¨®mez Llorente, divisando en la platea a Tamames, Morodo y otros propulsores de la Fundaci¨®n, quiz¨¢ pensase en aquel instante que, puesto en el trance de ir en busca del partido perdido, igual que aquellos pol¨ªticos situados en la tercera v¨ªa que le escuchaban, en vez de formar una organizaci¨®n a la izquierda del Partido Socialista, como ser¨ªa lo l¨®gico dada su posici¨®n, tratar¨ªa de crear una entidad pol¨ªtica que pusiera al d¨ªa el ideario, tan liberal y tan espa?ol, de Manuel Aza?a.
Semejante prop¨®sito es el que acaso haya movido a Fern¨¢ndez Ord¨®?ez y sus correligionarios a llamar Acci¨®n Democr¨¢tica a su partido en formaci¨®n. Pues su nombre nos recuerda al del primer partido fundado por Aza?a y del que fue indiscutible l¨ªder: Acci¨®n Republicana. Naturalmente, habr¨ªa de prescindirse del componente republicano, dado que no ser¨ªa oportuno, ni absolutamente necesario, ni constitucional, enarbolarlo como una bandera dentro de esta monarqu¨ªa de republicanos en que todav¨ªa respiramos. La venimos llamando as¨ª desde su restauraci¨®n, hace seis a?os, y cada d¨ªa lo hacemos con mayor motivo. Puesto que, ?qui¨¦nes son hoy m¨¢s leales s¨²bditos de Su Majestad que nosotros, los antiguos ciudadanos republicanos?
Aza?a mismo, en la situaci¨®n pol¨ªtica actual, podr¨ªa ser, si viviera, el so?ado primer ministro de la Corona, rebosante de talento y de genuino patriotismo. No hay que olvidar que el elocuente secretario del Ateneo, don Manuel, fue primeramente miembro del Partido Reformista, constituido por republicanos que confiaban en la progresiva liberalizaci¨®n del r¨¦gimen alfonsino y en la posibilidad de reformar la Constituci¨®n de 1876. Pero el golpe de Estado de Primo de Rivera (del 13 de septiembre de 1923), implantando la dictadura, puso triste fin a aquellas esperanzas, y la mayor¨ªa de los antiguos republicanos abandonaron a Melqu¨ªades Alvarez, jefe de tal partido, y recobraron la pureza de sus viejos ideales.
La carrera pol¨ªtica de Aza?a
En realidad, Manuel Aza?a no ten¨ªa pasado pol¨ªtico; o sea, que nunca hab¨ªa estado afiliado a ning¨²n partido antes de adscribirse al Reformista. Salvo su relaci¨®n con la Liga de Reforma Pol¨ªtica, encabezada por Ortega y Gasset. Como miembro del Partido Reformista hab¨ªa presentado su candidatura a diputado a Cortes en dos elecciones distintas, por el distrito toledano de Puente del Arzobispo, siendo vencido en ambas ocasiones por C¨¦sar de la Mora; en la segunda vez, el acta del rico potentado, tramposamente ganada, fue defendida por Lequerica, entonces diputado maurista y luego famoso embajador y ministro de Franco. Jos¨¦ F¨¦lix -recuerda Rivas Cherif- "se produjo en contra del secretario del Ateneo, con violencia y desfachatez que parec¨ªan demostrar un encono personal¨ªsimo".
Quien hab¨ªa descubierto e impulsado la vocaci¨®n pol¨ªtica de Aza?a, el atene¨ªsta Mart¨ª Jara, tambi¨¦n le anim¨®, luego del fracaso reformista, a intervenir en las conspiraciones republicanas que se urd¨ªan, sin pausa, en los a?os de la dictadura. Jara le llev¨® a la farmacia del doctor Giral, en la calle de Atocha. Los conjurados se reun¨ªan en el laboratorio, situado en el entresuelo, sobre la botica. Eran los nuevos republicanos, intelectuales en su inmensa minor¨ªa, que hab¨ªan de constituir, en torno a Aza?a y Giral, Acci¨®n Republicana.
Este min¨²sculo partido clandestino se agreg¨® a una organizaci¨®n m¨¢s amplia que agrupaba a algunos restos del hist¨®rico Partido Federal y al Partido Radical, acaudillado por Lerroux, que desde principio de siglo ven¨ªa siendo el m¨¢s potente y discutido del republicanismo. "Mart¨ª Jara", reconoce Aza?a en sus Memorias, "es el que me llevo, casi tirando de m¨ª a la fuerza, a los primeros trabajos para organizar la Alianza Republicana... Por Mart¨ª Jara fui al comit¨¦ ejecutivo de la Alianza, y de ah¨ª vino que fuese al Pacto de San Sebasti¨¢n y que me incluyesen en el comit¨¦ revolucionario, convertido despu¨¦s en el Gobierno de la Rep¨²blica". As¨ª fue, en pocas palabras, la suerte inmediata de Aza?a y de su peque?o partido.
