La demanda de cr¨¦dito del sector privado ha experimentado una aparente reanimaci¨®n en los dos ¨²ltimos meses
Las dificultades que ten¨ªa la banca privada para colocar sus cr¨¦ditos parece que est¨¢n siendo superados en los dos ¨²ltimos meses. La sustituci¨®n de la financiaci¨®n exterior por cr¨¦ditos en pesetas que est¨¢n realizando un buen n¨²mero de empresas est¨¢ resolviendo moment¨¢neamente la dif¨ªcil situaci¨®n ante la que se encontraban las entidades de cr¨¦dito, a las que, por una parte, les continuaban creciendo los dep¨®sitos a unos ritmos incluso superiores a los del a?o pasado, y, por otra, se encontraban con una demanda de cr¨¦dito muy d¨¦bil. Las campa?as que incitaban al consumo privado, que han desarrollado estas entidades, resultaron ser insuficientes para contrarrestar el aumento de sus cuentas de pasivo.
El temor de las empresas a enfrentarse con los riesgos de cambio, y el endurecimiento de las condiciones en los mercados financieros internacionales solucionaron, moment¨¢neamente, la situaci¨®n de la banca privada. No obstante, si se mantiene la actual tendencia habr¨¢ de ser el sector p¨²blico quien acuda a los mercados internacionales en busca de recursos para evitar un desequilibrio importante en la balanza exterior por cuenta corriente.La ca¨ªda en la demanda de cr¨¦dito del sector privado comenz¨® a verse reflejada en las cuentas de resultados de la banca desde hace tres ejercicios aproximadamente. La cr¨ªsis econ¨®mica hab¨ªa afectado a las empresas hasta el punto de que las condiciones de garant¨ªa que presentaban para devolver los cr¨¦ditos resultaban en general muy escasas. Junto a esto, las compa?¨ªas que hab¨ªan conseguido salir airosas de la cr¨ªsis aplicaban unos criterios muy estrictos a sus pol¨ªticas de tesorer¨ªa y evitaban solicitar financiaci¨®n externa.
As¨ª, las carteras de efectos de la banca -esto es, las letras que descontaban- comenzaron a caer de forma vertiginosa por el doble efecto de las restricciones a las que somet¨ªa la banca a las empresas con escasas garant¨ªas y las reticencias de las sociedades rentables a utilizar este canal excepto en situaciones l¨ªmite. Los grandes bancos tardaron m¨¢s que la banca peque?a y mediana en acusar este fen¨®meno, y cuando fueron conscientes de la nueva situaci¨®n, intentaron sustituir el descuento de papel comercial por las l¨ªneas de cr¨¦dito a las empresas rentables como f¨®rmula m¨¢s barata para estas.
Necesidades m¨¢s perentorias
Sin embargo, la situaci¨®n hab¨ªa llegado ya a un punto de deterioro tal que los pr¨¦stamos y cr¨¦ditos que se conced¨ªan se destinaban casi exclusivamente a atender a las necesidades m¨¢s perentorias, es decir se destinaban al consumo. Esto rompi¨® el planteamiento inicial del sistema, seg¨²n el cual demanda de cr¨¦dito pr¨¢cticamente equival¨ªa a demanda de inversi¨®n.Los planes de reconversi¨®n, en cuyos planteamientos constitu¨ªa una parte fundamental la sustici¨®n de la banca como tutora de las empresas por la propia administraci¨®n, tuvo un doble efecto para las entidades que componen el sistema financiero: en primer lugar, aport¨® a las cuentas de resultados bancarias importantes incrementos en sus beneficios como consecuencia de la recuperaci¨®n de las cantidades que se hab¨ªan destinado a la previsi¨®n de fallidos de estas empresas; en segundo, permiti¨® a la banca deshinibirse de una buena parte de la nueva inversi¨®n que estas mismas sociedades necesitaban para ponerse en rentabilidad. Pero estas dos circunstancias, aparentemente muy satisfactorias para las entidades de cr¨¦dito, les generaron el problema de hacia donde dirigir sus crecientes necesidades de inversi¨®n, que generaba el aumento ininterrumpido del volumen de sus dep¨®sitos. La soluci¨®n fu¨¦ r¨¢pidamente entrevista por alguno de los administradores m¨¢s avispados. La sustituci¨®n de la banca por la Administraci¨®n en la tutela de las sociedades afectadas por los planes de reconversi¨®n iba hacer crecer de forma sustancial las demandas de financiaci¨®n del sector p¨²blico, ya de por s¨ª deficitario, y que no consegu¨ªa controlar el crecimiento de sus gastos corrientes.
Por tanto ser¨ªa el propio sector p¨²blico el receptor de la inversi¨®n que la banca necesitaba realizar. El ¨²nico problema que quedaba por solucionar era conseguir que los precios que el sector p¨²blico pagase por el dinero que recib¨ªa resultasen similares a los que se percib¨ªan en el mercado. Esto tambi¨¦n se solucion¨® y el inter¨¦s que satisfac¨ªa el sector p¨²blico por el dinero que tomaba en el mercado result¨® muchas veces superior al que se practicaba en operaciones ordinarias. La estrategia parec¨ªa marchar, y las cuentas de resultados de los ejercicios inmediatamente posteriores estaban salvadas.
