La merma de la socialdemocracia alemana
LA SOCIALDEMOCRACIA (SPD) de la Rep¨²blica Federal de Alemania merma visiblemente. Las elecciones en Hamburgo contin¨²an la misma tendencia que las anteriores en otros Estados: una p¨¦rdida moderada, pero creciente, de votos y de esca?os, especialmente significativa por ser Hamburgo la patria del canciller Schmidt. El peligro para el SPD es doble: no s¨®lo el de su propia merma, sino el del desapego de. su compa?ero de coalici¨®n, el partido liberal (FDP). Hace tiempo que los liberales est¨¢n sintiendo un cierto malestar dentro de esta coalici¨®n: hay cuestiones de fondo, pero las hay, sobre todo, de fondo y de oportunismo. El FDP tiene una representaci¨®n desmesurada en el Gobierno y en los centros de decisi¨®n en relaci¨®n con el escaso atractivo que tiene para el electorado -en Hamburgo no ha conseguido representaci¨®n, al tener menos del 5% de los votos; tampoco la hab¨ªa obtenido en la legislatura anterior-; la disminuci¨®n continua del SPD puede aconsejar a los liberales cambiar de coalici¨®n, y desde la derecha -la democracia cristiana- se le hacen signos insistentes para que cambie de bando, en lo que all¨ª todav¨ªa no se llama mayor¨ªa natural. En la actualidad, los dos miembros de la coalici¨®n gubernamental se perjudican mutuamente. Schmidt tiene que estar haciendo concesiones continuas a sus aliados para no perderles: muchos de sus electores creen que desnaturaliza el partido, o lo que queda de la ideolog¨ªa del partido despu¨¦s de tantos a?os de gobierno y de equilibrio. Y Genscher piensa que los liberales pueden caer definitivamente si contin¨²an asociados a los socialdem¨®cratas y se presentan juntos a las elecciones generales.La fuga de votos que se viene advirtiendo en el terreno socialdem¨®crata parece consecuencia de un desajuste del partido con sus propios electores. Para muchos, de tendencia m¨¢s bien centrista, resulta hoy m¨¢s atractiva, por clarificadora, la derecha. Temen que Schmidt vaya a caer en ciertas concesiones al pacifismo creciente. Pero los pacifistas, a su vez, desconf¨ªan de la capacidad de Schmidt para expulsar el fantasma del rearme, de la nuclearizaci¨®n, de los euromisiles. La representaci¨®n de este pacifismo est¨¢ primordialmente en los ecologistas, en los verdes. No son enteramente buc¨®licos ni simplemente ut¨®picos como en, otros pa¨ªses: tienen una posici¨®n pol¨ªtica muy definida frente a Reagan y a una forma de capitalismo que consideran devorador y que encuentran respetado por Schmidt. En cierto modo tienen alguna relaci¨®n intelectual con los radicales italianos (dentro de una psicolog¨ªa distinta, de unos modos de vida y un contexto distintos). Su crecimiento no es amenazador para el aparato estatal todav¨ªa y puede llegar a no serlo nunca: el pensamiento alem¨¢n parece demasiado s¨®lido para entusiasmarse por una ideolog¨ªa casi l¨ªquida. Pero los verdes van ganando en importancia al peque?o partido liberal. En Hamburgo le han superado considerablemente en votos y tienen ya diputados en el Parlamento. Sin embargo, aunque mantuvieran esta ventaja en unas elecciones generales, no podr¨ªan ser nunca objeto del mismo trato que los liberales: nadie elegir¨ªa su ayuda para formar una coalici¨®n. Si Schmidt lo hiciera, gran parte de su partido le abandonar¨ªa.
Las esperanzas socialdem¨®cratas est¨¢n en el desprestigio de la derecha m¨¢s que en su propio prestigio. Una cosa son las elecciones de los Estados y otra las generales, donde la doble ¨¢guila que forman Helmut Khol y Strauss tiene bastantes motivos para amedrentar por su car¨¢cter de apisonadora pol¨ªtica. Conf¨ªan tambi¨¦n en que el elector vote m¨¢s a hombres que a partidos; y las encuestas parecen demostrar que Schmidt no ha perdido atractivo, aunque lo haya perdido su partido. Es una esperanza dudosa: Schmidt es hamburgu¨¦s, y muy hamburgu¨¦s, y no ha conseguido llevar a su partido a la mayor¨ªa. Y en que los liberales no realicen un brusco cambio de alianzas, lo cual se podr¨¢ empezar a saber en su pr¨®ximo congreso nacional -este mismo mes-. Lo que hoy es pronosticable -aunque puede variar de aqu¨ª a las elecciones generales, todav¨ªa lejanas- es una aproximaci¨®n tal en n¨²mero de esca?os entre la actual oposici¨®n y el Ejecutivo, que la tarea de gobierno, sea cual sea la coalici¨®n que lo forme, se haga muy dif¨ªcil. La crisis pol¨ªtica de la Alemania Occidental parece a un tiempo preludio y corolario.
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