Grave crisis en los sindicatos de la Rep¨²blica Federal de Alemania
En medio de la crisis m¨¢s profunda de su historia, por numerosos esc¨¢ndalos de corrupci¨®n y falta de respuesta ante la dif¨ªcil situaci¨®n econ¨®mica, la Confederaci¨®n Alemana de Sindicatos (DGB) celebra en Berl¨ªn Oeste su congreso. El pasado mi¨¦rcoles, cuando la DGB eligi¨® en Berl¨ªn Oeste a su nuevo presidente, el reci¨¦n elegido Ernst Breit, recibi¨® de manos del voluminoso l¨ªder del sindicato de servicios p¨²blicos y transporte, Heinz Kluncker, una escoba. El regalo simboliza perfectamente la tarea que deber¨¢ acometer en primer lugar el nuevo presidente de la DGB: barrer y limpiar la poderosa organizaci¨®n que ha pasado a presidir de todos los elementos corruptos que han llevado a la DGB a "la crisis m¨¢s grave de su historia".
El diagn¨®stico sobre el volumen de la crisis de la DGB procede del presidente saliente, Heinz-Oskar Vetter, que dej¨® su cargo por llegar a la edad de jubilaci¨®n, despu¨¦s de trece a?os de presidencia. La despedida de Vetter no ha podido ser m¨¢s lamentable, puede decirse que Vetter tuvo suerte al alcanzar la edad de jubilaci¨®n porque, de otro modo, dif¨ªcilmente habr¨ªa podido librarse de las salpicaduras de los esc¨¢ndalos financieros en que encuentran metidos varios l¨ªderes sindicales en la RFA. El mismo d¨ªa en que ces¨® Vetter circulaba entre los delegados asistentes al congreso sindical las fotocopias del art¨ªculo de la revista Stern, que le acusaba de toda una serie de manipulaciones para evadir el pago de impuestos, en base a dudosos negocios al amparo de los privilegios fiscales existentes en Berl¨ªn Oeste.Desde hace varios meses, casi todas las semanas surgen nuevas revelaciones sobre la corrupci¨®n existente en las empresas controladas por los sindicatos y entre destacados l¨ªderes de la poderosa DGB. La irritaci¨®n de la base sindical es comprensible, los sindicalistas de a pie han tenido que conformarse este a?o con aumentos salariales sensiblemente por debajo del ¨ªndice de inflaci¨®n y todav¨ªa les esperan diversas medidas fiscales, que obligar¨¢n a apretarse todav¨ªa m¨¢s el cintur¨®n.
Si a esto se une que las cifras de paro no andan lejos de los dos millones y la ni?a bonita de los sindicatos -la cogesti¨®n paritaria- parece cada vez m¨¢s olvidada, se comprende la ira de las bases sindicales ante el dudoso comportamiento de sus dirigentes, que no se diferencia mucho de los, al menos en teor¨ªa, combatidos capitalistas.
Siete millones de afiliados
Con casi siete millones de afiliados, organizados en los diferentes sindicatos de rama, la DGB atraviesa una aut¨¦ntica crisis de identidad. Algunos soci¨®logos registran la evoluci¨®n de los sindicatos de la RFA desde una organizaci¨®n de lucha obrera hacia una especie de ente p¨²blico. Se ha llegado a calificar a la DGB del "tercer socio de la coalici¨®n" de Gobierno, al lado del partido socialdem¨®crata y liberal.Con la socialdemocracia en el poder, la DGB floreci¨® en los tiempos de coyuntura boyante y se mostr¨® como un instrumento eficaz de reparto anual del creciente producto social. Con la crisis de la coyuntura econ¨®mica, lo ¨²nico que podr¨ªa repartirse hoy d¨ªa ser¨ªa la propiedad, pero esto ir¨ªa demasiado lejos en la RFA. En los ¨²ltimos a?os, los sindicatos se conformaron con mantener lo conseguido, pero para 1982 ni siquiera se lleg¨® a eso. Hacer tragar este sapo a los sindicalistas, al mismo tiempo que han saltado a las p¨¢ginas de los peri¨®dicos los turbios negocios de los dirigentes sindicales es una tarea dif¨ªcil.
En estas circunstancias no es extra?o que el grado de afiliaci¨®n sindical disminuya entre los trabajores m¨¢s j¨®venes, menos del 25%, mientras que la media de los trabajadores organizados sindicalmente llega al 357. La DGB deber¨¢ afrontar tambi¨¦n pronto un cambio generacional en los puestos directivos de varios sindicatos de los m¨¢s importantes. Este relevo se observa con cierto temor, porque la vieja guardia sindical, a lo largo de los a?os, lleg¨® a plegarse a las exigencias del poder pol¨ªtico de la RFA y convirti¨® a la DGB en una organizaci¨®n potente, pero dispuesta al compromiso.
Los j¨®venes l¨ªderes sindicales defienden posiciones m¨¢s radicales y combativas, aunque esto no quiere decir que las vayan a mantener el d¨ªa que accedan a los puestos de m¨¢xima direcci¨®n. No obstante, existe una clara ruptura generacional. Los viejos sindicalistas acusan a los j¨®venes de "compensar su falta de olor a cuadra con radicalismo verbal".
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