Datos para la historia de un sistema
Hablar de literatura, de pintura, de m¨²sica en la Uni¨®n Sovi¨¦tica y en las democracias populares es hablar de la producci¨®n art¨ªstica anterior a 1932 o posterior al XX Congreso del PCUS (1956) y marginal a la doctrina est¨¦tica imperante en dichos pa¨ªses. En ese par¨¦ntesis, tras esa doctrina, se elabor¨® la est¨¦tica del estalinismo: el realismo socialista.El 23 de abril de 1932, el rebullir creativo de la revoluci¨®n tocaba a su fin. El Comit¨¦ Central del PCUS disolv¨ªa la Asociaci¨®n de Escritores Proletarios de la URSS (VOAPP), la de los M¨²sicos Proletarios, la de los Pintores Proletarios y, en general, "las organizaciones literarias y art¨ªsticas proletarias existentes"; desaparecieron asimismo las cooperativas editoriales. Stalin impon¨ªa la Uni¨®n de Escritores Sovi¨¦ticos. Desde la muerte de Lenin (1924), y el tan s¨®lo siete a?os, se hab¨ªa dado un giro radical.
Ya el 18 de julio de 1925 el Comit¨¦ Central se?alaba la "necesidad de reforzar el papel dirigente del proletariado en el desarrollo de la literatura y el arte". Se abr¨ªa el camino al realismo socialista, al rescate de un realismo acad¨¦mico, acartonado, puesto al servicio de temas pretendidamente revolucionarios. Tras ello, el debate de fondo de la sociedad sovi¨¦tica. Stalin, pese a las advertencias que contra ¨¦l lanzara Lenin antes de morir, impon¨ªa paulatinamente su control absoluto al frente de la secretar¨ªa general, con la resistencia frontal de Trotski.
El 23 de abril de 1932 se perfilaba el panorama estalinista en lo econ¨®mico (colectivizaciones forzosas e inicios del estajanovismo), en lo pol¨ªtico (detenciones de comunistas opuestos a la pol¨ªtica de Stalin) y en lo art¨ªstico, al recoger la Uni¨®n de Escritores en sus estatutos el realismo socialista como m¨¦todo y gu¨ªa del artista proletario.
En 1934, tras la aparente normalizaci¨®n del XVII Congreso del PCUS y del I Congreso de Escritores Sovi¨¦ticos, Stalin desencadenar¨ªa el terror de las purgas, mediante las cuales eliminar¨ªa toda posible resistencia dentro y fuera del PCUS, reprimiendo, en primer lugar, a los que hicieron la revoluci¨®n.
Baste pensar que de los veintis¨¦is miembros del Bur¨® Pol¨ªtico en 1922, diecisiete fueron ejecutados u obligados a suicidarse (entre ellos, figuras de la talla,de Zinoviev, Bujarin o Kamenev) durante la d¨¦cada de los treinta, culminando, en 1940, con el asesinato, en M¨¦xico, de Trotski (que dos a?os antes, en su Manifiesto por un arte revolucionario independiente, redactado junto a Andr¨¦ Breton, reclamaba "toda clase de licencias para el arte"'). La cultura, a lo largo de ese trayecto (suicidios de Maiakovskil y Esenin, asesinato de Meyerhold ... ), contaba sus v¨ªctimas.
Frente a un mundo occidental en presunta decadencia hab¨ªa que oponer un arte optimista, que cantase el brillante porvenir del socialismo real, como cortina de humo ante la negra realidad de la dictadura de Stalin.
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