El padre, el ni?o y los toros
De manera tan subrepticia como se prohibi¨®, hace quince a?os, ha vuelto a autorizarse la presencia de ni?os en los festejos taurinos.Sabia medida, opina el com¨²n, para que as¨ª se transmita la afici¨®n a trav¨¦s de los cromosomas, como es menester. La correspondiente norma legal entr¨® en vigor el mi¨¦rcoles, colada casi de tapadillo en una m¨¢s amplia disposici¨®n reguladora de capeas y encierros menores que tiene muy preocupados a los alcaldes donde tales manifestaciones populares abundan.
De los primeros en usar de tal derecho es Sergio, siete a?os, fila siete del tendido del diez, que protagoniza con su padre, y a veces con su madre, un di¨¢logo bien representativo.
-Papi, me dijiste que me ibas a traer tambi¨¦n a la de Curro.
-Hijo, las dos no pueden ser.
-Papi, ?por qu¨¦ se van los picadores.
-Ni?o, el bocata.
-Papi, ?por qu¨¦ esos otros no torean?.
-Papi. ?cuando ponen banderillas espa?olas?.
-Despacito, Sergio, pero c¨®metelo todo.
-Papi, ?qu¨¦ tal se ve desde encima de los caballos?.
-Hijo, da un miedo horrible.
-Papi, ?y el caballo de qui¨¦n es?.
-Papi, ?y cuanto pesa un toro reci¨¦n nacido?.
-No s¨¦; treinta o cuarenta kilos.
-?J¨®!. ?M¨¢s que yo!.
-Hijo, ?s¨¢bes cu¨¢nto pesa un toro en brazos?.
El padre hab¨ªa tomado ya la decisi¨®n de no volver jam¨¢s a los toros con el ni?o. Probablemente la misma que un par de Pe?as taurinas femeninas El Soro, cuya presencia era detectable a trav¨¦s de sendas s¨¢banas colocadas en las barreras del cuatro. Solamente las s¨¢banas, porque en su custodia se ocupaban tan solo cuatro o cinco varones. A lo mejor el resto, o sea, las f¨¦minas, estaban en otras ocupaciones.
Ayer recibi¨® Chopera las primeras reconvenciones p¨²blicas por parte de los fiscales de las andanadas, por la presencia en Madrid de toros de una ganader¨ªa expedientada por afeitado. Sin entrar en razones o sinrazones, da la impresi¨®n que esta bronca no va a ser la ¨²ltima, tal como van las cosas.
Babelia
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