El sue?o de la raz¨®n
D¨ªa y tarde de perros. Al menos, Pedro V. Garc¨ªa, cronista de Televisi¨®n Espa?ola, se reincorpora a este carnaval de contraacusaciones, tras ser zarandeado por la izquierda y la derecha y reposar una crisis cardiaca. La noticia de la jornada reside por lo dem¨¢s en la intervenci¨®n del abogado Santiago Segura; periodistas largo tiempo ausentes de Campamento se han reintegrado a esta tribu s¨®lo para escucharle, en el convencimiento de que de ¨¦l pod¨ªa esperarse una barbaridad procesal o pol¨ªtica: pues la noticia es que no; ha hecho su defensa, con todas las aristas que ha estimado precisas, y nada m¨¢s. Un hombre proteico y visceral que no tiene una cana de tonto. Y a m¨¢s de este antisuceso, la desolaci¨®n en que a cualquier esp¨ªritu sensible deja sumido el coronel De Meer tras su alegato de ayer, acaso el m¨¢s arriscado de los escuchados contra el orden democr¨¢tico establecido.Con rumores previos sobre supuestas suspensiones de jornadas vespertinas abri¨® el d¨ªa Jaime Tent, defensor del capit¨¢n Jos¨¦ Luis Abad. Otra defensa t¨¦cnica (lo que es de agradecer) pero acaso obligatoriamente remitida a la vieja historia de la obediencia debida a ¨®rdenes superiores, a la creencia del mandato real, etc¨¦tera. Como otros letrados que le han precedido y otros que le continuar¨¢n ha removido la herida que puede dar resultados: en el Ej¨¦rcito o se obedece o no se obedece, pero no caben t¨¦rminos medios. Alude tambi¨¦n a que nuestra Constituci¨®n no matiza el c¨®digo de la. Guardia Civil en cuanto a cumplimiento de ¨®rdenes (no ya estricto sino taxativo en este cuerpo), con lo cual termina por hacer un flaco favor a una Ben¨¦merita, ejemplar, pero ya muy castigada en esta causa y con perspectivas inmediatas de serlo m¨¢s en un inmediato futuro y en otros juicios. Almer¨ªa.
Pero sea como fuere son los propios militares quienes estiman que desde los puntos de vista jur¨ªdico y castrense son los guardias civiles procesados quienes peor lo tienen. En el cuerpo, y de Tejero para abajo, no hay forma de encontrar en la causa alguien que en verdad obedezca a un mando natural o que no pudiera tener atisbos m¨ªnimos de que, con la excusa real o sin ella, estaban procediendo a una barbaridad. Se diga lo que se quiera la culpa reside en ese sentido de la disciplina elaborado para los tiempos en los que no se hab¨ªa inventado el tel¨¦grafo. Solo as¨ª puede explicarse que el teniente coronel Tejero, sin mando sobre nada ni nadie, arrample con una cohorte de guardias que ahora aducen ¨®rdenes superiores.
El codefensor del capit¨¢n Abad, general de brigada Felic¨ªsimo Agudo, intervino a continuaci¨®n recordando que hay una verdadera mayor¨ªa que desea que se haga justicia, por encima de los ojos puestos sobre este tribunal: ojos revanchistas, rencorosos, que piden injusticia y una sentencia que incluya un castigo desmesurado. Este general no se ha enterado de que los ojos puestos sobre el tribunal est¨¢n velados antes por el temor que por el revanchismo. Ni de que el patio campamental ha vuelto a ronronear con rumores de nuevo golpe militar -a raiz de las sentencias- o con consignas arteras, de remembranza, como Sadat, torpemente echadas al vuelo con el ¨²nico y tonto inter¨¦s de influir en el ¨¢nimo de los consejeros.
Por dos veces el presidente en funciones de este tribunal tuvo que llamarle la atenci¨®n. Primero al aducir que se ha perdido la fe en el mando -caballo de batalla de una cierta defensa-, despu¨¦s al aludir al pacto del cap¨®, pretendido documento de capitulaci¨®n que no ha sido respetado. Despu¨¦s que el Ej¨¦rcito espa?ol, a tenor de este prohombre, no es heredero de una democracia liberal y parlamentaria, sino de aquel que en una cruzada derrot¨® al comunismo internacional. Algunos apocados de ¨¢nimo estim¨¢bamos que el Ej¨¦rcito espa?ol ven¨ªa de m¨¢s lejos. El general Agudo nos lo deja en el 36.
El abogado Segura era la vedette. Pues defraud¨®. Sobrino del Cardenal Segura, palo de tal astilla, exhuberante, vehemente, anta?o oficial de complemento, con las medallas en la toga, convencido de la m¨¢xima de que es preciso que se hable de uno aunque se hable bien, ha hecho contra todo pron¨®stico una defensa honrada carente de f¨¢ciles maldades pol¨ªticas. Lleva dos: el teniente Carricondo y el capit¨¢n Mu?ecas, "ambos de la Guardia Civil". El primero lo tiene f¨¢cil: a los siete meses de servicio se ve envuelto en esta historia. El segundo -Mu?ecas- tiene otros esqueletos en el armario y ser¨¢ m¨¢s dificil convencer al tribunal de que este oficial de lo que llamar¨ªamos estilo ingl¨¦s se limit¨® humildemente a ejecutar un mandado.
