Los intereses estrat¨¦gicos de las grandes potencias, como tel¨®n de fondo en el Atl¨¢ntico sur
Los mismos estrategas guardan cartograf¨ªas reservadas donde densas franjas de color naranja indican la existencia de grandes yacimientos de n¨®dulos polimet¨¢licos posados en el lecho oce¨¢nico, m¨¢s densas en el Pasaje Drake. Su riqueza de manganeso, n¨ªquel, cobalto, cobre y hierro coincide curiosamente con la creciente dependencia de las importaciones de esos minerales cr¨ªticos (industria b¨¦lica) que padece Washington. Esta va del 50% para el petr¨®leo, el 40% para el cobre, hasta el 100% en manganeso, n¨ªquel y cromo, seg¨²n el U. S. Department of the Interior y estudios de Lester Brown.A la vez, la zona es rica en verdaderos yacimientos ict¨ªcolas y, en el sector ant¨¢rtico -la mayor reserva mundial de agua dulce- en uranio y otros recursos estrat¨¦gicos.
En el plano espec¨ªficamente militar, Estados Unidos considera al casco mar¨ªtimo austral como imprescindible para su estrategia por tres coordenadas b¨¢sicas: 1. Por las tres v¨ªas interoce¨¢nicas (Magallanes, Beagle y Drake) circula un flujo creciente de crudo hacia sus puertos. 2. Las islas Malvinas son un portentoso "portaviones" fijo y con v¨ªveres propios. 3. La presunta lejan¨ªa de los tres pasajes de los riesgos misil¨ªsticos.
El fantasma de la OTAS
La conexi¨®n entre los oc¨¦anos Atl¨¢ntico y Pac¨ªfico es una antigua obsesi¨®n del Pent¨¢gono, as¨ª como la de integrar "una fuerte base en el extremo austral" a su red de dispositivos b¨¦licos planetarios. Esta preocupaci¨®n llev¨® ya en 1975 al ex presidente Gerald Ford a proponer a los Estados latinoamericanos ribere?os una Organizaci¨®n del Tratado del Atl¨¢ntico Sur (OTAS). La marina argentina, as¨ª como Sur¨¢frica y Uruguay, se convirtieron en adalides de ese pacto, pero Brasil se niega hasta hoy, fiel a su tesis de "pragmatismo responsable" y a sus mercados en las naciones emergentes de Africa, opuestas a Pretoria y su pol¨ªtica agresiva y de apartheid en el ¨¢rea.
Para el Pent¨¢gono, el canal de Suez "ya demostr¨® su vulnerabilidad en 1956", y el canal de Panam¨¢ deber¨ªa pasar a manos paname?as en el a?o 2000. Lo cierto es que ambas v¨ªas se est¨¢n convirtiendo en obsoletas para el paso de los modernos superpetroleros y portaviones gigantes que proyecta Washington, de acuerdo a la teor¨ªa de "cuarteles flotantes" suscrita por Richard Nixon, los landing helicopter assault ship.
Hasta ahora, el Reino Unido fue una especie de albacea occidental de los factores militares y econ¨®micos del Atl¨¢ntico sur, seg¨²n altos jefes estadounidenses, pero "nosotros somos los m¨¢s preocupados e interesados por la cuesti¨®n". No es casual que Ronald Reagan se postulara como mediador en el conflicto angloargentino desde el primer minuto del desembarco argentino en las Malvinas, el 2 de abril pasado, y que Londres, y especialmente Buenos Aires, aceptaran.
Ante la no conformaci¨®n (le la fantasmal OTAS, la alternativa, tambi¨¦n sondeada por Estados Unidos desde 1975, es extender el radio de jurisdicci¨®n de la OTAN al Atl¨¢ntico sur, como ya lo ha hecho de facto en el Caribe con sus maniobras Ocean Venture-81 y Safe-Paas-82, la primera de las cuales se repite en el mismo escenario desde el 29 de abril.
