El primer a?o de Mitterrand desvanece en Francia el temor a la implantaci¨®n de 'una cultura de Estado'
El aumento de los ¨ªndices de lectura es una obsesi¨®n de la pol¨ªtica socialista
La fotograf¨ªa oficial del presidente de la Rep¨²blica francesa, Fran?ois Mitterrand, en la que este ¨²ltimo aparece hojeando un libro en una biblioteca, ya es un s¨ªmbolo del cariz cultural del septenio del socialismo a la francesa. Al cabo de un a?o de gesti¨®n, el Ministerio de Cultura y su ministro, Jack Lang, aparecen como las criaturas predilectas del presidente. Y as¨ª como en la mayor parte de los otros sectores de la acci¨®n gubernamental el cambio de pol¨ªtica ha pasado inadvertido, de cierta manera, para los ciudadanos, en materia cultural, "gracias al dinero y al entusiasmo de Lang, todo se remueve, algo parece estar germinando, y el temor inicial de muchos a la implantaci¨®n de una cultura de Estado se desvanece", seg¨²n, un periodista de Rouen, que resume un comentario bastante general.
Novelistas, escritores, fil¨®sofos o ensayistas: desde que Mitterrand fue elegido presidente, el palacio "del Eliseo, en primer lugar, y muchos ministerios, igualmente, les abrieron las puertas a las llamadas gentes de letras. Regis Debray fue instalado a la vera de Mitterrand como consejero tercermundista, y su talante revolucionario, por haber conocido a Che Guevara, a¨²n no ha dejado de inspirar cr¨ªticas o iron¨ªas en Francia y en los medios diplom¨¢ticos extranjeros. Las nacionalizaciones del escritor argentino Julio Cort¨¢zar y del checo Mil¨¢n Kundera fueron presentadas con pompa, al m¨¢s alto nivel del Estado. Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez ha sido encargado de reflexionar sobre una Casa de la Cultura de los Pueblos, que pretender¨ªa cobijar, en Par¨ªs, a todas las culturas del mundo.La cinemateca est¨¢ presidida por el cineasta Costa Gavras, que acaba de presentar el filme Missing en el Festival de Cannes. Estos datos exponen las dimensiones, nacional e internacional, espec¨ªficamente la mediterr¨¢nea, con las que el nuevo poder quiere acu?ar su pol¨ªtica cultural. Hay que a?adir una tercera en el ¨¢mbito nacional: la descentralizaci¨®n de la cultura, paralela a la administrativa. Y, sin duda, una cuarta: la dimensi¨®n parisiense. El mitterrandismo no desmiente el ser hijo del "Par¨ªs capital del mundo" de otros tiempos.
Hombre del presidente
El ministro Lang es uno de los hombres del presidente Mitterrand, algo as¨ª como su ni?o mimado. El le corresponde apasionadamente. Un d¨ªa lleg¨® a decir que "es una felicidad para un ministro el tener un presidente inspirador de su acci¨®n". A quien lo desea, en cualquier momento, le dir¨¢ que "Francia nunca ha tenido un presidente de semejante envergadura intelectual". Por otra parte, Lang, joven de 42 a?os, adem¨¢s de profesor de Derecho, es hombre de teatro desde ni?o. El invent¨® el Festival Internacional de Teatro de Nancy, ciudad en la que naci¨®. Estos dos vectores de su personalidad (complicidad con Mitterrand y formaci¨®n teatral) determinan en gran medida su acci¨®n como ministro de la Cultura: el presidente que, como todos sus antecesores, por obra y gracia de los poderes que le atribuye la Constituci¨®n, decide en todo, y por ello, en este caso, le da a Lang todo el dinero que necesita. Y este ¨²ltimo, respondiendo a su talante teatral, en un a?o ha hecho de toda Francia un escenario cultural, en el que hay movimiento, confuso en ocasiones, pero que despierta expectativas.
El arte es la vida
Pocas semanas despu¨¦s de hacerse cargo de su cartera, Lang ya hab¨ªa divulgado las tres f¨®rmulas-anzuelo de su pol¨ªtica cultural: "El arte es la vida", "El d¨ªa 10 de mayo de 1981 es la frontera entre la noche y la luz", "Los 44 ministros del Gabinete de Pierre Mauroy son 44 ministros de la Cultura". M. Champesme, responsable grenobl¨¦s del Centro Dram¨¢tico de los Alpes, uno de los m¨¢s importantes de Francia, no comenta: "Eso son palabrer¨ªas, pero luego est¨¢n los hechos. Y lo cierto es que se ha doblado el presupuesto cultural de la naci¨®n, y el nuestro ha sido aumentado en un 33%". Dinero, m¨¢s teatro, m¨¢s hechos, m¨¢s proyectos sin cuento, igual a una pol¨ªtica cultural, origen de burlas o aplaudida, pero que, con Mitterrand y con Lang, ha adquirido una nueva ciudadan¨ªa en un pa¨ªs que, de todas maneras, cuenta con una historia cultural densa.El mismo ministro ha pedido m¨¢s de a?o y medio para evaluar el resultado de su primera medida espectacular, que ya es una realidad: el precio ¨²nico del libro. La lectura p¨²blica es la gran preocupaci¨®n del t¨¢ndem Mitterrand-Lang. El presupuesto para este sector aument¨® el 210% en 1982. Los autores y la creaci¨®n se benefician, a trav¨¦s del Centro Nacional de las Letras, del 63% de crecimiento de su presupuesto, y se estudia la manera de mejorar su r¨¦gimen fiscal. En las c¨¢rceles y en los hospitales se fomenta la lectura. Las casas de cultura creadas por Andr¨¦ Malraux, cuando era ministro del general Charles de Gaulle, est¨¢n siendo revivificadas. Teatro: el 85% m¨¢s para la Direcci¨®n General, que acent¨²a la reactivaci¨®n de los teatros nacionales y las ayudas a las Compa?¨ªas privadas. Otro tanto ocurre con la m¨²sica, ¨¢rea privilegiada, con proyectos ambiciosos: creaci¨®n de nuevas estrucituras para los sectores de la investigaci¨®n, del jazz, de las variedades. Realizaci¨®n, en Par¨ªs, de dos proyectos monumentales: una ¨®pera popular en la plaza de la Bastilla y la denominada Ciudad de la M¨²sica, en la barriada de La Villette, que fue el matadero municipal.
En la canci¨®n, como en el cine y el audiovisual, prevalece "la reconquista del mercado interior", como en el planode la econom¨ªa general. En este terreno, Lang ha sido tachado de propulsor de un chovinismo anacr¨®nico art¨ªstica y econ¨®micamente. Su intenci¨®n, afirma ¨¦l, es la contraria; pero las nuevas leyes en estos sectores no se oculta que pretenden favorecer la creaci¨®n nacional, su exportaci¨®n y, consecuentemente, "frenar la invasi¨®n de la cultura americana". Las artes pl¨¢sticas, como todas las expresiones espec¨ªficamente culturales, gozan del aumento de cr¨¦ditos, pero no existe a¨²n una pol¨ªtica clara. En todo caso, tambi¨¦n fue el dios todopoderoso, Mitterrand, quien, impresionado por una tempestad de cr¨ªticas e inquietudes, dio orden de que se suprimiera la imposici¨®n de las obras de arte concebida por el ministro del Presupuesto.
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