Acusaciones de mentiroso para el general Gabeiras y el detalle que lustra el alegato de Segura Ferns: que ¨¦l mismo no cree en la autor¨ªa real de las ¨®rdenes perdidas dadas el 23 de febrero, aunque sus defendidos s¨ª las creyeran. "Si aqu¨ª hemos sacado a colaci¨®n el nombre del Rey, respet¨¢ndole y queri¨¦ndole, ha sido para se?alar que nuestros defendidos actuaron en la creencia -err¨®nea, por cierto- de que la ocupaci¨®n del Congreso era deseada por su Majestad..." Despu¨¦s mucho estado de necesidad y mucha obediencia debida. El cardenal Segura era bestia cargada de fe, el sobrino lleva las alforjas cargadas de bonhom¨ªa.
Continu¨® el general de brigada Fernando de Sandoval, defensor militar del capit¨¢n Mu?ecas, ese presunto suscriptor de Amnesty International. M¨¢s estado de necesidad, ultrajes a la bandera, aspiraciones independentistas de algunos partidos y, (despu¨¦s de panorama tan dram¨¢tico, proposici¨®n de que el capit¨¢n Mu?ecas no pretend¨ªa subvertir nada ni se rebel¨® contra nada. O lo uno o lo otro. Pero con ambas barajas es imposible jugar a este juego imposible de la verdad. Ataques a Areilza (verdaderamente el capit¨¢n Mu?ecas tiene algo personal con el conde de Motrico) y m¨¢s agravios comparativos por no haber sido procesados los tres capitanes de la Acorazada que acudieron a tomar RTVE o los doce que salieron a la calle en Valencia al mando de unidades t¨¢cticas.
El coronel De Meer nos dio el d¨ªa. Acaba de ascender. Formado en varias disciplinas no es precisamente lerdo. Fue gobernador de Baleares y casi acaba con el turismo de la zona por su moralina. La noche de autos era el segundo del Pav¨ªa, acantonado en Aranjuez y que con tanta insistencia se le promet¨ªa y esperaba Tejero en el Congreso. Ib¨¢?ez Ingl¨¦s, el coronel segundo jefe de Estado Mayor de Milans habla dos veces con ¨¦l aquella noche. De Meer llega a hacer sugerencias extra?as, cortadas de ra¨ªz por su coronel Teijeiro. Finalmente el Pav¨ªa no sale y se salva Madrid. Pues este jefe que nada sabe de la reuni¨®n golpista presidida por Milans en la calle de general Cabrera nos ha. ilustrado en la siguiente forma:
Dusmet se suma a la asonada por honor, lealtad y amor a la patria.
El estado de necesidad era tal que cab¨ªan posibilidades de que Calvo Sotelo no resultara elegido en la segunda votaci¨®n y nuevas elecciones dieran el triunfo a un frente popular.
En aquellas tierras -por el Pa¨ªs Vasco- s¨®lo el Ej¨¦rcito y las Fuerzas de Seguridad mantienen el v¨ªnculo con Espa?a.
Existen art¨ªculos de la Constituci¨®n espa?ola que son verdadero ejemplo de nacionalismo disgregador. Y en concreto el art¨ªculo segundo est¨¢ redactado de tal forma que resulta similar al art¨ªculo 70 de la Constituci¨®n sovi¨¦tica (art¨ªculos referidos a las nacionalidades).
Acaso sea as¨ª, pero, desde luego, si la Constituci¨®n espa?ola es tan liberal en materia de nacionalidades como la sovi¨¦tica, se ignora por qu¨¦ se lamentan los leg¨ªtimos defensores de la unidad de la patria; si as¨ª son las cosas, aquella es indisoluble para siempre jam¨¢s.
El Pav¨ªa. Una de las esperanzas de Tejero que no lleg¨® aquella noche.
De Meer da un ?Viva a Espa?a! y se levanta la sesi¨®n.
Addenda.- Guardias Civiles destinados en el Servicio Geogr¨¢fico del Ej¨¦rcito se sienten dolidos, y hasta humillados, por una cr¨®nica de este peri¨®dico. Mi padre es hijo de ese Cuerpo. Y ya no reescribo m¨¢s.
Aguanto mi vela y all¨¢ los dem¨¢s con la suya. La Guardia Civil puede seguir escuchando las sirenas de una adulaci¨®n est¨²pida o transformarse en el mejor cuerpo de seguridad de este pa¨ªs.
De este proceso est¨¢ saliendo malparada y peor saldr¨¢ de los que se avecinan. Pues algunos periodistas estaremos al quite de una Guardia Civil, tan ingenua, que no se sabe guardar de sus propios amigos.
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