El Gobierno colombiano congela su negociaci¨®n con la guerrilla para no enfrentarse con el Ej¨¦rcito y los partidos conservadores
Treinta a?os de violencia pol¨ªtica casi ininterrumpida, con una cuota de miles de muertos, han hecho de la paz una aspiraci¨®n un¨¢nime del pueblo colombiano. As¨ª lo reflejan las encuestas de opini¨®n. Por eso los cuatro candidatos que concurren a las elecciones presidenciales el pr¨®ximo domingo han convertido la pacificaci¨®n del pa¨ªs en su promesa m¨¢s insistente. Pero en pleno festival de ofertas preelectorales de paz, el Gobierno ha frustrado hace dos semanas una iniciativa que contaba con la aceptaci¨®n previa del M-19, el grupo guerrillero m¨¢s activo. El presidente, Julio C¨¦sar Turbay, prefiri¨® archivar la propuesta para no enfrentar la ira de militares y conservadores.
El M-19 anunci¨® que reactivar¨¢ la lucha militar para sabotear las elecciones del domingo e impedir que el nuevo presidente electo pueda tomar posesi¨®n de su cargo el d¨ªa 7 de Agosto. Esta es su respuesta al fracaso de las gestiones realizadas por la comisi¨®n de paz. La amenaza ha sido dada a conocer a tres periodistas que fueron secuestrados el viernes en Barranquilla y que han permanecido treinta horas en poder del M-19. "Paz para todos o para nadie" ha sido la consigna expresada ante treinta guerrilleros por el comandante general de la organizaci¨®n en la costa atl¨¢ntica Dos bombas que estallaron el lunes en Bogot¨¢ ha sido el prime paso de esta nueva campa?a.Los m¨¢ximos dirigentes de M-19 se hab¨ªan comprometido, despu¨¦s de arduas negociaciones, que se prolongaron durante mes y medio, a renunciar p¨²blicamente a la lucha armada a cambio de unas medidas de gracia, consistentes en el beneficio de la libertad condicional para quienes estuvieron implicados en delitos excluidos de amnist¨ªas anteriores: homicidio fuera de combates, secuestro y extorsi¨®n
La organizaci¨®n guerrillera rebajaba notablemente el techo de sus condiciones para abandonar las armas. Meses atr¨¢s hab¨ªa exigido el levantamiento del estado de sitio, la derogaci¨®n del estatuto de seguridad y una amnist¨ªa total. Para demostrar su prop¨®sito de volver a la legalidad, se conformaba ahora con un indulto condicional.
Esta fue la propuesta que present¨® al Gobierno, en la primera quincena de mayo, la comisi¨®n de paz que encabezaba el ex presidente Carlos Lleras, y de la que formaban parte ex ministros, notables juristas, obispos y militares.
El presidente Turbay sab¨ªa ya que la iniciativa garantizaba la paz con el M-19 y, muy posiblemente, con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), organizaci¨®n de tendencia castrista, que pasa por ser la mejor pertrechada.
La oposici¨®n del ministro de Defensa, Luis Carlos Camacho, y del ministro de Justicia, Felio Andrade, frustraron el proyecto. Ambos consideraron que no se pod¨ªa dictar medidas de gracia que s¨®lo contaban con la aceptaci¨®n de un grupo.
Pero la cuesti¨®n de fondo es que tanto los mandos militares como los l¨ªderes conservadores consideran que la inclusi¨®n de los aqu¨ª llamados delitos atroces en un decreto de gracia supone una carta de inmunidad y ser¨ªa semilla de nuevas violencias. El general Camacho lo ha expresado sin tapujos.
Consciente de su fuerza, el todopoderoso ministro se ha permitido decir en un acto p¨²blico, ante el presidente Turbay, que el catedr¨¢tico Carlos Lleras est¨¢ un tanto desactualizado en materias penales, y le ha acusado indirectamente de querer convertir la comisi¨®n de paz en bandera de guerra.
