El estado de necesidad
El autor argumenta que el establecimiento de un r¨¦gimen democr¨¢tico en Espa?a no ha servido todav¨ªa para reparar las injusticias y desigualdades cometidas en el per¨ªodo anterior. M¨¢s a¨²n, sostiene que en esta circunstancia los privilegios de determinados grupos pol¨ªticos y sociales permanecen indemnes. Ante ello juzga como un descarado sarcasmo que los inculpados en el juicio del 23-F hayan alegado en defensa de su intento golpista el estado de necesidad.
Cre¨ªamos que estaba bien claro que la llegada de la democracia, tras cuarenta a?os largos de dictadura, y nada d¨¦bil por cierto, visto ahora el panorama con cierta perspectiva, se ha saldado con una inequ¨ªvoca desigualdad de trato para los que lucharon por las libertades, por la igualdad, por los derechos humanos, frente a los que se opusieron a todo ello, y en la mayor¨ªa de las ocasiones por duras razones de bolsillo y avaricia, disfrazadas de patrioterismo y aderezadas de verborrea fascista.A los pocos d¨ªas de rodaje de las Cortes democr¨¢ticas, la sentida reivindicaci¨®n de la amnist¨ªa de los militares de la Uni¨®n Militar Democr¨¢tica, injusta, arbitraria y vergonzosamente expulsados del Ej¨¦rcito por el ejercicio del indeclinable derecho de lucha por la propia dignidad y la de las propias fuerzas armadas, chocaba con la intransigencia, y ah¨ª sigue sin reparaci¨®n esa situaci¨®n que por s¨ª misma constituye una luminosa denuncia contra lo actualmente existente.
Ni una sola depuraci¨®n o revisi¨®n de aut¨¦nticas actitudes delictivas en destacados funcionarios del Cuerpo de Polic¨ªa, o del de Prisiones, que tienen sobre sus espaldas verdaderos cr¨ªmenes, se ha producido ni siquiera solicitado al socaire del restablecimiento de un clima de reconciliaci¨®n, convivencia y olvido. Vuelven a perdonar las v¨ªctimas y a sentirse resentidos los verdugos y sus auxiliares.
Las grandes estafas del r¨¦gimen, cuyo eco a¨²n no se ha apagado, realizadas con la participaci¨®n de nombres bien conocidos de las altas finanzas, de altos cuerpos de la Administraci¨®n del Estado, de conocidos pr¨ªncipes de la milicia, han sido enterradas, y sin la menor reparaci¨®n material ni moral a sus afectados, gentes bien modestas e indefensas, y alcanzando sus fraudes a la propia econom¨ªa del pa¨ªs, han pasado ya al saco de la no conveniente reconsideraci¨®n, para que no tengamos imagen de rencorosos o vengativos.
Funcionarios del partido ¨²nico, de la Secretar¨ªa General del Movimiento, de la organizaci¨®n sindical vertical y de diversas instituciones del control y la represi¨®n pol¨ªtica, que temblaban ante la nueva situaci¨®n, y por cierto que ten¨ªan raz¨®n para ello con recordar su especial comportamiento, han saltado de la ilegalidad franquista del enchufe pol¨ªtico, con el que se incardinaron en cien n¨®minas, a la estabilidad como funcionarios de escalaf¨®n por el art¨ªculo primero, sin oposiciones ni reciclajes democr¨¢ticos, por generosidad pol¨ªtica.
La quejosa y desestabilizadora Banca ha multiplicado por tres, cuatro o cinco sus beneficios a lo largo de los a?os 1977 a 1981, en plena crisis econ¨®mica. Y los bancos debilitados o an¨¦micos, montados generalmente sobre la inveterada pr¨¢ctica de la especulaci¨®n, han sido amorosamente recibidos en el refugio de la solidaridad financiera del Estado, en la cloaca de las irregularidades, mientras sus avispados empresarios, mal llamados banqueros, se pasean tranquilamente por las playas de Marbella sin devolver un solo duro de lo estafado a accionistas y clientes, que se satisfar¨¢ con fondos de los impuestos colectivos.
