Andaluc¨ªa, banco de pruebas
Todos los partidos espa?oles est¨¢n volc¨¢ndose en las elecciones andaluzas. Y no lo hacen porque, de pronto, les haya iluminado la lectura de Blas Infante o el conocimiento directo de sus grav¨ªsimos problemas, sino porque la autonom¨ªa andaluza es un problema de Estado. De Estado espa?ol, no de Estatuto andaluz. Apenas disimula nadie -ni Fraga, ni Felipe Gonz¨¢lez, ni Calvo Sotelo, ni los empresarios catalanes y vascos que, seg¨²n leo, han acudido en ayuda de los empresarios andaluces- el. car¨¢cter que esas elecciones tienen de banco de pruebas para las generales, seguramente anticipadas. El PSA, naturalmente, aprovecha la ocasi¨®n y denuncia el espect¨¢culo de esa especie de feria de mayo que han organizado los partidos y las organizaciones empresariales. Por su parte, Santiago Carrillo est¨¢ all¨ª tambi¨¦n, dispuesto a tratar de iniciar la recomposici¨®n -bien dif¨ªcil- de un PC que ¨¦l mismo ha deshecho a golpes de disciplina interna pro domo sua, que no ha podido esconder detr¨¢s del eurocomunismo, tan desacreditado antes de haber llegado a definirse. Puede que all¨ª, donde las angustias de la clase trabajadora permanecen constantemente en el ¨¢rea de la supervivencia, consiga lo que no puede esperar en otros territorios auton¨®micos.Que el espect¨¢culo no fuera posible -al menos tan descarnadamente- en Euskadi o Catalu?a, y que mostrara en Galicia c¨®mo el caciquismo sigue vigente, quiere decir alguna cosa que valdr¨ªa la pena discutir serenamente, si es que alg¨²n d¨ªa, en la piel de toro sobre la que malconvivimos pueblos diferentes, existe la posibilidad de que el uniformismo centralista, inspirador de la LOAPA, ceda terreno a la concordia. Porque hay diferencias, sin duda alguna, entre unos territorios auton¨®micos y otros, que se manifiestan m¨¢s claramente en el rostro cultural sostenido sobre un armaz¨®n hist¨®rico peculiar. Los partidos estatales son minoritarios en Euskadi, y por serlo, aunque en medida menos escandalosa, tampoco han conseguido en Catalu?a superar a Convergencia i Uni¨® m¨¢s Esquerra Republicana. Lo de Galicia es otra cosa. All¨ª ha triunfado lo que probablemente seguir¨¢ triunfando mientras se mantengan las estructuras socioecon¨®micas que funcionan, y ya se encargar¨¢ AP de continuarlas, puesto que es eso lo que le da la victoria.
En Andaluc¨ªa se est¨¢n ensayando las estrategias electorales que los partidos mayoritarios piensan aplicar a las elecciones generales. Eso es tan evidente que ni siquiera se hacen esfuerzos por disimularlo, y constituye un ejemplo m¨¢s -si faltaba alguno- de lo que en tienden por autonom¨ªa tanto los unos como los otros. Tanto UCD como el PSOE. Ah¨ª est¨¢ la LOA PA para demostrarlo. ?Con qui¨¦n discuten sobre ella? Con aquellos para los que fundamentalmente est¨¢ destinada,ya que para los dem¨¢s ha obturado el art¨ªculo constitucional por el que se les col¨® Andaluc¨ªa vali¨¦ndose del agravio comparativo. Un agravio que los parlamentarios valencianos se han guardado de invocar respecto de la propia Andaluc¨ªa, obedeciendo no los intereses del electora¨¢o que les eligi¨®, sino la disciplina de partido. Porque, ciertamente, si en el curso de la negociaci¨®n de la LOAPA con los partidos nacionalistas catalanes y vascos -en cuyas nacionalidades no intervienen los representantes de los partidos de izquierda estatalista, y baste recordar que incluso se recurr¨ªa a la disciplina de Ernest Lluch, respecto del PSC para que fuera disciplinado respecto del PSOE, es decir, que todo qued¨® en casa- se hubiera tolerado un nuevo estatuto por la v¨ªa del art¨ªculo 151, no habr¨ªa sido posible sacarla adelante. Y la decisi¨®n est¨¢ ya tomada. Nunca m¨¢s art¨ªculo 151 para nadie -aparte de que ya no quede nadie para invocarlo- y la m¨¢xima igualaci¨®n posible de toda autonom¨ªa. Hay que borrar las diferencias.
