Estrategia ante el desaf¨ªo energ¨¦tico
GABRIEL BARCELO RICO-AVELLOEl desaf¨ªo energ¨¦tico exige hoy una planificaci¨®n estrat¨¦gica, y toda lenidad o tardanza en prepararse y adaptarse a los cambios puede suponer la desaparici¨®n de la empresa mercantil o incluso de la estructura social deseada.La crisis energ¨¦tica sorprendi¨® a los expertos, aunque algunos se encontraban ya confusos ante una demanda de energ¨ªa polarizada en determinadas fracciones de hidrocarburos, e incluso otros sectores, como el Club, de Roma, expresaron su preocupaci¨®n por los altos ¨ªndices de consumo alcanzados. El entorno econ¨®mico y pol¨ªtico de la actividad mercantil occidental, y particularmente en el sector del petr¨®leo, respond¨ªa a una filosof¨ªa ajena a la realidad del momento. Se manten¨ªa tina mentalidad agresiva de incremento de la demanda y explotaci¨®n de recursos supuestamente inagotables, semejante a la iniciada por los pioneros del imperio petrol¨ªfero. Incluso en 1970 segu¨ªan manteni¨¦ndose los principios y t¨¢cticas maquiav¨¦licas iniciados por Rockefeller casi cien a?os antes.
Pero el desarrollo espectacular de la econom¨ªa occidental en el per¨ªodo 1950-1973, basado en disponer de energ¨ªa abundante y barata, no pod¨ªa mantenerse ante. una constante demanda de nuevos pa¨ªses que iniciaban su entrada en la econom¨ªa de consumo occidental como grandes productores industriales, aunque escasos consumidores. Los Estados propietarios de yacimientos tomaron conciencia de su importancia estrat¨¦gica o, cuando menos, de la utilizaci¨®n que los sistemas fiscales occidentales hac¨ªan del petr¨®leo como medio de recaudaci¨®n para su tesoro p¨²blico.
El nuevo protagonismo exigido por los pa¨ªses exportadores de petr¨®leo origin¨® una situaci¨®n que nunca se ha repetido en tiempo de paz: los precios del petr¨®leo se incrementaron en un 1.800% en el transcurso de ocho a?os. La estabilidad econ¨®mica peligraba, mientras muchas empresas mercantiles, incapaces de prever una planificaci¨®n adecuada ante el cambio producido, sucumb¨ªan; incluso poderosas empresas americanas se tambaleaban ante esta modificaci¨®n sustancial de las hip¨®tesis de previsi¨®n. ?Cu¨¢n lejos estaba aquel preocupante desaf¨ªo americano que diez a?os antes amenazaba con deglutir a Europa!.
Desplazamiento tecnol¨®gico
La "fiesta ha terminado", se dijo . Los nuevos costes en origen de la energ¨ªa, con la correspondiente transferencia de capital que ello supon¨ªa, coincid¨ªan con el desplazamiento geogr¨¢fico que algunas tecnolog¨ªas hab¨ªan experimentado. Fabricantes europeos -alemanes, suizos, etc¨¦tera- empezaban a ser desbancados por los nuevos pa¨ªses en desarrollo y en constante dumping laboral. Este desplazamiento tecnol¨®gico, por su singularidad, culmina con la invasi¨®n japonesa de mercados tradicionales: relojes, mecanismos de precisi¨®n, y, posteriormente, con el desarrollo de nuevas tecnolog¨ªas: electr¨®nica, inform¨¢tica, etc¨¦tera, superando a los fabricantes de siempre.La lecci¨®n es importante, particularmente cuando Jap¨®n es s¨®lo un ejemplo singular de una penetraci¨®n constante de nuevos pa¨ªses, como Hong Kong, Taiwan, Singapur, Corea, etc¨¦tera. ?Qu¨¦ ocurrir¨¢ cuando los mil millones de chinos aprendan esa estrategia tecnol¨®gica?
El desplazamiento geogr¨¢fico de la producci¨®n no es m¨¢s que el resultado de las leyes del libre mercado, cuando operan con suficientes medios en la oferta. No obstante, para muchos la experiencia japonesa ha supuesto, en vista de los resultados obtenidos, un nuevo mito: la gesti¨®n japonesa.
En Jap¨®n, como en toda sociedad, existen numerosas escuelas y tendencias en la administraci¨®n de recursos, pero es evidente que el sentido comunitario del japon¨¦s, unido a un entorno tradicionalmente escaso en materias primas y en espacio, ha obligado a generalizar una filosof¨ªa que hoy resulta apropiada no s¨®lo para Jap¨®n, sino tambi¨¦n para el conjunto de las comunidades de este mundo condenadas a convivir.
La econom¨ªa del cowboy, la exportaci¨®n de extensos recursos atendiendo s¨®lo a su rentabilidad inmediata, en el supuesto de ser inagotables, se contrapone hoy con una filosof¨ªa que incluso podr¨ªamos estimar como m¨¢s tradicional, de respeto a la comunidad y de administraci¨®n eficaz de unos recursos escasos.