Las complicaciones del proyecto norteamericano por la contradicci¨®n Buenos Aires-Londres respecto a la soberan¨ªa formal sobre las Malvinas se crispan a¨²n m¨¢s en la Ant¨¢rtida. Con su sabidur¨ªa colonial, el Reino Unido reivindica para s¨ª el sector ant¨¢rtico entre los meridianos 20 y 80 Oeste, que, curiosamente, absorbe totalmente el sector reclamado por Argentina (25 a 74, con una veintena de bases permanentes) y parte del chileno (53 a 90).
En la X Reuni¨®n del Tratado Ant¨¢rtico (Washington, 1979), Estados Unidos proclam¨® su aspiraci¨®n perentoria de explotar las riquezas del continente blanco, que el mismo tratado inhibe hasta 1991. La Uni¨®n Sovi¨¦tica, menos urgida de reservas cr¨ªticas, apoy¨® las reticencias argentinas y chilenas, pa¨ªses en la obvia inferioridad tecnol¨®gica y financiera.
El general Jorge Leal, de filiaci¨®n dem¨®crata y nacionalista, conquistador argentino del Polo Sur, exhort¨® a apoyarse en la URSS, "aunque sus motivos sean distintos a los nuestros". El retirado jefe militar sufre peri¨®dicos arrestos por sus declaraciones en defensa de las riquezas y su no entrega a los capitales multinacionales.
Mientras la flota brit¨¢nica rodeaba las Malvinas, The Sunday Times, de Johannesburgo, public¨® en primera p¨¢gina un llamativo recordatorio sobre los proyectos de la OTAS, sus protocolos secretos y la "conexi¨®n surafricana" de encumbradas figuras del r¨¦gimen militar argentino. Las presiones estadounidenses sobre Buenos Aires surg¨ªan matizadas, y los analistas se ven obligados estos d¨ªas a operar en un campo minado de intoxicaciones informativas, en su mayor¨ªa apresuradamente vertidas del ingl¨¦s.
El padrino exigente
En este cuadro, lo que Washington no perdona al Buenos Aires oficial es el reclamo de la totalidad de su parte en el package deal (arreglo global) que, seg¨²n fuentes responsables, convino el general Leopoldo Galtieri en Washington antes de asumir la Presidencia en diciembre ¨²ltimo. Seg¨²n comentarios norteamericanos, "Galtieri cometi¨® el error de sentirse fuerte como un igual por su apoyo en el problema de Am¨¦rica Central, cuando no es sino el socio menor de un arreglo tripartito (junto con Londres) en la cuesti¨®n petr¨®leo y otros asuntos del Atl¨¢ntico sur, como una base en Malvinas".
Lo cierto es que la t¨¢ctica del r¨¦gimen militar, desde el cruento golpe de Estado de 1976, fue apoyarse en Washington para desalojar a Londres, lo que para vastos sectores de la oposici¨®n interna fue "escapar del anciano le¨®n para caer en la dentadura del lobo". Sin embargo, pese al estado de guerra virtual del pa¨ªs, el lobby petrolero multinacional conserva intacto su poder en Argentina.
Dos hechos son altamente elocuentes: el Gobierno militar mantiene su proyecto de privatizaci¨®n del subsuelo minero (las compa?¨ªas ser¨ªan un Estado dentro del Estado) y estudia la privatizaci¨®n de diecisiete empresas nacionales, desde yacimientos petrol¨ªferos fiscales, gas del Estado y tres petroqu¨ªmicas, hasta la empresa de Correos y Tel¨¦grafos, Aerol¨ªneas Argentinas y Ferrocarriles, o sea, una subasta completa.
Tampoco perdona Washington que Galtieri haya apelado al Tratado Interamericano de Asistencia Rec¨ªproca (TIAR), utilizado para la invasi¨®n militar de Santo Domingo en 1965 (y el consiguiente derrocamiento del Gobierno democr¨¢tico de Juan Bosch), lo que puso al desnudo el rol estadounidense en el "sistema ineramericano". No es por azar que fuera el ministro de Exteriores de Nicaragua, sacerdote Miguel Descotto, quien promoviera la aclamaci¨®n de pie a su hom¨®logo argentino, despu¨¦s de su discurso ante la OEA. Entre las presiones civiles internas, Galtieri recibi¨® el consejo de repatriar a los doscientos oficiales detectados como asesores en El Salvador y Honduras, "ya que el pa¨ªs est¨¢ en guerra con una potencia colonialista".
