Las Malvinas y su repercusi¨®n en Espa?a
Mucho se ha comentado sobre las causas que han motivado que los dictadores argentinos se lanzaran a la aventura de las Malvinas en un momento de grav¨ªsimas dificultades econ¨®micas y enfrentamientos sociales en el pa¨ªs para solucionar una reivindicaci¨®n que, por justa que pueda ser, no va a resolver ninguno de los graves problemas que aquejan a aquel gran pa¨ªs. Inevitablemente nos recuerda a los espa?oles concentraciones masivas del pasado r¨¦gimen para pedir la devoluci¨®n de Gibraltar, en momentos en que aquel sistema se ve¨ªa en dificultades pol¨ªticas y econ¨®micas, con la intenci¨®n de obtener unanimidades tan necesarias en las dictaduras.La reivindicaci¨®n argentina sobre las Malvinas se basa en que este archipi¨¦lago fue espa?ol en algunos momentos de la historia y tambi¨¦n argentino por pocos a?os. Aunque haya de reconocerse que desde su descubrimiento en el siglo XVI han pertenecido a Holanda, Reino Unido y Francia tambi¨¦n, aparte de los ¨²ltimos 148 a?os de ocupaci¨®n colonial inglesa.
La reivindicaci¨®n espa?ola de Gibraltar, siempre parte integrante de Espa?a hasta la incalificable ocupaci¨®n brit¨¢nica con motivo de nuestra Guerra de Sucesi¨®n y el posterior statu quo a partir del Tratado de Utrecht, tiene una solidez muy determinante.
Ocupaci¨®n inaceptable
El acto de fuerza realizado por Argentina con la ocupaci¨®n de las Malvinas no puede ser aceptado, al margen de las razones que tiene esta naci¨®n para las reivindicaciones del archipi¨¦lago, por los pa¨ªses democr¨¢ticos y civilizados, que tienen en el di¨¢logo y la negociaci¨®n el m¨¦todo de resolver sus diferencias. Los actos de fuerza como la ocupaci¨®n de las Malvinas son hechos que se encuadran en las actuaciones propias de un r¨¦gimen brutal como es el que detenta el poder en Argentina, que conculca constantemente los derechos humanos de los propios habitantes de su pa¨ªs.
Por ello, la abstenci¨®n espa?ola en el Consejo de Seguridad de la ONU parece un contrasentido, porque si bien nuestro pa¨ªs debe apoyar la reivindicaci¨®n hist¨®rica argentina acerca de las Malvinas, hay que condenar la agresi¨®n armada como m¨¦todo de las relaciones internacionales, y la propuesta brit¨¢nica en el Consejo de Seguridad en favor del cese de las hostilidades y la retirada de las tropas argentinas debi¨® ser apoyada por Espa?a.
En cuanto a la raz¨®n de la proximidad territorial que Argentina sostiene como segundo argumento de sus reivindicaciones de este archipi¨¦lago verdaderamente atl¨¢ntico, a ochocientos kil¨®metros de sus costas m¨¢s pr¨®ximas, distancia que se acrecienta muy sustancialmente si a Georgia del Sur y a las islas Sandwich del Sur se refiere, resultar¨ªa de suma gravedad que Espa?a aceptara este argumento, dado que Canarias, por ejemplo, est¨¢ a m¨¢s de 1.200 kil¨®metros de C¨¢diz y a s¨®lo 115 kil¨®metros de cabo Juby, en el continente africano.
De acuerdo con esta tesis, cualquier d¨ªa se producir¨ªa la reivindicaci¨®n de nuestro archipi¨¦lago por parte del reino de Marruecos o de la Rep¨²blica Arabe Saharaui Democr¨¢tica si ¨¦sta consigue preivisiblemente su reconocimiento como pa¨ªs independiente.
Sopesar la postura espa?ola.
Creo por ello que, aparte de ciertas similitudes entre el problema de las Malvinas y nuestra irrenunciable reivindicaci¨®n sobre Gibraltar, sopesemos cuidadosamente cu¨¢l debe ser la postura espa?ola, clara, terminante y a favor de las soluciones pac¨ªficas, evitando que en un futuro se produjeran otros problemas de suma gravedad.
Y no debemos olvidar que Canarias, que por ahora parece que no posee petr¨®leo, representa un gran valor estrat¨¦gico en la confrontaci¨®n de los grandes bloques.
Por ¨²ltimo, estos acontecimientos son una llamada de atenci¨®n para que Canarias tenga los medios disuasivos, por supuesto nacionales, que precise, desoyendo ciertas voces que en el archipi¨¦lago se oponen a la mejora y acondicionamiento de nuestras instalaciones militares. No olvidemos que los hechos consumados son de muy dif¨ªcil soluci¨®n.
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