Polonia o el extra?o vac¨ªo
Es evidente la falta de orientaci¨®n en el quehacer y en los proyectos de la Junti polaca, y lo que m¨¢s llama la atenci¨®n es la falta de ideolog¨ªa como base de esta operaci¨®n militar que rige en Polonia. Esto es algo totalmente ins¨®lito en este pa¨ªs, donde cada cambio pol¨ªtico pasaba por un oc¨¦ano de an¨¢lisis, debates, autocr¨ªticas y propuestas pira el futuro. En esta ocasi¨®n es dificil buscar las frases adecuadas en la obra de Lenin, aunque en Polonia se dice que en ella uno puede encontrar de todo. Es dificil declinar otra vez la palabra socialismo ante una liberalizaci¨®n de los precios, que ha supuesto su aumento, en algunos casos, de un 300% para resolver el problema de la.s colas y la falta de productos.La vieja teor¨ªa ya no sirve; la nueva, seg¨²n parece, tarda en nacer. En la Prensa oficial, lejos de encararse los temas cruciales, se analizan problemas de cuarto o quinto orden. No se sabe c¨®moevolucionar¨¢ Polonia en unos cuantos meses m¨¢s, aunque es cada vez m¨¢s claro que el estado de guerra, llamado de excepci¨®n, tiene patente vocaci¨®n de estabilidad.
Tampoco es evidente qu¨¦ sectores sociales tienen un referente claro respecto del nuevo tipo de autoridades. Hasta ahora ning¨²n grupo soc¨ªopol¨ªtico parece decidido a poner toda su cara a favor de los militares. Oficialmente, el Comit¨¦ Central dice apoyar a la Jun ta, pero lo cierto es que todos na dan guardando la ropa, adem¨¢s de que se oculten todo el tiempo los datos sobre la cantidad de cama radas que han devuelto su carn¨¦ el pasado mes de diciembre.
Aquel proverbio de que la victo ria tiene muchos padres no se confirma. Hasta ahora, no puede decirse que la Junta cuente con incondicionales. Parece dtidoso que el partido se levante a corto plazo para ocupar su posici¨®n dirigente. El Ej¨¦rcito, sus oficiales, siguen sustituyendo el papel del partido desde el Comit¨¦ Central hasta los comisar¨ªos de empresa.
En Polonia no hay, como en Chile o en Argentina, orgullosos generales, ni santas batallas, ni propaganda del destino en lo universal. No hay triunfalismos. Nadie ha ganado esta batalla y parece que nadie la puede ganar. La sensaci¨®n general despu¨¦s del paso de estos meses sigue siendo la de un marcado mal sabor de boca.
En una dictadura militar t¨ªpica tampoco es f¨¢cil que sucedan escenas como las presentadas por los corresponsales extranjeros, donde aparecen amas de casa sacando la sopa caliente para los soldados o las patrullas que se ponen a mirar ostensiblemente los escaparates para no ver a quienes reparten folletos en la calle. Las im¨¢genes tradicionales del pueblo y sus agresores no son aqu¨ª tan claras.
Resistencia pasiva
Por otra parte, el desirrollo de la situaci¨®n confirma el lugar tan destacado que tiene la resistencia en la tradici¨®n polaca. Aunque ¨¦sta est¨¢ bien organizada, se ha limitado egtos cinco meses a formas pasivas: boicotear las leyes, pintar las paredes, pegar pasquines, colocar flores o mantener paros simb¨®licos. Todo esto tiene suma importancia para mantener alto el ¨¢nimo de la gente, pero, il mismo tiempo, parece bastante f¨¢cil de soportar para la Junta. No supone un movimiento de tierras bajo el poder. De hecho, parece seguir existiendo el mismo fantasma: la escala de las formas de resistencia no puede ser tal que provoque la visita del hermano mayor.
Detr¨¢s del golpe puede verse el vac¨ªo completo de propuestas en la vida pol¨ªtica, ideol¨®gica y econ¨®mica. Durante estos cinco meses la productividad ha bajado todav¨ªa m¨¢s y habr¨¢ que cerrar muchas f¨¢bricas. M¨¢s a¨²n, habr¨¢ que entrar en un tema nuevo: el paro al estilo occidental. Todo ello en un cuadro de miseria que en Europa no se recuerda desde los a?os cincuenta.
El Gobierno militar act¨²a como si contara con que la gente se va a cansar de una resistencia in¨²til. Solidaridad desarrolla su actividad con la perspectiva
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