Econom¨ªa desastrosa y conflictos con la minor¨ªa albanesa, principales problemas yugoslavos
El ulular de todas las sirenas de la federaci¨®n de seis rep¨²blicas Estados de Yugoslavia, recordar¨¢ hoy, 4 de mayo, que hace dos a?os se produc¨ªa el fin de la era de Tito. Josip Broz, llamado Tito, mor¨ªa cuando le faltaban tres d¨ªas para cumplir los 88 a?os de edad, tras haber dirigido durante la segunda guerra mundial el movimiento partisano, que junto con el griego, fue el m¨¢s estructurado de la resistencia europea y haberse convertido a?os m¨¢s tarde en el primer adversario de Stalin, procedente de las filas del comunismo ortodoxo europeo.
Aunque un funcionario yugoslavo declarara hace poco que "ser¨ªa correcto decir que hay quienes quieren una destitoizaci¨®n, como hubo en China una desmaoizaci¨®n", hasta la fecha no se ha producido ning¨²n intento serio de revisi¨®n del legado pol¨ªtico de Josip Broz. Muchas reuniones siguen concluyen do al son de la canci¨®n Te juramos Tito, que de tu camino no nos apartaremos.VIadimir Dedijer, bi¨®grafo de Tito, ha protagonizado, sin embargo, la sensaci¨®n editorial m¨¢s so nada del primer bienio sin Tito con una obra en la que declara querer "desfaraonizar la imagen de aquel gran hombre" para llevar lo a dimensiones humanas.
Hasta el momento, los tan temidos rusi (los rusos) no se han mostrado en su pol¨ªtica yugoslava lo impacientes que algunos preve¨ªan. Ya en una ocasi¨®n se refiri¨® Breznev a quienes en Occidente se imaginar¨ªan la la Caperucita Roja yugoslava transitando por el bosque con el lobo sovi¨¦tico al acecho" Los dirigentes yugoslavos le han quitado hierro y estruendo a sus relaciones con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, privadas ya de los espectaculares viajes de Tito a la Rusia de su juventud. Eso s¨ª, la Prensa yugoslava ha dejado de ser tan cr¨ªtica con la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
A dos a?os de la muerte de Tito, los tres demonios yugoslavos son el ego¨ªsmo econ¨®mico de cada uno de los seis Estados que forman esta federaci¨®n de nombre y confederaci¨®n de hecho, el nacionalismo de una minor¨ªa albanesa mayoritaria en la regi¨®n aut¨®noma de Kosovo y la deuda exterior, con 15.400 millones de d¨®lares gravitando sobre una poblaci¨®n de veintid¨®s millones, que tienen que desabastecer el mercado nacional para intentar pagarlos forzando las exportaciones.
La URSS, primer cliente
Mientras que el consumidor yugoslavo hace meses que no encuentra caf¨¦ en unos supermercados que en su tiempo fueron los mejor abastecidos de los pa¨ªses socialistas europeos, la Uni¨®n Sovi¨¦tica incrementa sus compras en una Yugoslavia que no encuentra mercados en Occidente. La URSS ha pasado a ser el primer socio comercial de Yugoslavia, con 3.643 millones de d¨®lares de importaciones yugoslavas en 1981, cifra superior en 1.154 millones a la del a?o en que muri¨® Tito.
Paralelamente, Lawrence Eagleburger, subsecretario de Estado norteamericano para Asuntos Europeos, no sabe c¨®mo convencer al capital norteamericano para que no le d¨¦ la espalda a esa no alineada Yugoslavia, que despu¨¦s de Polonia y Ruman¨ªa registra la situaci¨®n econ¨®mica m¨¢s dif¨ªcil de los pa¨ªses socialistas europeos. No obstante tener una cifra de endeudamiento exterior per c¨¢pita similar a la polaca, Yugoslavia ha pagado generalmente puntualmente para seguir teniendo acceso a los mercados de divisas.
Yugoslavia estuvo en el centro de atenci¨®n de la reuni¨®n convocada en Washington por el Departamento de Estado con exponentes de la banca norteamericana, el 22 de abril, para que una pol¨ªtica de restricciones crediticias occidentales a Belgrado no fuera a causar un mayor acercamiento de Yugoslavia al Este.
Si el comunicado conjunto yugoslavo-sovi¨¦tico firmado a principios del pasado abril, en Belgrado, por Gromiko y los sucesores de Tito parece uno m¨¢s de la serie de los suscritos entre Tito y Breznev, aunque con apoyo ahora a la moratoria nuclear propuesta por este ¨²ltimo, las relaciones Washington-Belgrado acusan los cambios habidos en la Casa Blanca, no obstante la firme actitud de Reagan contra el terrorismo ustachi.
Si la breve era de Carter llev¨® las relaciones yugoslavo-estadounidenses a su m¨¢ximo nivel, con la entrada del presidente Reagan en la Casa Blanca, Lawrence Eagleburger tiene que v¨¦rselas con los partidarios de otro ex embajador norteamericano en Yugoslavia, Lawrence Silberman, poco cr¨¦dulo ante el no alineamiento yugoslavo. Silberman publicaba hace a?os, en la revista Foreign Policy, el art¨ªculo titulado El viejo comunismo yugoslavo, ese violinista del tejado europeo.
El croata que era Tito sol¨ªa decirles a los yugoslavos: "Cuidad la unidad como a las ni?as de vuestros ojos". A dos a?os de su muerte, los ego¨ªsmos de los seis Estados yugoslavos se han disparado. La Constituci¨®n y las leyes vigentes les conceden derechos que, en muchos aspectos comerciales, van m¨¢s all¨¢ de los que gozan los pa¨ªses de la Comunidad Econ¨®mica Europea.
El resultado es un atisbo de caos. Nada o casi nada le puede impedir en tiempos normales a una empresa croata en r¨¦gimen de autogesti¨®n exportar bienes que m¨¢s tarde tendr¨¢ que importar el hermano serbio, o viceversa.
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