El fraude fiscal en Espa?a: una r¨¦plica
En este art¨ªculo se critica el an¨¢lisis realizado por el profesor Alvarez Corbacho en otro art¨ªculo publicado en este diario, y en el que se comparaban magnitudes econ¨®micas y tributarias para detectar el fraude fiscal de las unidades familiares.
La lectura en este diario del art¨ªculo de Joaqu¨ªn Alvarez Corbacho: "El fraude fiscal en Espa?a" me ha dejado hondamente preocupado, pues su contenido es la viva representaci¨®n del desaliento que experimenta quien se enfrenta con los primeros resultados (declaraciones de los contribuyentes por el a?o 1979) de un proceso de reforma que se propuso implantar un sistema tributario racional, progresivo, justo, para todos los espa?oles. Si as¨ª opina un profesor universitario de Hacienda Publica, me dec¨ªa, ?cu¨¢l ser¨¢ el desenga?o de los espa?oles de buena voluntad ante las cifras manejadas por Alvarez Corbacho y, sobre todo, ante sus apresuradas conclusiones?La ayuda que no debemos regatear a los espa?oles ilusionados con la mejora de las instituciones p¨²blicas, me decide a redactar esta r¨¦plica, que J. Alvarez Corbacho me sabr¨¢ perdonar, pues no me gu¨ªa otro prop¨®sito que enmendar lo que entiendo necesita correcci¨®n, sosiego o prudencia, cualidades todas ellas inseparables de la docencia.
Est¨¢n re?idas con el di¨¢logo universitario las afirmaciones sin argumentos y sin alternativa. Entre ellas, la que sigue: "...la imposici¨®n indirecta sigue todav¨ªa pr¨¢cticamente intacta", pues se olvida que la ley de r¨¦gimen transitorio de 1979 la ha aproximado a la estructura y al funcionamiento del IVA, que es, hoy por hoy, prototipo de dicha imposici¨®n. Tampoco me parece prudente alegar "el anacronismo de los tributos locales", sin explicar por qu¨¦ son antiguallas tales tributos -suponiendo que ¨¦ste sea el sentido que el autor da a la palabra anacronismo-, ni mencionar los tributos de posible repuesto en una econom¨ªa sin campos bald¨ªos para las haciendas p¨²blicas.
Asimismo, quedan sin describir los "s¨ªntomas de escasa voluntad pol¨ªtica para hacer cumplir la legalidad vigente ya reformada", pues la voluntad pol¨ªtica de hacer cumplir las leyes tributarias no puede ser m¨¢s patente, incluso en una ¨¦poca que por ser preelectoral aconseja pudibundos silencios en esta materia, cuando no ondear banderas de antirreforma tributaria.
Los hechos y las cifras
Concluida la cr¨ªtica de las opiniones sin amparo, corresponde ahora censurar las estimaciones personales de hechos y de cifras, lo cual es m¨¢s grave, en t¨¦rminos dial¨¦cticos.
El ministro de Hacienda, profesor Garc¨ªa A?overos, en las declaraciones que tanto han sorprendido al seflor Alvarez Corbacho, se refer¨ªa a bolsas de nodeclarantes (como gusta escribir a F. Umbral), no a bolsas de defraudaci¨®n tributaria, aunque no dej¨® de referirse expresamente a la veracidad de las declaraciones. Alud¨ªa el ministro de Hacienda al cumplimiento de la obligaci¨®n de declarar, no a la inexistencia de defraudadores, que, por otra parte, est¨¢ fuera de discusi¨®n. Es m¨¢s, el se?or Garc¨ªa A?overos mencionaba las tres bolsas de no-declarantes (agricultores, peque?os empresarios y trabajadores eventuales) para opinar que en ellas apenas habr¨¢ defraudadores, antes al contrario, habr¨¢ -dec¨ªa- personas con derecho a la devoluci¨®n de retenciones practicadas en rendimientos de trabajo. ?Por qu¨¦, entonces, esta transposici¨®n de t¨¦rminos que desfigura unas declaraciones por otra parte dictadas con la presteza propia de una entrevista period¨ªstica?
