La pol¨ªtica monetaria de Reagan, punto de discordia de los 'siete grandes'
Estados Unidos y sus seis aliados van a protagonizar en la cumbre econ¨®mica que comienza ma?ana en Versalles un nuevo cap¨ªtulo de sus ya permanentes enfrentamientos sobre el mismo problema: la pol¨ªtica monetaria que Washington practica y que, a juicio de los europeos, est¨¢ entorpeciendo la salida de la crisis econ¨®mica general.Para tranquilizar a sus aliados, Washington no va a ofrecer ninguna f¨®rmula m¨¢gica al c¨®nclave de los m¨¢s poderosos del mundo occidental. Va a repetir, por el contrario, la misma promesa desde que Reagan y sus consejeros de corte neoliberal se instalaron en la Casa Blanca hace ya a?o y medio: la recuperaci¨®n de la econom¨ªa norteamericana, considerada como el motor de la occidental, est¨¢ a punto de comenzar.
Gracias a un. previsible acuerdo con el Congreso norteamericano que permitir¨¢ controlar el billonario d¨¦ficit fiscal, los expertos de la Casa Blanca esperan salir a finales de a?o de la actual recesi¨®n y volver a unos niveles de crecimiento aceptables, especialmente despu¨¦s de su importante victoria sobre la inflaci¨®n (que ha disminuido por debajo del 5%).
Pero el mensaje estadounidense, repetido insistentemente en la reuni¨®n anual de la OCDE a primeros de mayo, es apenas cre¨ªble en esta parte del Atl¨¢ntico.
Y por esta raz¨®n, los europeos, con el presidente socialista Fran?ois Miterrand a la cabeza, van a insistir en que la recuperaci¨®n econ¨®mica es y ser¨¢ siempre un mito para ellos hasta que, primero, no hayan disminuido los tipos reales de inter¨¦s y, segundo, Washington haya puesto su casa en orden, pero no con palabras, sino con acciones.
Washington contar¨¢ esta vez con dos aliados naturales en su actual estrategia econ¨®mica. El primero y obvio, el Reino Unido, cuya presencia en el encuentro estar¨¢ condicionada por la guerra de las Malvinas, pero cuyas recetas econ¨®micas no son muy diferentes de las de los economistas de Reagan. Y el segundo, por razones coyunturales, la Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA), cuyo canciller es previsible que arrime el hombro, aunque con matices, a la postura norteamericana.
En este caso, el problema de la RFA es claro. Aunque el canciller Helmut Schmidt ha criticado los altos tipos de inter¨¦s en Estados Unidos, su Gobierno tampoco est¨¢ muy contento con las expectativas de los pa¨ªses peque?os europeos -concretamente, Italia-, que, a falta del empuj¨®n norteamericano, pretenden que sea Bonn quien tire del carro del relanzamiento. La postura germana es que ellos bastante tienen con resolver sus propios problemas (desempleo e inactividad, primordialmente) antes de dedicarse a estimular la econom¨ªa europea. Bonn s¨®lo ve en este planteamiento un riesgo innecesario de est¨ªmulo de la inflaci¨®n.
Pero esta octava edici¨®n de los encuentros anuales de los jefes de Estado del club de los grandes puede ofrecer, adem¨¢s, alguna novedad. O, por lo menos, Washington quiere que as¨ª sea, seg¨²n se han encargado de adelantar sus enviados previos a la cumbre. Aparte de la pol¨¦mica de los cr¨¦ditos a la exportaci¨®n, el presidente Reagan quiere convertir el tema del comercio mundial y el proteccionismo en el tema prioritario de la agenda econ¨®mica.
Para la Casa Blanca est¨¢ claro que s¨®lo la apertura de las fronteras (especialmente la japonesa) es capaz de acabar con el estancamiento en el comercio mundial y puede ser capaz, junto a otras medidas, de sacar a la econom¨ªa occidental de la crisis en que se encuentra. A este efecto, ya ha conseguido que Jap¨®n anuncie importantes medidas de reducci¨®n de sus tarifas arancelarias.
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