Mirarnos en el espejo
Lo que pasa es que las diferencias no se borran. Se acrecientan cuanto m¨¢s se niegan. El Estado de las autonom¨ªas pretend¨ªa, pod¨ªa suponerse, puesto que se creaba, digamos que coordinarlas en la medida,en que eran -ten¨ªan que ser si respond¨ªa a las diferencias hist¨®ricas- heterog¨¦neas. Pero vino luego lo que vino, especialmente el 23-F, con sus amenazadores precedentes.
Las autonom¨ªas han sido invocadas como un desastre nacional por los defensores en el juicio actualmente en curso, que basan en ellas la justificaci¨®n de sus delitos. Los empresarios invocaron contra ellas la unidad de mercado, que, por lo visto, consideran amenazado, y el Gobierno -de acuerdo con la oposici¨®n- encarg¨® a unos t¨¦cnicos que arreglaran la cosa para reducir las autonom¨ªas a una pura descentralizaci¨®n administrativa.
As¨ª pues, el problema hist¨®rico de las diferencias nacionales que la Segunda Republica empez¨® a desarrollar con grandes cautelas -lo que quiere decir que no es s¨®lo un problema de poderes f¨¢cticos para autejustificar su existencia y funciones m¨¢s habituales, sino tambi¨¦n de convicciones sobre una perspectiva unilateral y excluyente de -ver la historia desarrollada en esta pen¨ªnsula- ha sido nuevamente abortado, aunque esta vez con el pintoresquismo propio de las danzas y contradanzas de la transici¨®n.
Primero, la f¨®rmula m¨¢gica de las autonom¨ªas para todos en un Estado de las autonom¨ªas, y despu¨¦s, la armonizaci¨®n para hacer desaparecer la sustancia auton¨®mica, su inicial propuesta de concordia reconociendo las diferencias nacionales existentes, a fin de que todo quede atado y bien atado.
En Andaluc¨ªa se est¨¢ viendo muy claro estos d¨ªas, si es que pod¨ªa caber alguna duda al respecto. All¨ª lo que cuenta no es el paro -aterrador- ni la cuesti¨®n agraria, que en opini¨®n del empresariado, claro, ser¨ªa anacr¨®nico plantear como una cuesti¨®n de propiedad de la tierra, ni la negativa -porque la incompetencia empresarial puede ser una forma de negativa- a industrializar, lo cual aboca a la mayor parte de la mano de obra, a una agricultura estacional, con pocos jornales para muchos jornaleros, etc¨¦tera. All¨ª lo que cuenta son los porcentajes que obtendr¨¢ cada partido no aut¨®ctono para rectificar el tiro electoral en las generales. Aunque, de cuando en cuando, alg¨²n pol¨ªtico lance el ?Viva Cartagena! correspondiente.
?Y no habr¨ªamos de mirarnos en ese espejo los que a¨²n hemos de pasar las pruebas de la camisa de fuerza auton¨®mica que nos han colocado encima, bien lejos de aquello de ?Llibertat, amnistia i Estatut dAutonomia! y muy cerca de las urgencias legislativas en la Comisi¨®n de Asuntos Constitucionales? ?Ah, si Andaluc¨ªa lograra que sus pol¨ªticos -?sus pol¨ªticos?- le prestaran cada d¨ªa la d¨¦cima parte de la atenci¨®n que han volcado estos d¨ªas sobre, ella! Lo cual es predicable de los que quedamos a¨²n por encajar en el Estado de las autonom¨ªas, es decir, en la nueva provincializaci¨®n del Estado.
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