Maravall
Jos¨¦ Antonio Maravall, en una emocionante -por desemocionada- carta, una de esas cartas que vienen a corregir en el escritor la entrop¨ªa de escribir mucho y para muchos, me dice:-Usted, Umbral, lucha a brazo partido con el presente porque usted es un historiador.
Jos¨¦ Antonio Maravall, que ha puesto emoci¨®n e inmediatez en sus Historias de Espa?a (la objetividad no es m¨¢s que el rubor del sabio), me sit¨²a as¨ª en el ¨¢mbito exento de los historiadores. Y me da qu¨¦ pensar. Yo he aprendido muchas cosas leyendo a Maravall: pero ahora aprendo la definitiva. Aprendo que uno tiene que escribir del parado, del quiosquero, de Pitita, de Ana Bel¨¦n, de Calvo Sotelo y de Carrillo como Peter Shaffer habla de Mozart y Salieri (gran creaci¨®n de Pellicena): con distanciamiento. Si no hace uno distanciamiento (el que hace Mart¨ªn Prieto hablando de Armada y todos sus queridos generales), est¨¢ haciendo panfleto.
El panfleto no es malo, seg¨²n demostr¨¦ aqu¨ª en su d¨ªa, cuando una ley o casa pre/represiva iba a prohibirnos escribir panfletos, que son la madre putativa, ilustrada y quevedesca del periodismo, mucho m¨¢s que la Facultad esa de la cosa. Pero el panfleto, tal como se entiende hoy, por perversi¨®n (no inocente) del lenguaje, es lo que no hay que hacer en periodismo, y menos en un peri¨®dico depurado por la ¨¦tica/cibern¨¦tica de ¨²ltima hora, como ¨¦ste.
Lo que yo hago, lo que uno hace, parece que es Historia, nada menos, para un tan alto historiador como Maravall. Para otros es chisme, cotorroneo, cotilleo/cotill¨®n. Ocurre que Saint-Simon y Francesillo de Z¨²?iga (en cuyo homenaje llam¨¦ yo as¨ª, Francesillo, a un personaje m¨ªo autobiogr¨¢fico) son un drapeado de chismes regios, regiamente contados. Como el XIX de Valle-Incl¨¢n. Manuel Vicent se quejaba en Triunfo, y con raz¨®n, de que la democracia no haya dado ya el gran frutecer cultural que de ella se esperaba.
Yo te dir¨ªa, admirado Vicent, que ese frutecer se hab¨ªa dado antes, porque para toda la cultura espa?ola, como para ti y para m¨ª, el general no era m¨¢s que la cr¨®nica de una muerte anunciada, y pass¨¢bamos ya much¨ªsimo de su venidera muerte cronol¨®gica, cuando escrib¨ªamos. Pues igual los dem¨¢s. Herodoto nos lo dej¨® claro a los periodistas (era el Maravall de cuando entonces):
Mi historia, como el a?o, se rige por inviernos y veranos.
Nunca se ha dicho nada tan hermoso y usadero en ninguna escuela de periodismo. Los periodistas hacemos una Historia que se rige por el Tiempo: por el tiempo presente y hasta por el tiempo atmosf¨¦rico. De EL PAIS se dice que peca de elitismo culturalista, y de otros peri¨®dicos que pecan de sensacionalismo, amarillismo o proustianismo. A m¨ª todos los peri¨®dicos me parecen hermosos, siempre que sean tales peri¨®dicos, y no ciclostiles difamatorios a imprenta.
Ahora que en Campamento, seg¨²n leo, y en otros campamentos dados al hermetismo, se pone a los peri¨®dicos como no digan due?as, uno recuerda la frase del creador del surrealismo, Andr¨¦ Breton: "Temo que se pierda la l¨ªrica de nuestro tiempo: la m¨¢quina y el peri¨®dico diario". L¨ªrica y ¨¦pica, el peri¨®dico, que los cubistas anal¨ªticos, como Braque, hab¨ªan llevado a sus cuadros.
Hubo un tiempo, s¨ª, en que la Prensa era fascinante, era la Historia escribi¨¦ndose a s¨ª misma a diario.
Hoy se la insulta/injuria/ultraja desde ¨¢reas, campamentales de la vida espa?ola.
S¨®lo puedo leer la hermos¨ªsima frase de Maravall como referida a toda la Prensa: luchamos con el presente porque somos historiadores simult¨¢neos a la Historia.
Maravall nos desagravia, involuntariamente, de tanta tos bronquial/brutal. Gracias.
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