Milan Kundera
Los cr¨ªticos literarios no s¨¦ para cu¨¢ndo van a enterarse de que anda por ah¨ª Milan Kundera, quiz¨¢ el mejor escritor checo (exiliado, s¨ª) de la actualidad, premiado en Par¨ªs y Estados Unidos (Seix Barral). Los cr¨ªticos de peri¨®dico son unos gacetilleros que creen haber le¨ªdo a Jakobson, de modo que, por si acaso, voy a tenerles a ustedes informados. Milan Kundera, cuya ¨²ltima obra, El libro de la risa y el olvido, acaba de aparecer en castellano, es un hombre que no necesita escribir Gulags ni subvencionar capillas cat¨®licas, como Solyenhitzsin, para denunciamos el militarismo invasor que viene sufriendo durante todo el siglo (por no irnos m¨¢s atr¨¢s) su pa¨ªs de primor y como hecho de encaje antiguo.Miguel Fisac me dec¨ªa anoche, en una cena, que ¨¦l hab¨ªa visto la casa de Goethe hecha un solar, en Weimar, antes de que los alemanes la reconstruyeran con puntualidad sentimental y fidelidad hist¨®rica. Reconstruir la Praga de antes de los alemanes de los cuarenta y antes de los rusos de los sesenta es una labor de pasamaner¨ªa literaria que s¨®lo puede combinar un artista de la palabra como el checo Kundera. Este libro tiene una comg superficie realista que s¨®lo es ir¨®nica del realismo burgu¨¦s/socialista (son el mismo y ambos est¨¢n al servicio de lo mismo: el utilitarismo del arte, bien sea en beneficio del Estado o de las cien familias, que tampoco aqu¨ª estamos mancos de Nomenklatura). Pero el realismo, hoy, es imposible, por m¨¢s que lo quieran los cr¨ªticos que se dejaron la juventud nada apol¨ªnea en un socialrealismo que era como una oposici¨®n pagada por el r¨¦gimen, con sus publicaciones falangistas de izquierdas. El realismo es una realidad impracticable y lo que MK nos da es una iron¨ªa escueta, una burla seca, un desencanto fr¨ªo, una prosa de p¨¢rrafo corto, como la socialrealista, pero siempre construido originalmente y lleno de sorpresas.
Lo que Kundera nos cuenta mediante esta prosa es que Checoslovaquia siempre ha sido reh¨¦n victimario del rrilitar:ismo alem¨¢n o el militarismo ruso, recordando los tiempos en que el surrealista Paul Eluard, el gran poeta franc¨¦s, adherido a la caust sovi¨¦tica, como su maestro Andr¨¦ Breton (que luego renegar¨ªa al l¨ªinite, haciendo de su obra un puro reniego, hasta la muerte), los tiempos, digo en que Eluard bailaba en corro con la gente, en Checoslovaquia, neg¨¢ndose a entender que si -como dice Kundera- por el cielo de Praga desfilan antiguos reyes, por la tierra, por las c¨¢rceles, por los patios, desfilan prisioneros, represaliados, denunciados, patriotas, condenados a muerte. En cuanto a la estructura de su historia (unas memorias noveladas del pueblo checo, virgen y m¨¢rtir), Kundera la atomiza distribuy¨¦ndola en varios relatos que se superponen -y por qu¨¦ no- para hacer una novela o lo que sea. A su vez, atomiza estos relatos mediante cap¨ªtulos muy cortos, con frecuencia de un solo folio), lo quei no le quita continuidad ni coherencia a la mejor denuncia literaria que nos ha llegado hasta hoy de los pa¨ªses del socialismo real, ni le quita inteligibilidad a la autobiografia del propio Kundera, que salta de unas personalidades en otras. No es que el libro permita "m¨²ltiples lecturas", como se dice ahora, sino que el autor checo nos da esa multiplicidad ya servida.
?Por qu¨¦ apasiona, arrastra, convence, sin embargo, el discurso/ denuncia de Kundera? Por eso, por el discurso mismo, por la calidad/continuidad de la escritura, por una homogeneidad que no es sin¨®nimo de monoton¨ªa, sino de sorpresa verbal constante. Lo que Andrei Biely hizo con el Petersburgo prerrevolucionario y Kantor ha hecho, en teatro, con la Polonia fronteriza, m¨¢rtir cristiana o laica del sempiterno imperialismo germanorruso. Aprendemos de Kundera que cuando un pa¨ªs se vuelve violento, policiaco, invivible, es siempre porque tiene cerca otro pa¨ªs m¨¢s grande que s¨®lo le deja esta opci¨®n: adherirse a la violencia general o sucumbir. ?Sirve la lecci¨®n para Espa?a? Sirve.
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