Acci¨®n dentro de la Alianza
Al convertirse el comit¨¦ revolucionario en el primer Gobierno de la Rep¨²blica, se encarga Aza?a del Ministerio de la Guerra y, de la noche a la ma?ana, se revela como el m¨¢ximo estadista y parlamentario del nuevo r¨¦gimen, sin contar tras de s¨ª m¨¢s que con la ¨ªnfima minor¨ªa de Acci¨®n Republicana en las Cortes Constituyentes.
Empero, "hasta el nombre de su partido confirma el car¨¢cter temperamental de su pol¨ªtica", dec¨ªa Luis Araquistain, ponderando entonces sus cualidades de hombre de acci¨®n. Todas las miradas se van fijando en ¨¦l, aunque parec¨ªa predestinado Alejandro Lerroux para ser el jefe del Gobierno, en cuanto se apruebe la Constituci¨®n y se eleve a Alcal¨¢ Zamora a la jaula de oro de la Presidencia de la Rep¨²blica. Pero Aza?a se resiste a su propio e intransferible destino.
"Paseo con Giral", escribe en sudiario, el 4 de julio de 1931, "llegamos hasta Guadarrama. Examinamos la situaci¨®n. Alianza Republicana es el grupo m¨¢s numeroso de las Cortes. Debemos mantener la Alianza e impedir que Lerroux derive hacia la derecha. Acci¨®n, dentro de la Alianza, debe proceder con independencia, conservar su fisonom¨ªa de partido. No aceptar combinaciones prematuras".
Su mayor preocupaci¨®n estriba en que Lerroux no se despegue y se vaya a la derecha. Mas don Alejandro y su Partido Radical padecen de mala fama, entre la izquierda, por sus negocios sucios. Ni los socialistas ni los radicales-socialistas (muchos de ellos escindidos de aquel partido) les pueden ver. Aunque por el Congreso corre este chiste, que seguramente se le ocurri¨® a un lerruxista: "La Alianza es el haz; el Partido Socialista, la hoz; el Partido Radical- Socialista, la hez".
En verdad, los radicales-socialistas eran una especie de jacobinos que constitu¨ªan una minor¨ªa que duplicaba en el Congreso a la de Acci¨®n Republicana. Era gente propensa a la pelea dentro del partido y no respetaba a sus jefes. Les faltaba una figura se?era a su frente. Marcelino Domingo y Alvaro de Albornoz no daban la talla indispensable. "Bastantes radicales-socialistas est¨¢n esperando un pretexto para irse del partido y afiliarse a Acci¨®n Republicana", informaba el entonces ministro de la Gobernaci¨®n, Miguel Maura, a su querido colega de Guerra.
Poco a poco se convence Aza?a de la imposibilidad de que Lerroux pueda formar Gobierno en aquella situaci¨®n. Solo el gran polemista del Ateneo, revalidado como tal en el Parlamento, est¨¢ en condiciones de gobernar a la Rep¨²blica. Entre las personalidades de Alianza Republicana es el ¨²nico que puede contar con los votos de socialistas y radicales-socialistas, capaces de formar mayor¨ªa, sumados a los propios diputados de Acci¨®n y a los autonomistas catalanes y gallegos. Lerroux se aleja del Gobierno y la Alianza Republicana deja de existir. El proceso de api?amiento de los republicanos de izquierda alrededor de la discutid¨ªsima figura de Aza?a se consolida en el bienio que le corresponde gobernar. Luego, ya en pleno bienio negro, el proceso concluye con la creaci¨®n de Izquierda Republicana, partido formado por la fusi¨®n de Acci¨®n Republicana, los radicales-socialistas de Domingo y Albornoz y el Partido Republicano Gallego (la antigua ORGA), de Casares Quiroga. ?Ocurrir¨¢ un proceso semejante -salvando las distancias hist¨®ricas- al de Acci¨®n Republicana, que tenga como protagonista a la flamante Acci¨®n Democr¨¢tica?. Si la fama de Aza?a se ciment¨® en la reforma militar, para bien o para mal, no cabe duda que la reforma fiscal y la ley de Divorcio son bases suficientes para erigir sobre ellas la vera efigie de un l¨ªder de izquierda mesocr¨¢tica, por no decir burguesa. La duda est¨¢ en si los hombres que andan en busca del partido perdido se agrupar¨¢n en torno al ex ministro de Hacienda y de Justicia de un modo semejante a como lo hicieron, alrededor de Aza?a, Marcelino Domingo, Alvaro de Albornoz, Santiago Casares etc.
es el seud¨®nimo de Raimundo Garc¨ªa Dom¨ªnguez, periodista.
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