El p¨²blico dominguero no ama al presidente
Plaza de Las Ventas. 10 de junio. 26? y ¨²ltimo festejo de la Feria de San Isidro.Novillos de "La Castilleja", desiguales de presencia, varios sospechosos de pitones, mansos dif¨ªciles.
Vicente Yesteras: Estocada delantera baja (silencio). Pinchazo bajo, estocada contraria pescuecera, otra delantera y descabello (palmas). Pinchazo hondo y estocada contraria (ovaci¨®n y salida al tercio).
Arturo Blau Espadas: Espadazo bajo enhebrado y dos descabellos (silencio). Cinco pinchazos y otro descordando (silencio). Pinchazo, media contraria ca¨ªda y descabello (silencio). Luis Miguel Campano: Cogido por su primero, pas¨® a la enfermer¨ªa. Sufre puntazo y probable fractura de radio, de pron¨®stico reservado.
Respondi¨® ayer el p¨²blico en Las Ventas, pero no es muy seguro que fuera bueno para el espect¨¢culo. Porque era p¨²blico dominguero, aunque est¨¢bamos en jueves, Corpus, y quer¨ªa convertir la lidia en lo que mandara su capricho. Por ejemplo, devolviendo los mansos al corral. Y cuando uno de esos mansos lanz¨® a Campano por las alturas, al presidente le llamaban asesino, con virulento desamor.
El presidente, que permanec¨ªa en el palco sin matar una mosca, no tiene la culpa de que los toros sean mansos y no le est¨¢ permitido, por reglamento, devolverlos al corral. Adem¨¢s enriquece la fiesta que haya toros mansos, en el sentido de que tienen su lidia, la cual es interesante y bella. Lo hemos dicho muchas veces y los revisteros de todas las ¨¦pocas llevan cientos de a?os (desde G¨¹temberg) diciendo lo mismo sin que el p¨²blico dominguero se entere. O a lo mejor es que no hace caso. Los cr¨ªticos recibimos con mucha frecuencia esta lecci¨®n de humildad. Es evidente que no nos hacen caso; por lo menos el p¨²blico dominguero.
Sali¨® mansa la novillada pero sobre todo dos novillos eran de abrigo. El tercero, un c¨¢rdeno corpulento sospechos¨ªsimo de pitones, que hu¨ªa de los capotes, arroll¨® a Campano y lo lanz¨® al tejado. Al caer, el muchacho se lesion¨® el brazo. Es lo menos que le puede ocurrir a uno que se cae del tejado. En los primeros pases de muleta sufri¨® un achuch¨®n, tom¨® el olivo y, se march¨® a la enfermer¨ªa. Era la estrella del cartel, y el festejo perdi¨® con su ausencia el principal aliciente.
Dej¨® el regalito a Vicente Yesteras, que entre ayes, gritos y suspiros del p¨²blico dominguero, sorte¨® como pudo las violentas y descompuestas arrancadas y entr¨® a matar. El cuarto tambi¨¦n exhibi¨® mansedumbre y genio en el primer tercio, y lleg¨® al ¨²ltimo con la dif¨ªcil facilidad, que es caracter¨ªstica de estos toros. Queremos decir que son peligros¨ªsimos si no se conocen sus querencias, pues les gu¨ªan m¨¢s ¨¦stas que el enga?o, pero si se conocen, es posible torear con lucimiento favor de las mismas. No cabe esperar de un novillero que domine tan a la perfecci¨®n su oficio, pero Yesteras lo intent¨®, y ¨¦ste es un valor positivo que se le anota. Sufri¨® un volteret¨®n de abrigo, lo cual, lejos de arredrarle, le hizo crecerse ante la adversidad y volvi¨® valiente a la cara del novillo. De cualquier forma, no pudo haber faena, ni redonda ni ligada, pues la res prefer¨ªa huir a embestir.
El primero, en cambio, asardinado de estampa y tan sospechoso de pitones como casi todos, ten¨ªa nobleza y casta, la cual rebas¨® las posibilidades t¨¦cnicas y art¨ªsticas de Yesteras. Su faena fue en terrenos poco propicios, embarullada y de corte zarrapastroso. Si hubi¨¦ramos de juzgar la labor de Vicente Yesteras por lo que hizo en este novillo, dir¨ªamos que fracas¨®, muy a pesar de las banderillas que prendi¨® en dos aseados cuarteos o que no prendi¨® en dos irreconocibles quiebros, de las posturas en que colocaba su espigada persona y de la docena de largas con que se empe?aba en solemnizar la tarde del Corpus, las cuales ha debido de aprender en jueves. Le redime el valor que demostr¨® con el ganado dif¨ªcil.
Dentro de unos d¨ªas tomar¨¢ la alternativa Blau Espadas y nos ten¨ªa alucinados su audacia para hacerse matador cuando ni siquiera da la talla como novillero. Parece un torero de espejo, ante el cual es muy posible que se guste cuando se mira, pero en el ruedo y frente a los novillos, aunque sean boyantes, es un desvalido n¨¢ufrago. El doctorado que pretende puede resultar un salto en el vac¨ªo, una grotesca pirueta, una tr¨¢gica equivocaci¨®n. Hasta el p¨²blico dominguero apreci¨® la orfandad t¨¦cnica y art¨ªstica de Blau Espadas. Claro que no le importaba en absoluto, y ni siquiera se enfad¨®. En realidad lo que le importaba era zaherir al presidente, porque no devolvi¨® al corral los novillos mansos. Y le despidi¨® con un abucheo primitivo y montaraz.
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