Savia nueva para la dinast¨ªa de los V¨¢zquez
,ENVIADO ESPECIAL La dinast¨ªa de los V¨¢zquez no se acaba: hay savia nueva que trae la afici¨®n y la torer¨ªa del joven Pepe Luis. Dec¨ªan -los taurinos, principalmente- que esta estirpe terminaba en Manolo V¨¢zquez, el cual, por cierto, est¨¢ culminando en triunfo y gloria su vida torera. Los taurinos tienen poca fe en los toreros.
Al taurino que hoy se lleva le va el circo o le va la mediocridad. Al taurino que hoy se lleva le visteis de luces un payaso o un pegapases pelmazo, y las goza. Dice: "este es el hombre". Pero le vistes de luces un torero y le desprecia al primer tropez¨®n. Argumenta: "no sirve para esto, pues deber¨ªa dejarse colgar de un pit¨®n". Y escupe el puro por el colmillo. ?Puaf!.
Plaza de Sevilla 26 de abril
Tercera corrida de feria.Cinco toros de Ferm¨ªn Boh¨®rquez. Serios, con trap¨ªo, poder y casta, bien armados; el cuarto derrib¨®. Sexto, sobrero de Antonio P¨¦rez, bronco. Curro Romero: dos pinchazos bajos y bajonazo descarado (protestas). Cinco pinchazos bajos y espadazo infame en los costados del toro (bronca y almohadillas). Rafael de Paula: Pinchazo y estocada ca¨ªda (silencio). Cinco pinchazos, aviso, y descabello (silencio). Pepe Luis V¨¢zquez: estocada delantera ca¨ªda y dos descabellos (ligera petici¨®n y vuelta). Pinchazo, estocada corta contraria y tres descabellos (aplausos). Tarde muy fr¨ªa y ventosa. Romero, despedido con lluvia de almohadillas.
A Pepe Luis V¨¢zquez le llevan por la calle de la amargura con eso de que no sirve pues no se deja colgar de un pit¨®n. Pepe Luis lleg¨® a este mundillo complicado e injusto con la t¨¦cnica bien aprendida, la ortodoxia de la tauromaquia cl¨¢sica y un estilo personal que se enmarca en la m¨¢s pura escuela sevillana.
Ha entrado en el escalaf¨®n de matadores con cartel y, seg¨²n un colectivo de opini¨®n, es porque le afama el apellido. Pienso, por el contrario, que ha conseguido el cartel a pesar del apellido. Cuando Pepe Luis V¨¢zquez hijo se coloca frente al toro, la sombra de Pepe Luis V¨¢zquez padre no le cobija, sino que le oscurece. Es una actitud f¨¢cil establecer la comparaci¨®n. Y sin embargo en este joven Pepe Luis hay mucho m¨¢s de Antonio Bienvenida que del legendario maestro de San Bernardo. Cu¨¢l sea la raz¨®n, es algo que ignoro.
Su actuaci¨®n en el primer toro no fue redonda, y creemos que se debi¨® al ventarr¨®n, que se acentu¨® en aquella hora y desbarataba la tersura de los enga?os. Pero fue torera.
Cuaj¨® Pepe Luis ver¨®nicas de corte cl¨¢sico, se corearon con ol¨¦s sus lances, juntas las zapatillas, y un clamor rubric¨® su media ver¨®nica alegre y pinturera. Vinieron luego los naturales, y al iniciar uno de ellos, el toro, que perdi¨® el enga?o (seguramente por efecto del viento), le cogi¨® de lleno y le lanz¨® a gran altura, como un pelele. Se incorpor¨® sin mirarse, volvi¨® r¨¢pidamente a la cara del toro y se ci?¨® en una serie de redondos valientes, hondos, emotivos, que pusieron al p¨²blico en pie.
El sexto era un sobrero bronco, que oblig¨® a una lidia laboriosa y lleg¨® incierto a la muleta. Pepe Luis consigui¨® sacarle derechazos y naturales, pero sin poder confiarse porque la res ten¨ªa peligro.
La corrida, adem¨¢s de la actuaci¨®n de Pepe Luis, tuvo inter¨¦s porque hubo toros de trap¨ªo, que dieron emoci¨®n a la lidia. Demasiada emoci¨®n y demasiado sobresalto para los representantes del arte y los duendes. Paula se mantuvo a un nivel decoroso, por sus deseos de agradar y porque se justific¨® en un inspirad¨ªsimo quite por ver¨®nicas. Curro, no.
Curro hizo el toreo por se?as. Curro, que le quit¨® las moscas, se amosc¨® en el cuarto, y mientras correteaba a prudencial distancia, le pinchaba por los bajos. De esta guisa, fauno y artista dieron la vuelta al ruedo bajo un torrente de improperios. Pero ah¨ª no acab¨® la tarde de Curro, pues el sexto le hizo correr cuando intent¨® sacarlo del caballo. ?Qu¨¦ fatigas pasa este hombre a sus a?os!
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