Gennaro Acquaviva: "No se puede gobernar Italia sin los socialistas"
En el XV Congreso Nacional de la Democracia Cristiana, el partido de mayor¨ªa relativa, los verdaderos protagonistas son dos: los democristianos y los socialistas. Y es que todo el Congreso se juega ante una respuesta que el partido de Gasperi deber¨¢ dar a una pregunta bien concreta hecha por el partido del difunto Pietro Nenni. De la actitud de este Congreso depender¨¢ en gran parte la gobernabilidad futura de este pa¨ªs.EL PA?S ha entrevistado en la reuni¨®n democristiana al l¨ªder socialista Gennaro Acqu¨¢viva, jefe de la secretar¨ªa pol¨ªtica de su partido.
Pregunta. ?Por qu¨¦ los demo-cristianos tienen hoy miedo de la avanzada socialista?
Respuesta. La Democracia Cristiana est¨¢ viviendo un momento de incertidumbre y de miedo; est¨¢ desorientada. Teme perder su poder ancestral; tiene s¨®lo nostalgias del pasado y tiembla ante la novedad. No consigue un recambio generacional. Todo se resuelve siempre con un triste juego de equilibrios para que el pu?ado de viejos l¨ªderes hist¨®ricos no se quede sin un puesto importante.
P. Pero si la Democracia Cristiana es el partido viejo que ustedes dicen, ?por qu¨¦ desean gobernar hasta el punto de preferirlo a los comunistas?
R. No se puede olvidar que la Democracia Cristiana, en su tiempo, a pesar de todos sus defectos, fue el partido popular de las reformas, que hizo de Italia un pa¨ªs moderno y desarrollado. Pero para defender su poder, este partido se ha anquilosado.
Ahora nosotros, los socialistas proponemos una reforma a fondo de las instituciones, capaz de sacar al pa¨ªs del foso en que se est¨¢ hundiendo.
P. ?Y si la DC responde con un secretario con nostalgias comunistas y con deseos de frenar la avanzada socialista?
R. Las consecuencias podr¨ªan ser muy graves. Nosotros ya hemos convocado, para despu¨¦s del congreso, al comit¨¦ central, que deber¨¢ dar una respuesta oficial al resultado del debate democristiano. Sin los socialistas, hoy, no se gobierna Italia. Y sin la posibilidad de formar un Gobierno estable, la condena a nuevas elecciones, con todas las consecuencias que ello podr¨ªa. acarrear, es inevitable.
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