Y llego a los argumentos cuantitativamente expresados y que se deducen de una fr¨ªvola confrontaci¨®n de la distribuci¨®n de la renta disponible de las unidades familiares (a?o 1974), de un lado, y de la estad¨ªstica de las declaraciones presentadas y de los ingresos autoliquidados (a?o 1979), de otro.
El careo, que de unas y otras magnitudes efect¨²a J. Alvarez Corbacho, adolece de un importante error de perspectiva o, si se quiere, de una hip¨®tesis ut¨®pica o imposible: que todos los contribuyentes declararon sus ingresos reales en 1979. ?C¨®mo se puede caer en tan elemental como irreal hip¨®tesis de partida? Si hay defraudaci¨®n -y hayla- es evidente que se dar¨¢ en todos los tramos y, desde luego, en mayor proporci¨®n en los altos niveles de ingresos que en los inferiores. Por tanto, en los tramos medios y bajos aparecer¨¢n descolgados quienes son titulares de ingresos importantes. No es correcto, por consiguiente, acudir a tales comparaciones, pues la concentraci¨®n de los declarantes a la baja presenta porcentajes optimistas en tales niveles de ingresos y porcentajes escandalosos en las rentas altas y en la primera mitad de las medias. Y esta conclusi¨®n no la ignora el profesor de Santiago de Compostela, pues al final de sus demoledoras afirmaciones cubre prudentemente su an¨¢lisis con la siguiente alternativa: "...o lo hicieron por una cuant¨ªa bastante inferior a sus rentas reales". ?Naturalmente, colega! Pero si as¨ª lo admite nuestro autor, ?qu¨¦ se propone con tan escalofriantes cifras que encogen el ¨¢nimo de los buenos contribuyentes y que desmoronan instituciones p¨²blicas tan necesitadas del apoyo y de la defensa de todos, porque de todos son?
Adem¨¢s, y en cualquier supuesto, no se puede olvidar que se est¨¢n analizando ingresos declarados por los contribuyentes. ?Qu¨¦ tiene que ver el comportamiento -espont¨¢neo- de los contribuyentes con la voluntad pol¨ªtica o con la eficacia de la Administraci¨®n Tributaria? Las cifras que as¨ª se manejan y se interpretan son el natural fruto de una conciencia fiscal laxa o relajada, a la que se refiere en su despedida nuestro articulista.
Pero la conciencia fiscal de los contribuyentes es algo que va m¨¢s all¨¢ de la acci¨®n de los responsables de la Hacienda P¨²blica. La conciencia fiscal ha de construirse de forma compartida desde la escuela y en un conjunto de manifestaciones de car¨¢cter p¨²blico y privado respecto de lo que es un deber ciudadano. En esa escuela, que han pedido todos los regeneracionistas, desde D. Joaqu¨ªn Costa a D. Ram¨®n Carande, hay que formar a los ciudadanos. Bastante hace el Ministerio de Hacienda, precisamente desde 1980, para que los contribuyentes se sientan ¨¦ticamente obligados a presentar sus declaraciones tr¨ªbutarias con datos reales, pero lo que ¨¦l puede hacer es maquillaje de urgencia o psicologismo-puente hasta que de las escuelas salgan compatriotas con todas las virtudes c¨ªvicas. Pero mal que nos pese s¨®lo han respondido bien el 91,50%, quienes perciben rentas salariales y, adem¨¢s, est¨¢n sujetos a efectiva retenci¨®n cuando se las abonan. Este es el triste balance, se?or Alvarez Corbacho, pero en el cap¨ªtulo de las culpabilidades no est¨¢ la reforma tributaria ni tampoco el Ministerio de Hacienda.
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