No obstante, los m¨¢ximos responsables de las pol¨ªticas bancarias eran perfectamente conscientes de que el riesgo que se corr¨ªa si se prolongaba en exceso este procedimiento era que el destino de la banca quedar¨ªa excesivamente ligado al de la propia Administraci¨®n. El modelo pol¨ªtico de nuestro pa¨ªs, con unos partidos que no eran capaces de garantizar una mayor¨ªa estable en las elecciones generales, aumentaba el riesgo de la banca de colocar una parte sustancial de sus huevos en la cesta p¨²blica. El cambio de la formaci¨®n pol¨ªtica en el Gobierno llevar¨ªa indefectiblemente, a un replanteamiento de toda la estrategia inversora, que podr¨ªa verse afectada por un talante menos comprensivo por parte de la formaci¨®n pol¨ªtica que gobernara.
Ante tal eventualidad, la banca comenz¨® a se?alar p¨²blicamente el riesgo que comportar¨ªa una reducci¨®n en los tipos de inter¨¦s. La posibilidad de que ¨¦sta se produjera hab¨ªa sido lanzada por el vicepresidente del Gobierno para Asuntos Econ¨®micos, Juan Antonio Garc¨ªa D¨ªez, en los primeros meses del presente a?o. Desde entonces hasta hoy, distintos representantes del sector han calificado la baja de los tipos de inter¨¦s como una operaci¨®n pol¨ªtica que entra?a unos peligros enormes, y que en ning¨²n caso se corresponde con la situaci¨®n real de la econom¨ªa.
La carrera por continuar captando dep¨®sitos ha hecho que las cantidades que la banca debe satisfacer a sus clientes de pasivo sea cada vez m¨¢s elevada, observ¨¢ndose en las memorias del ¨²ltimo ejercicio que han presentado estas entidades, unos incremento en los costes del pasivo en tomo a un punto. Junto a esto las entidades del sector con algunas excepciones aisladas, Como ser¨ªa la del Vizcaya, no han conseguido disminuir de forma significativa sus gastos fijos, con lo que una, baja en los tipos de inter¨¦s en los cr¨¦ditos les producir¨ªa un estrechamiento en sus m¨¢rgenes ante la imposibilidad de repercutirlos.
Ante esta situaci¨®n, varias entidades del sector echaron mano de los manuales keynesianos y recordaron que el incremento de la demanda es el origen del relanzamiento de las empresas. As¨ª se instrumentaron diversas campa?as destinadas a incentivar el consumo privado, con lo que por una parte pretend¨ªan conseguir una m¨¢s f¨¢cil colocaci¨®n de sus cr¨¦ditos, y de paso se pod¨ªa lograr de rebote un factor de reanimaci¨®n para algunos sectores industriales.
Sin embargo, los resultados de estas campa?as no han sido, al parecer, todo lo brillantes que se esperaba. Seg¨²n algunos observadores de los mercados financieros la contradicci¨®n estaba a la vista. Los responsables de la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno estaban apostando por una estrategia de corte monetarista, y estos breves intentos de incentivar el consumo apenas podr¨ªan tener repercusi¨®n.
Lo cierto es que en las altas instancias del sector bancario se estaban dise?ando ya nuevos proyectos para contrarrestar la debilidad de la demanda de cr¨¦dito del sector privado, La soluci¨®n que se present¨® volvi¨® a ser coyuntural, pero era una alternativa.
Las empresas privadas espa?olas, que se hab¨ªan endeudado en los mercado financieros exteriores en divisas especialmente a lo largo de 1980, se ve¨ªan sometidas a unas condiciones mucho peores que las que ofrec¨ªa el excedentario mercado interior en la actualidad. La sustituci¨®n de la deuda exterior por los pr¨¦stamos que generaba el propio sistema resultaba una soluci¨®n beneficiosa para estas compa?¨ªas, que consegu¨ªan eludir as¨ª los riesgos de cambio, y las constantes fluctuaciones de los tipos de inter¨¦s.
La demanda de cr¨¦dito se hab¨ªa pues reanimado aparentemente, aunque esto podr¨ªa dar lugar a un fuerte desequilibrio en la balanza exterior. Pero como la iniciativa privada es soberana, si esto se produjese normalmente habr¨ªa de ser el sector p¨²blico quien acudiese a endeudarse en el exterior, en condiciones normalmente peores, por razones puramente monetarias.
La soluci¨®n a los actuales problemas que probablemente acaricie el sector, y que s¨®lo de forma velada han dejado entrever algunos de sus representantes, pasa por una reducci¨®n de las disponibilidades l¨ªquidas del sistema, lo que por una parte acrecentar¨ªa las necesidades de acudir a las entidades de cr¨¦dito por parte de las empresas en demanda de financiaci¨®n, a la vez que garantizar¨ªa la permanencia de los tipos de inter¨¦s en torno a sus actuales niveles.
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