Manuel Puig: "Siempre escribo de problemas m¨ªos no resueltos"
Presenta su novela, 'Sangre de amor correspondido'
"Yo siempre digo que escribo sobre problemas m¨ªos no resueltos", dice Manuel Puig, que pasa por Madrid para promocionar su ¨²ltima novela, Sangre de amor correspondido, recientemente publicada por la editorial Seix-Barral y presentada en Madrid con motivo de la Feria del Libro. "Alguna vez", dice, "aparece alg¨²n personaje que se hace cargo de mis problemas, y me permite replante¨¢rmelos con otra perspectiva". Y ¨¦ste es el caso, seg¨²n ¨¦l, del protagonista de esta novela, que es en realidad un largo reportaje sobre una historia verdadera, o al menos narrada como tal, y luego novelada."En este caso", dice Manuel Puig, "el personaje no tiene aparentemente nada en com¨²n conmigo. Es mucho m¨¢s joven, goza de gran salud, es casi analfabeto y, sobre todo, pertenece a otra lengua y tiene otra nacionalidad". Y comienza Manuel Puig la apasionante historia de su novela.
El alba?il
"El vino a trabajar a mi casa como alba?il. Yo le o¨ª hablar, y me pareci¨® que, en el fondo, ese hombre tan distinto y yo ten¨ªamos todo en com¨²n. El tambi¨¦n era alguien que no pod¨ªa aceptar la realidad en que estaba metido, y, en su af¨¢n de evadirse de ella, ¨¦l tambi¨¦n la modificaba ante todo con el lenguaje. Siempre hab¨ªa alguna elaboraci¨®n musical o pict¨®rica en lo que dec¨ªa. Era un artista"."Me he preguntado siempre", sigue su relato Manuel Puig, "qu¨¦ lleva a la gente a escribir o a pintar cuadros, y creo que es la necesidad de transformar una realidad que le resulta inc¨®moda. Este hombre era un poeta, y de lo que dec¨ªa se desprend¨ªa una poes¨ªa campesina que me pareci¨®", Manuel Puig duda con la palabra, hace un gesto con una mano bastante convincente y da con ella, "necesario trasplantarlo a la p¨¢gina. Y adem¨¢s del lenguaje descubr¨ª que ten¨ªa una historia que contar, y m¨¢s de una, porque lo que fue un primer relato, y muy veraz a mi entender, pronto se descubri¨® que era todo mentira. Hab¨ªa sucedido que el muchacho se encontraba ante alguien que le escuchaba, y estaba aprovechando para dar una versi¨®n ideal de s¨ª mismo".
"Inevitablemente, la memoria lo traicionaba de tanto en tanto, y las contradicciones iban revelando la falsedad de la versi¨®n. Pero a medida que se acumulaban las contradicciones se perfilaba la verdad ¨²ltima: yo le dej¨¦ fantasear y la novela respeta en cierto modo esa necesidad de ¨¦l de contarse versiones ideales de s¨ª mismo".
"El relato de ese hombre", sigue contando, "lo fuimos grabando, naturalmente a cambio de dinero. Primero fijamos un precio por hora. Luego, cuando me di cuenta de que hab¨ªa material para una novela, hicimos un contrato de participaci¨®n en los derechos de autor. Me vi obligado a darle un adelanto, y finalmente se firm¨® un nuevo contrato, con la intervenci¨®n del editor brasile?o. Para enero de 1981 mi situaci¨®n en Brasil hab¨ªa cambiado mucho desde seis meses antes, que empezamos a trabajar en esto. El beso de la mujer ara?a fue un inesperado boom, se convirti¨® en tres meses en la novela m¨¢s vendida de su a?o, y en el momento de negociar los derechos de ¨¦sta se presentaron ofertas muy inesperadas. En esos d¨ªas, como si un hada madrina le hubiera llevado la mano y discado mi n¨²mero de tel¨¦fono, son¨® la campanilla. Hac¨ªa muchos meses que no llamaba. Me cont¨® que hab¨ªa conocido en un ¨®mnibus a un marido traicionado que quer¨ªa vender a toda costa su casa y no ver m¨¢s a la mujer".
"La casa era muy buena, y el precio, muy conveniente. Me propuso entonces su relato a cambio de un precio total, de un tanto alzado. Se lo di. As¨ª, el que pierde la casa, porque la novela cuenta eso, la historia de alguien que pierde una casa, contando la historia gan¨® precisamente eso, una casa".
Dialecto de R¨ªo
Pero la historia no termina ah¨ª, felizmente. "Me hice hacer la transcripci¨®n de las cintas. De toda esa monta?a eleg¨ª sectores y los traduje, porque as¨ª como estaban yo no pod¨ªa tocarlo. Una vez instalados en rni idioma, s¨ª me sent¨ª libre de actuar, y entonces vino el primer problema: a qu¨¦ castellano volcar ese dialecto del estado de R¨ªo, no demasiado caracter¨ªstico tampoco, por ser un lenguaje ya elaborado por el propio narrador. Era imposible traducirlo a un lunfardo o a un lenguaje pampeano. No qued¨® otra salida que inventar un lenguaje popular. En suma", dice y termina, "yo no hice sino respetar su manera de hablar, incluso las descripciones son suyas. Lo ¨²nico que he fabulado es el lenguaje de la madre, porque no quise entrevistarle y perturbarle a ella. Como ya ten¨ªa todo el material necesario, s¨®lo hice prestar atenci¨®n al lenguaje de otras mujeres de clase y extracci¨®n similares y edad parecida, es decir, pretelevisiva. Porque a partir de la televisi¨®n, en Brasil, y creo que en todas partes, hay una nivelaci¨®n no s¨®lo del l¨¦xico, sino tambi¨¦n, por ejemplo, del acento".Lo perfecto hubiera sido, supongo, haber hecho con este relato de Manuel Puig, que est¨¢ transcrito exactamente tal y como fue o¨ªdo, lo que ¨¦l mismo ha hecho con el de ese alba?il que cont¨® la historia que ¨¦l a su vez, cont¨®.
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