En estas condiciones, toda sociedad que quiera mantener su nivel de bienestar y su nivel de vida no podr¨¢ limitarse a discutir el reparto de sus cada vez menores recursos naturales. Es necesario transferir su capacidad de producci¨®n hacia nuevas tecnolog¨ªas antes de que lo hagan otros pa¨ªses.
Estrategia industrial
En cualquier caso" la reconversi¨®n industrial deber¨¢ tender hacia actividades que consuman menores tasas de energ¨ªa y sean generadoras de puestos de trabajo. Las tecnolog¨ªas de ahorro energ¨¦tico y fuentes alternativas, la electr¨®nica y la inform¨¢tica son campos de actividad de futuro.El pa¨ªs, a nivel general, y cada empresario, por el inter¨¦s que le supone, deben realizar un an¨¢lisis de su actividad y estudiar su idoneidad con el fin de poder cumplir estas nuevas premisas. Antes que una suspensi¨®n de la actividad o una quiebra econ¨®mica, es necesario implantar una reconversi¨®n industrial, por dura que sea.
Todav¨ªa existen muchas actividades econ¨®micas que pueden ser rentables, y posiblemente lo ser¨¢n m¨¢s en el futuro. La crisis econ¨®mica resultante del reto energ¨¦tico ha sido un duro golpe para la actividad mercantil de nuestras empresas. Ya no es posible invertir simplemente confiados en que el constante crecimiento de la actividad econ¨®mica absorber¨¢ nuestra oferta a un precio superior al coste. La inversi¨®n no puede ser cuantitativa, ya que el bajo crecimiento de la demanda genera una constante selecci¨®n cualitativa. Cada vez habr¨¢ que aportar nuevos factores en la producci¨®n: nuevas tecnolog¨ªas, informaci¨®n actualizada, etc¨¦tera.
-La incidencia de la crisis energ¨¦tica en la sociedad occidental, y concretamente en los sectores econ¨®micos que tradicionalmente han actuado de locomotoras de la actividad econ¨®mica: siderurgia, automoci¨®n, astilleros..., ha sido profunda.
Estos sectores, al no adaptarse oportunamente al cambio, requieren hoy recursos financieros cuantiosos, como lo atestigua la firma del reciente cr¨¦dito de 40.000 millones de pesetas a favor del INI con el fin de hacer frente a las p¨¦rdidas de Astano, AHM, Astilleros Espa?oles, Enasa, Seat y Ensidesa, que en 1981 ascendieron a 79.800 millones de pesetas.
A pesar de ello, existen indicadores suficientes que permiten estimar que la econom¨ªa espa?ola podr¨ªa estar en una senda moderadamente ascendente (la factura del petr¨®leo- disminuy¨® en m¨¢s de cuatrocientos millones de d¨®lares durante los dos primeros meses de 1982; en marzo, el n¨²mero de parados disminuy¨® en 18.000 por primera vez en cuatro a?os, etc¨¦tera). A nivel mundial, la crisis energ¨¦tica est¨¢ resuelta en condiciones favorables, pero existe un desfase de cincuenta a?os durante el cual la raza humana tendr¨¢ que encontrar f¨®rmulas de compromiso inteligentes, hasta que pueda beneficiarse de la fuente inagotable de la energ¨ªa de fusi¨®n.
Pero las claves para entender las causas pol¨ªticas, econ¨®micas, sociales y culturales que subyacen en la crisis, aunque son m¨²ltiples (crecimiento econ¨®mico, exigencia de calidad de vida, aumento de la poblaci¨®n y bienestar social, nuevos medios de comunicaci¨®n, difusi¨®n de las tecnolog¨ªas, proteccionismo comercial, euforia de un largo ciclo de crecimiento, alteraci¨®n de la jerarqu¨ªa de valores y objetivos, etc¨¦tera), pueden resumirse en el hecho de que las naciones, sea por generosidad, por exceso de ambici¨®n o por simple ignorancia, se olvidan a veces de la realidad.
Por todo ello, los signos de reactivaci¨®n econ¨®mica citados tienen que ser estimados con la objetividad suficiente. Nada ser¨¢ como antes e, inevitablemente, tenemos que adaptarnos a los cambios que ya se han producido y, sobre todo, a los que necesariamente quedan por venir, ya que no nos encontramos en una crisis econ¨®mica, sino en una profunda evoluci¨®n estructural de la sociedad.
Sin embargo, podemos ser, con cierta moderaci¨®n, optimistas. El an¨¢lisis y la adecuada planificaci¨®n y estrategia, dentro de un sistema pol¨ªtico de libertades y econom¨ªa de mercado, nos permitir¨¢n afrontar con realismo el futuro. Estamos obligados a buscar la tendencia cualitativa de la futura demanda y apostar por aquellas actividades ascendentes, a pesar del desaf¨ªo energ¨¦tico.
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