El Festival Cervantino de Guanajuato marca el principio de la decadencia de Nureyev
A Nureyev le bast¨® el nombre para conquistar Guanajuato. El p¨²blico ten¨ªa ganas de empezar aplaudiendo este maratoniano festival de tres semanas, y se quem¨® las manos. Pasado de kilos, con la boca abierta por la falta de aire, Rudolf Nureyev es, a sus 44 a?os, un bailar¨ªn al que la cr¨ªtica especializada da ya por acabado para el ballet de gran aliento al margen de que su t¨¦cnica le haga todav¨ªa salir relativamente airoso ante p¨²blicos profanos.
El festival cervantino estuvo a punto de empezar con esc¨¢ndalo, porque Nureyev amenaz¨® el d¨ªa anterior con no bailar. Esta vez ten¨ªa raz¨®n. La v¨ªspera de su deb¨², el estado mayor presidencial le oblig¨® a cambiar de hotel, ya que todas las habitaciones del que ¨¦l ocupaba hab¨ªan sido incautadas de la noche a la ma?ana para alojar al Gabinete ministerial, que en bloque se desplaz¨® a Guanajuato para el concierto inaugural.El Nureyev de los mejores tiempos es posible que no hubiera soportado un desaire semejante. Este, de 44 a?os, se conform¨® con amagar, y s¨¢bado y domingo estuvo puntual en su cita con Don Quijote, un montaje que ide¨® hace m¨¢s de diez a?os con m¨²sica de Ludwig Minkus.
En opini¨®n de un especialista, Nureyev se pas¨® las dos horas del espect¨¢culo apuntando apenas como si se tratara de un ensayo general con p¨²blico. Le bast¨® esforzarse apenas en alg¨²n solo para que el millar de espectadores se le entregase sin reserva alguna.
Justificaci¨®n marginal
Como justificaci¨®n marginal hab¨ªa dejado saber antes de su presentaci¨®n que su espect¨¢culo de Don Quijote necesitaba un escenario al menos seis veces mayor que el que tiene el teatro Ju¨¢rez, un exquisito recinto construido el siglo pasado con fachada neocl¨¢sica y un interior en el que la decoraci¨®n se ha ido por barroquismos ¨¢rabes.Es cierto que a menudo le falt¨¦ espacio al ballet de Boston, que para meter a ratos a m¨¢s de treinta personas en el escenario ten¨ªa que amontonarlas materialmente.
La coreograf¨ªa de Nureyev despleg¨® en tomo a Don Quijote una Espa?a de toreros, manolas, panderetas y frailes, en la mejor l¨ªnea de los t¨®picos de circulaci¨®n universal. Con todos esos ingredientes consigui¨®, s¨ª, una maravilla de color, pero incluso en el cuerpo de baile era demasiado visible la irregularidad. La falta de espacio no puede ser una justificaci¨®n totalmente v¨¢lida para una compa?¨ªa que se sabe el Don Quijote a oscuras.
La decadencia f¨ªsica, posiblemente irreversible, de Nureyev ha sido la nota dominante de todas las cr¨ªticas en su deb¨² mexicano. La suya ha debido ser, con mucho la jota m¨¢s cara de la historia.
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