Europa y la URSS
Para Reagan y el general Alexander Haig, el fiasco en la OEA y el alineamiento total con Londres pueden repercutir no s¨®lo en su pol¨ªtica latinoamericana -ya es un hecho-, sino, ano muy largo plazo, en sus dif¨ªciles relaciones con Europa occidental. Ya el ministro de Exteriores alem¨¢n, Hans Dietrich Genscher, arroj¨® la primera toalla pacifista. Lo cierto es que nada menos que la Thyssen est¨¢ construyendo dos submarinos para Argentina. y partes para otros cuatro. La Kl¨®ckner Industrie-Anlagen, junto con Messerschmidt-B?lkov-Blolin, ofert¨® la construcci¨®n de un campo de pruebas de armamentos. La Kraftwerke-Union (grupo constituido por la Siemens y el propio Estado alem¨¢n) es la proveedora de un reactor at¨®mico para uva central argentina. En total, unos 3.000 millones de d¨®lares.
Desde el golpe de Estado militar, Argentina multiplic¨® por seis su deuda externa, hasta los 35.000 millones de d¨®lares, mientras el producto bruto industrial se contrajo un 20%. Actualmente, s¨®lo dispone de seiscientos millones de d¨®lares libres para pagar en 1982 unos 7.200 millones por vencimientos de la deuda, casi la mitad a Estados Unidos.
Washington, que tiene en Latinoam¨¦rica y el Caribe el 70% de sus inversiones en el Tercer Mundo y obtiene de ellas 40.000 millones de d¨®lares anuales en concepto de intereses y servicios, no dudar¨¢ en jugar el as de la horca financiera, estiman los expertos.
Iron¨ªas de la historia: el r¨¦gimen militar que desmantel¨® la industria nacional y abri¨® el pa¨ªs a la invasi¨®n multinacional debi¨® evitar el colapso econ¨®mico incrementando su comercio con la URSS, donde dirige el 40% de su exportaci¨®n total y el 80% de sus cereales. Entre 1976 y 1981, las ventas a la URSS subieron de 250 a 3.500 millones de d¨®lares. Ello tuvo su correlato de controvertidas reciprocidades sovi¨¦ticas en organismos sensibles de la ONU.
Cuando estallaba la crisis de las Malvinas, ambos Gobiernos firmaron un convenio cient¨ªfico, Mosc¨² vendi¨® equipos petroleros, doce toneladas de uranio enriquecido para un reactor experimental que Estados Unidos dej¨® de asistir, y se perfil¨® como proveedor tecnol¨®gico y asociado en la explotaci¨®n del krill del mar austral.
Dram¨¢tico presente
Para la oposici¨®n -no es un secreto-, la URSS constituye la alternativa econ¨®mica ante un Occidente al que debemos dar cada vez m¨¢s trigo y carnes por cada vez menos bienes de equipo". En el dram¨¢tico presente argentino, en que la mayor¨ªa del pa¨ªs exige la soberan¨ªa de las Malvinas, pero, a la vez, "la soberan¨ªa popular en el Gobierno, el neutralismo y no alineamiento son la constante hist¨®rica del pa¨ªs". El ex ministro de Exteriores Mario Amadeo, procedente del nacionalismo cat¨®lico derechista, despu¨¦s de atacar la conducta norteamericana en las Malvinas, afirm¨®: "Argentina pertenece visceralmente a Occidente, pero ante la perspetiva de una lucha en que se juega la integridad territorial, no podr¨¢ rechazar ninguna asistencia que pueda prest¨¢rsele".
No en vano en Argentina los mejores momentos de soberan¨ªa y desarrollo independiente coincidieron con Gobiernos electos democr¨¢ticamente (yrigoyenismo, peronismo), y, los peores, con las involuciones militares, cada vez m¨¢s sangrientas.
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