Siguen encarcelados en Argentina tres periodistas brit¨¢nicos acusados de espionaje
La pesadilla de cualquier periodista enviado especial al extranjero es la de ser considerado un esp¨ªa. El ambiente en Argentina a comienzos de abril parec¨ªa considerablemente libre de sospecha. Incluso aun cuando la flota expedicionaria brit¨¢nica se dirig¨ªa ya hacia las Malvinas, el pa¨ªs permanec¨ªa relajado y abierto hacia la creciente tropa de periodistas ingleses en Buenos Aires.El d¨ªa 8 de abril, jueves, el secretario de prensa del presidente Galtieri dio una recepci¨®n a los informadores extranjeros en la Casa Rosada. Los periodistas, que todav¨ªa pod¨ªan escribir libremente sobre los movimientos de tropas argentinas, estaban encantados por la bienvenida formal que se les daba y por la carta blanca que se les ofreci¨® para satisfacer su curiosidad en cualquier zona de la Rep¨²blica que lo desearan.
Entre los invitados a la recepci¨®n estaban Simon Winchester, del Sunday Times, Ian Mather, corresponsal militar de The Observer, y Tony Prime, un fot¨®grafo de este ultimo dominical brit¨¢nico. Winchester y Malther, aunque trabajando para peri¨®dicos rivales, eran viejos amigos de numerosas misiones a lo ancho del mundo.
Decidieron entonces viajar juntos por el pa¨ªs latinoamericano y el domingo 11 de abril se dirigieron al sur. Fueron sin problemas hasta Comodoro Rivadavia, donde asistieron a una conferencia de prensa, y al d¨ªa siguiente se dirigieron hacia R¨ªo Gallegos, m¨¢s al sur. Tony Prime hizo algunas fotograf¨ªas desde el avi¨®n y ah¨ª comenzaron las dificultades. Una pareja argentina se quej¨®, a uno de los asistentes de vuelo y al aterrizar el tr¨ªo fue interrogado por los militares, que les advirtieron de que necesitaban un permiso especial para tomar fotograf¨ªas de tropas.
Los tres, sin embargo, fueron autorizado a continuar hacia la ciudad de Ushuaia, la m¨¢s austral del mundo, sobre el canal de Beagle.
El martes, de regreso a Buenos Aires, los informadores fueron interceptados en la primera escala, Puerto de R¨ªo Grande, se les arrest¨® y les fueron confiscados sus cuadernos de notas y c¨¢maras. Fueron enviados a Buenos Aires y permanecieron bajo custodia hasta el jueves 15, sin poder comunicarse con nadie, para ser finalmente devueltos a Ushuaia y comparecer ante el juez local, Carlos Sagastume.
El mismo d¨ªa, despu¨¦s de ser brusca pero no brutalmente interrogados, fueron acusados de espionaje, un delito que puede ser castigado con pena de prisi¨®n de hasta ocho a?os.
El lunes 19 de abril, tras el primer interrogatorio, el juez dijo que habia una gran zona gris entre sus l¨®gicas actividades y las de espionaje.
El jueves y el viernes el cerco legal se estrech¨® y el juez decidi¨® finalmente iniciar un proceso por espionaje. Desde entonces, los periodistas permanecen encarcelados en Ushuaia, tratados bien, pero temerosos de sufrir una sentencia de prisi¨®n dictada en definitiva por un r¨¦gimen militar brutal y arbitrario. La impresi¨®n general es que los informadores brit¨¢nicos, que no han hecho otra cosa sino cumplir con su misi¨®n, han sido elegidos simplemente como v¨ªctimas propiciatorias en un clima de creciente presi¨®n pol¨ªtica y militar.
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