Para dejar bien claro el punto de vista militar, el general Camacho a?adi¨®: "Es muy dif¨ªcil para un jefe militar impartir ¨®rdenes a sus subordinados que pueden conducirles al sacrificio y, simult¨¢neamente, apoyar medidas perdonando a los verdugos.
Tras el rechazo de su propuesta, a la comisi¨®n de paz no le qued¨® otra salida que la dimisi¨®n, inmediatamente aceptada por el presidente. Terminaban siete meses de gestiones que hab¨ªan despertado muchas esperanzas. Fue Turbay quien, el pasado mes de octubre, encarg¨® a Carlos Lleras que presidiese una comisi¨®n destinada a buscar nuevas f¨®rmulas de pacificaci¨®n, despu¨¦s del fracaso de la ley de amnist¨ªa de marzo de 1981.
El 22 de marzo, era puesto en libertad en la c¨¢rcel de Bucaramanga Ramiro Lucio Escobar, un abogado de 37 a?os que hab¨ªa cumplido una condena de cuarenta meses por pertenecer al M-19. Desde la c¨¢rcel hab¨ªa mantenido correspondencia con el ex ministro John Agudelo, que era miembro de la comisi¨®n de paz. Escobar convence a su antiguo amigo de que puede actuar como intermediario con el M-19. Agudelo le presenta a Carlos Lleras y desde el primer momento hay una total comprensi¨®n entre ellos.
El presidente Turbay y su Gobierno son informados de las gestiones que pretende patrocinar la comisi¨®n. El ministro de Justicia da un permiso especial a Escobar para que visite en la c¨¢rcel de La Picota a dos de los m¨¢ximos dirigentes del M-19, ?lvaro Fayad y Carlos Pizarro. Este ¨²ltimo era justamente quien a?os atr¨¢s hab¨ªa reclutado a Escobar.
Indulto condicional
Durante m¨¢s de un mes, Ramiro Lucio Escobar se entrevista casi diariamente con Carlos Lleras en la biblioteca de su casa, a cualquier hora, y en la c¨¢rcel de alta seguridad de La Picota, con los dirigentes del M-19. Los argumentos de Lleras hacen mella en la guerrilla: el levantamiento del estado de sitio s¨®lo puede ser una consecuencia de la paz, nunca una exigencia previa; el estatuto de seguridad no puede ser derogado sin m¨¢s, sino sustituido por un c¨®digo de polic¨ªa que permita acciones especiales contra el narcotr¨¢fico. Finalmente, en las circunstancias actuales, una amnist¨ªa incondicional repugna a amplios sectores del pa¨ªs, y s¨®lo cabe incluir los delitos atroces en un indulto condicional.Uno tras otro, el M- 19 termina por aceptar los argumentos de Carlos Lleras y se dispone a hacer p¨²blico un documento por el que acata los t¨¦rminos de la paz propuestos por la comisi¨®n y renuncia a la lucha armada. Desde ese momento dejar¨ªa de tener vigencia su lema: "Con el pueblo, por las armas al poder". Llegados a este punto, Carlos Lleras entiende que debe entrevistarse personalmente con el m¨¢ximo l¨ªder del M-19, Jaime Bateman, no tanto porque no se tenga seguridad en las gestiones del intermediario, sino por formalizar el compromiso al m¨¢ximo nivel.
A partir de este momento comienzan a surgir las primeras discrepancias serias. La direcci¨®n conservadora entiende que es poco decoroso para el Estado que un ex presidente se entreviste con el jefe de una fracci¨®n alzada en armas.
Los militares tampoco entienden que a un perseguido por la justicia se le d¨¦ un salvoconducto para que pueda moverse por el pa¨ªs con la seguridad de no ser detenido. Aceptan que la entrevista pueda celebrarse fuera de Colombia, en Ecuador o Panam¨¢.
El rechazo por parte del Gobierno de la propuesta de indulto hizo inviable la entrevista entre Carlos Lleras y Jaime Bateman.
El presidente Julio C¨¦sar Turbay se limita a decir que lo ocurrido con la comisi¨®n de paz no es un fracaso, sino un tropiezo. Que no por eso han cerrado todos los caminos para alcanzar la paz.
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