Jueces y fiscales que insuflados de patri¨®tico ardor en la lucha contra la conspiraci¨®n judeo-mas¨®nico-marxista se destacaron por su celo, a veces con ribetes de sadismo, contin¨²an en el ejercicio de sus funciones sin que nadie pida su cabeza. Y aprovechan a¨²n sus puestos para proteger a sus antiguos amigos del golpe-franquismo.
Pero hay funcionarios se?aladamente progresistas que jam¨¢s alcanzar¨¢n los puestos que les corresponden por su capacidad y por su fidelidad democr¨¢tica. Y profesores destacados nacional e internacionalmente a los que la Junta de Rectores les niega una c¨¢tedra por ser simplemente dem¨®cratas y haber hecho ostentaci¨®n de ello.
Los piquetes de huelga van a la c¨¢rcel, so pretexto de la posible comisi¨®n de un delito de coacciones, que luego nunca aparece cometido, y los patronos que cierran las f¨¢bricas y desestabilizan intencionadamente la econom¨ªa y la democracia se sientan en la directiva de la CEOE o aparecen en Televisi¨®n Espa?ola para dar ejemplo de c¨®mo crear inseguridad, paro y crispaci¨®n.
Los ex ministros de Franco, sus ex generales, todos sus variados ex, cobran regularmente sus pensiones, y bastante m¨¢s actualizadas que las de las clases modestas, compatibilizadas con toda clase de privilegios que ellos llaman derechos adquiridos.
C¨¢mara de silencio
Y si seguimos con este desigual balance veremos c¨®mo hasta la figura del dictador, sobre la que hay mucho y muy malo que decir, ha entrado en una especie de c¨¢mara de silencio para no herir susceptibilidades, mientras algunos de sus familiares no recatan sus gestos involucionistas.
La democracia en Espa?a ha dejado impune el tr¨¢fico de influencias, la corrupci¨®n, el abuso de poder, los delitos contra el elemental derecho de gentes, y a¨²n ha llegado a m¨¢s, ha constitucionalizado los privilegios de una Iglesia oscurantista, del monopolio bancario, de una Administraci¨®n corrompida, haciendo sus cargos tan compatibles con todo que resultan incompatibles con el servicio al pueblo. Y ante este hiriente panorama para el progreso y la justicia, un pu?ado de golpistas, nost¨¢lgicos de la dictadura, alegan ?el estado de necesidad! Si no fuera repugnante se pensar¨ªa que tal alegaci¨®n quiere ser una simple broma, una macabra broma.
Los culpables del nacimiento en este pa¨ªs del terrorismo, por su ceguera hist¨®rica, los que precisamente nos han dejado esta macabra herencia, los fabricadores del paro y de la injusticia, los que representan la inseguridad ciudadana de la arbitrariedad y del nepotismo, de la evasi¨®n de capitales, de la inmoralidad como sistema, los agiotistas de la corrupci¨®n, cogen ahora el cuadro que ellos pintaron en cuarenta a?os y quieren con su deformada y chafarrinesca obra justificar su imperdonable actitud de levantarse contra el nuevo intento pac¨ªfico de este pueblo de ir solucionando sin rencores ni venganzas los problemas que ellos y sus ocultos c¨®mplices nos han legado, cuando adem¨¢s se ha tenido la c¨ªvica elegancia de no haberles pedido cuentas.
A lo mejor ese ha sido nuestro error y deberemos pagarlo.
A lo mejor la necesidad del Estado, de un Estado democr¨¢tico, exige, visto lo ocurrido, que por el aut¨¦ntico estado de necesidad de los parados, de los afectados por la colza, de los expulsados del Ej¨¦rcito, de los privados de pensiones, de los carentes de subsidio de desempleo, de los privados de escuelas y hospitales, de los condenados por much¨ªsimo menos graves supuestos, abandonemos al fin estas ingenuas actitudes que, so pretexto de no ser rencorosos, nos convierten simplemente en imb¨¦ciles hoy, y ma?ana, otra vez, en v¨ªctimas.
es diputado del PSOE por C¨¢ceres.
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