Los porte?os que ped¨ªan la no rendici¨®n
"No se rindan, no se rindan", dec¨ªan a coro el lunes por la noche unas doscientas personas, concentradas en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, sede la presidencia de la Rep¨²blica, donde los tres miembros de la Junta Militar discut¨ªan la situaci¨®n en las is¨ªas Malvinas.Vigilados de cerca por la polic¨ªa, que no lleg¨® a intervenir, los manifestantes agitaban banderas argentinas, daban v¨ªtores a los h¨¦roes de la fuerza a¨¦rea, coreaban esl¨®ganes como "Rendici¨®n es traici¨®n" o "Patria, s¨ª; colonia, no", y ped¨ªan a gritos un fusil para ir a combatir contra los ingleses.
El fr¨ªo invernal lleg¨® repentinamente a Buenos Aires, al mismo tiempo que las noticias de la derrota militar en las Malvinas. Y caus¨® an¨¢loga sensaci¨®n de disgusto y tristeza en la poblaci¨®n, que hab¨ªa seguido ansiosamente por la radio durante toda la tarde los comunleados del Estado Mayor anunciando el imparable avance de las tropas brit¨¢nicas.
El pu?ado de manifestantes en medio de la g¨¦lida noche contrastaba con las recientes im¨¢genes de esas otras demostraciones populares, celebradas tambi¨¦n en la Plaza de Mayo bajo el radiante sol oto?al de los primeros d¨ªas de abril, cuando millares de personal aplaudieron la acci¨®n de la Junta Militar en las Malvinas y reclamaron la soberan¨ªa argentina sobre el archipi¨¦lago.
En la calle Florida, el centro comercial de la ciudad, otros peque?os grupos de manifestantes expresaban su protesta entre los escaparates apagados para ahorrar electricidad y frente a los pasquines de la propaganda gubernamental, que proclamaban: "Unidos, es m¨¢s f¨¢cil" o "Argentinos, a vencer".
El habitual corro de curiosos ante las pizarras informativas del diario La Naci¨®n se convirti¨® esa noche en una multitud. Abundaban los rostros serios y preocupados ante la inminente capitulaci¨®n de las fuerzas argentinas. Y comenzaron a o¨ªrse los primeros reproches: "Alguien tendr¨¢ que pagar por esto".
El odio a los ingleses es superado con creces por el odio a los norteamericanos, a la Administraci¨®n Reagan, mejor dicho, y especialmente a su secretario de Estado, Alexander Haig. El ep¨ªteto de Iraidor es uno de los pocos reproduc?, bles dedicados a ¨¦l que pudiero oirse esa noche triste junto a Ic quioscos de Prensa. Nuevas olea das de Ira antinorteamericana es. tallaron cuando una radio inform¨® que el vicepresidente George Bush hab¨ªa comentado con un hurra la noticia de la derrota argentina.
Por lo dem¨¢s, la vida transcurre normalmente en Buenos Aires Los cines de Corrientes y Lavalli siguen tan vac¨ªos como todos los lunes, y los restaurantes, tan llenoi a altas horas de la noche.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.