Por ahora, la ¨²nica guerra declarada entre Londres y Buenos Aires es la de nervios
La guerra de nervios prosigue entre Londres y Buenos Aires en plena bruma de confusi¨®n informativa. A la espera de la llegada a la capital brit¨¢nica seguramente este fin de semana del secretario de Estado norteamericano Alexander Haig, la oficina de la primera ministra Margaret Thatcher desminti¨® ayer informaciones provinientes de Washington, seg¨²n las cuales Argentina estar¨ªa dispuesta a retirar sus tropas de las islas Malvinas si el destacamento naval brit¨¢nico que se dirige hacia el archipi¨¦lago austral diera media vuelta.
"No hemos recibido tales propuestas", declar¨® un portavoz de la primera ministra, que ayer se march¨® a Chequers, su residencia oficial en el campo a 65 kil¨®metros de Londres. Thatcher, sin embargo, ha puesto a sus ministros y Administraci¨®n en un estado de alerta sin precedentes desde la crisis del Oriente Pr¨®ximo en 1973. El Gobierno demuestra as¨ª una evidente preocupaci¨®n ante la posibilidad de que la flota argentina viole la "zona de guerra" de doscientas millas alrededor de las Malvinas.Thatcher regresar¨ªa inmediatamente a Londres si Haig, como parece lo m¨¢s probable, decide volver por aqu¨ª por tercera vez en menos de diez d¨ªas. Esta eventualidad depender¨¢ del ¨¦xito de la misi¨®n del secretario de Estado en la capital argentina. Sigue habiendo esperanzas Seg¨²n fuentes oficiosas brit¨¢nicas, Haig discuti¨® en Buenos Aires diversas modificaciones a las "nuevas ideas" de que habl¨® en Londres el martes. Las negociaciones prosiguen, y el titular del Foreing Office, Francis Pym, se mantiene en contacto regular con Haig. Las esperanzas de una soluci¨®n diplom¨¢tica no se han desvanecido en Gran Breta?a. En cualquier caso, el Reino Unido se prepara para un posible largo bloqueo de las islas Malvinas. Una primera parte del destacamento naval que zarp¨® el 5 de abril dej¨® ayer atr¨¢s la isla de la Ascensi¨®n, a medio camino entre el Reino Unido y Argentina. El destacamento tardar¨¢ a¨²n m¨¢s de una semana en llegar a las pol¨¦micas islas, lo cual da un respiro para que contin¨²en los esfuerzos diplom¨¢ticos.
El diputado laborista Douglas Hoyle ha presentado una interpelaci¨®n por escrito a la primera ministra y al titular de Defensa, John Nott, acus¨¢ndoles de haber autorizado durante las ¨²ltimas seis semanas la venta de material b¨¦lico a Argentina. La respuesta no llegar¨¢ probablemente hasta el lunes, cuando se reanuden las sesiones parlamentarias, pero en caso de que sea afirmativa, Hoyle exigir¨¢ la dimisi¨®n de Thatcher y Nott.
En esta niebla informativa, Dick Barker, gobernador adjunto brit¨¢nico "deportado" de las Malvinas, declar¨® el jueves a su regreso a Londres que los soldados argentinos, cuyo comportamiento hab¨ªa sido correcto, hab¨ªan mendigado comida entre la poblaci¨®n local. Barker lleg¨® acompa?ado de 35 habitantes de las islas, que informaron a la Administraci¨®n brit¨¢nica de lo que all¨ª hab¨ªan visto. No hablaron, sin embargo, con los periodistas. El Foreign Office neg¨® ayer que hubiese dado instrucciones a estos malvinenses de no hacer declaraciones, pero esta era la interpretaci¨®n predominante entre los medios period¨ªsticos, irritados por esta actitud.
Noel Robson y Keith Stuart, dos t¨¦cnicos de las fuerzas a¨¦reas brit¨¢nicas que hab¨ªan permanecido en las Malvinas a cargo de tres avionetas, regresaron ayer tambi¨¦n a Londres, con fotograf¨ªas de las fuerzas argentinas. A trav¨¦s de ellos el Gobierno brit¨¢nico, seg¨²n se?al¨® el Ministerio de Defensa, ha conocido que los argentinos no hab¨ªan llevado tantos refuerzos como se esperaba a Port Stanley, la capital de las Malvinas, ni hab¨ªan ampliado la pista del aeropuerto, suficientemente larga, sin embargo, para permitir el aterrizaje de aviones Mirage Il y III.
?Sanciones deportivas?
Otro diputado laborista, Thomas Pendry, ha pedido al Gobierno que adopte sanciones deportivas contra Argentina. El Foreign Office est¨¢ revisando el conjunto de las relaciones angloargentinas, incluidas las deportivas, y podr¨ªa recomendar, pero nunca forzar, algunas medidas. Son las organizaciones deportivas las que tienen la ¨²ltima palabra para decidir estas cuestiones. Recu¨¦rdese que algunos equipos brit¨¢nicos fueron a los Juegos Ol¨ªmpicos de Mosc¨², tras la invasi¨®n de Afganist¨¢n, en contra de lo que hab¨ªa pedido el Gobierno Thatcher. Por el momento, la asociaci¨®n de f¨²tbol brit¨¢nica no piensa boicotear la Copa Mundial en Espa?a.
Si los brit¨¢nicos est¨¢n dispuestos a la guerra, no parecen sin embargo aceptar bajas entre sus hombres, seg¨²n una encuesta MORI publicada ayer por el semanario The Economist. Un 68% de los encuestados est¨¢n a favor del uso de la fuerza para recuperar las islas Malvinas, pero un 49% -frente a un 44%- no est¨¢n dispuestos a que mueran ciudadanos brit¨¢nicos para ello. Un 60% se muestra satisfecho con el modo en que el Gobierno Thatcher est¨¢ llevando esta crisis.
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